¿A quiénes consideras tus superiores? ¿A los que saben? ¿A los que tienen títulos, rangos académicos? ¿A las personas de las que esperas algo, alguna clase de recompensa o de posición? En el momento en que consideras a alguien como superior, ¿no consideras a algún otro como inferior?
¿Por qué tenemos esta división de lo superior y lo inferior? Existe sólo cuando deseamos algo, ¿no es así? Yo me siento menos inteligente que tú, no tengo tanto dinero o capacidad como tú tienes, no soy tan feliz como tú pareces ser, o deseo algo de ti; por lo tanto, en relación contigo me siento inferior. Cuando te envidio o cuando deseo algo de ti o cuando trato de imitarte, me convierto instantáneamente en tu inferior, porque te he puesto en un pedestal, te he asignado un valor superior. Así, psicológicamente, internamente, he creado tanto al superior como al inferior, he creado este sentido de desigualdad entre los que poseen y los que no poseen.
Entre los seres humanos existe una enorme desigualdad de capacidades, ¿no es así? Está el hombre que diseña el turborreactor y el hombre que maneja el arado. Estas enormes diferencias en la capacidad -intelectual, verbal, física- son inevitables. Pero ya lo ven, otorgamos una significación tremenda a ciertas funciones. Al gobernador, al primer ministro, al inventor, al científico, los consideramos enormemente más importantes que al sirviente; así es como la función asume el estatus del que la desempeña. Mientras asignemos un estatus a funciones particulares, por fuerza tendrá que haber un sentido de desigualdad, y el vacío que separa a los que son capaces de los que no lo son, se vuelve imposible de llenar. Si podemos mantener la función despojada de estatus, entonces hay una posibilidad de generar un real sentimiento de igualdad. Pero para esto tiene que haber amor, porque es el amor el que destruye el sentido de lo inferior y lo superior.
El mundo está dividido en aquéllos que poseen -el rico, el poderoso, el capaz, los que lo tienen todo- y aquéllos que no poseen. ¿Es posible dar origen a un mundo en el que no exista esta división entre los "poseedores" y los "no poseedores"? Lo que sucede en realidad es esto: viendo la brecha, el abismo entre el rico y el pobre, entre el hombre de gran capacidad y el de poca o ninguna capacidad, los políticos y los economistas tratan de resolver el problema mediante reformas económicas y sociales. Éstas pueden estar muy bien. Pero una verdadera transformación nunca podrá tener lugar mientras no comprendamos todo el proceso del antagonismo, de la envidia y la malicia; porque sólo cuando comprendamos este proceso y le pongamos fin, podrá haber amor en nuestros corazones.
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