jueves, 13 de diciembre de 2018

LA FE SURGE DEL NÚCLEO DE TU SER.

JESHUA.

Te preguntas..¿Qué es en realidad esa fe? Y para tenerla y ejercitarla en mi vida, ¿qué debo hacer? 

Ah, siempre esa cuestión… ¿qué debo hacer? Cuando caminé por esta tierra hace 2000 años dije un día: “si tienes fe, aunque solo sea del tamaño de un grano de mostaza, podrás mover una montaña”. Esa afirmación parece tremenda, ¿no? Y se me atribuyen milagros: curar a los cojos, a los ciegos, calmar las tormentas, caminar sobre el agua. Y de hecho todas esas cosas sucedieron. ¿Sucedían debido a mi fe? Y la respuesta es que sí, ciertamente. Y también está ese relato donde alguien, simplemente por tocar mi vestido, se sanó. Y le dije, a ella: “tu fe te ha sanado”.

Entonces, ¿qué pasa con la fe? La fe no proviene de tu pensamiento. Te lo he dicho tantas veces… tus pensamientos no tienen poder creativo. Tus pensamientos no son tus pensamientos reales. No tienen significado. Son simplemente imágenes. Entonces, ¿puede una simple imagen mover una montaña? Y la respuesta es que no. Así que cuando la gente dice “ten fe”, no es tan sencillo como “creer en una idea”. No es tan sencillo como decir: “ahora voy a pensar esos pensamientos, y eso es la fe, así que entonces llegarán todas las recompensas de inmediato”. No, ciertamente que no. La fe está más allá de tus palabras, de tu pensamiento. La fe surge del mismo núcleo de tu ser.

Así pues, en este mundo, si quisieras tener fe, ¿qué haces? Haces esto. La fe tiene lugar cuando conectas con tu fuente. La fe tiene lugar cuando conectas con Dios. La fe tiene lugar cuando conectas conmigo. La fe tiene lugar, sobre todo, cuando conectas con tu vida. Pues te he dicho que tu vida es amor, nada más –todo amor. 

Si digo que tengas fe en ti mismo, quiero decir que detengas tu pensamiento. Por tanto, deja marchar tu miedo y conéctate con tu vida. Y cuando conectas con tu vida simplemente experimentas la verdad de lo que eres, más allá del miedo y sin miedo. Si tienes fe en mí, conectas conmigo, Espíritu, sin pensamiento, sin consideraciones, sin miedo. Si te digo que tengas fe en Dios, eso sencillamente significa que te detengas, estés en calma, y conectes con Todo Lo Que Es. Pues esa es la única manera de definir, por así decirlo, a Dios –Todo Lo Que Es. Y es bien simple, ciertamente, pues Todo Lo Que Es, es amor.

Entonces, al final, si quieres tener fe, lo que haces es abrir tu vida y conectas con aquello que es real, con lo que tú eres. Abres tu vida al Amor. Ah, cuando conectas con el amor, como tantas veces te he dicho, vas a saber, en el sentido de este mundo, qué hacer, adónde ir, qué decir, y qué ser. Y todo será paz, alegría y amor –y sí, también felicidad. Por tanto es así de simple. Ten fe, deja marchar tu miedo, ábrete al amor.

Pero la naturaleza del mundo aquí, la naturaleza del ego, que te has confabulado para inventarte y poder permitir así que tenga lugar tu experiencia espacio-temporal, la naturaleza del ego… es tal, que ciertamente se trata de algo muy fuerte. Y si sientes que: “si dejo marchar el miedo, si dejo marchar el ego, entonces con toda seguridad voy a morir”, es cierto. La imagen, la colección de imágenes que tienes sobre quien tú eres, se marchará. Y a cambio de eso, te encontrarás en presencia del Amor; en presencia de mí mismo, pues yo soy lo mismo; en presencia del Único Ser, que es lo mismo; en presencia de Dios, que es lo mismo; y en presencia de tu propia vida, que es también lo mismo. 

 Tu vida, cuando es contemplada a través de los ojos del perdón, más allá del miedo, más allá del ego, es simplemente un ejercicio de amor. Cuando puedes abrirte a este hecho, y lo experimentas en el núcleo de tu ser más allá de tus pensamientos, entonces, eso es fe. Así pues, ¿qué pasa con el poder de mover montañas? ¿Y con el poder de caminar sobre el agua? ¿Y con el poder de sanarte a ti mismo o a otros? Pues, si tienes fe, ¿no te he dicho que puedes hacer todo eso? ¿Y no te he dicho que todas las cosas que yo hacía, también tú ibas a poder hacerlas –esas obras, y mayores que las mías?
Entonces, ¿qué pasa con la fe? Aquí está la trampa, el dilema: no puedes llegar a la fe por los caminos del ego. No puedes llegar por medio de tu propio pensamiento. Entonces, ¿podrías decidir, con el ego, “ah, me gustaría mover esa montaña hoy”, y conseguirlo? Este mundo lo habéis creado con un cuidadoso diseño. Y en él, si cualquiera, tan solo por pensar un pensamiento, pudiera mover una montaña a voluntad, os veríais de golpe con el mundo convertido en un aparente caos. Entonces, ¿puedes tú a partir de tu pensamiento, de tu ego, ejercitar el poder de la fe, por así decirlo? Y la respuesta es que no, pues no puedes experimentar la propia fe en ese espacio.

¿Qué conlleva eso entonces? Comienzas por tener fe en tu vida, que es fe en mí, y en Dios, y en Todo Lo Que Es, y en cada hermano que camina contigo por esta tierra. Y a partir de esa fe, te verás liberado de tu pensamiento. Y sabrás qué hacer, dónde ir, qué decir –como ya he dicho. Por el camino puede que te des cuenta de que tienes que hacer algo que, en este mundo, a tus hermanos les va a parecer un milagro que realmente podrá parecer que anula y supera las leyes de este mundo –por así decirlo–, que son los patrones que habéis establecido para poder hacer que este mundo sea algo coherente y estable para quienes viven estas vidas. Puede que llegues a un punto donde reconozcas que tienes que hacer algo que derivará en lo que de hecho parezca un milagro. Y entonces, al permitir que el amor fluya por tu ser, las cosas suceden. No surge de tu pensamiento, sino desde el poder del espíritu con el cual conectas. Dije, cuando caminaba por esta tierra, sobre los milagros: “no soy yo quien está haciendo esas obras, sino el Padre, a través mío”. Y esa es una expresión de cómo funciona la fe. Ni una sola vez dije yo, Jeshua, ego: “elijo hacer este milagro”. Siempre estaba conectado con la fuente, amor, Dios, y mi vida… y simplemente dejaba que las cosas fluyeran.

El poder de tu espíritu es tan grande que puede crear un universo entero. Y entonces, el hecho de conectar con una enfermedad para permitir que el miedo desaparezca, y de modo que pueda sanarse, es ciertamente, algo menor. Incluso mover una montaña sería realmente algo menor. Así pues, viví mi vida tal como te insto a que tú lo hagas, teniendo fe, lo cual significa permaneciendo conectado con el amor, que es, como he dicho, tú, y tu hermano, y yo, y Dios. Viví mi vida conectado. Y vine a mostrarte que hacer eso es realmente posible –sin duda, lo es. Y eso es, en esencia, todo lo que intento compartir contigo. Si dejas marchar el miedo, que es lo mismo que dejar marchar tus pensamientos, que es lo mismo que dejar marchar tu ego, y conectas con el espíritu, que es amor, entonces, en ausencia del miedo, el Espíritu puede mover montañas sin esfuerzo.

Por tanto, ¿podrás manifestar tu fe para jactarte de ello, por así decirlo? Y la respuesta es que no. ¿Podrás escuchar calmadamente y expresar amor infinito a través de tu ser para que otros puedan experimentarlo porque lo has vuelto disponible para ellos? Y la respuesta es que sí, ciertamente que puedes. Y en presencia de ese amor, ¿puede el miedo desaparecer? Sí puede. Y en ausencia de miedo, ¿puede tu mundo parecer cambiar sin esfuerzo? Ciertamente que puede. Y eso solo sucederá si la fe pasa a formar parte del patrón elegido para tu vida, tal como formaba parte del patrón elegido para la mía. 

Así que la fe no surge a partir de tu pensamiento. Nunca surge de la separación. Entonces, ¿puedes emplear el poder de la fe para vencer a un enemigo? Estoy seguro de que te ríes ante esas palabras. 

Pues, ¿cómo vas a poder conectar con la fuente última de todo lo que es, amor, mientras aún crees en la separación… y cómo puedes, menos aún, tener el deseo de vencer a tu hermano para reafirmar y apoyar tu propio sentido de ser un yo separado? Entonces, ¿puedes ganar guerras con la fe? Por supuesto que no. ¿Puedes dominar a tus hermanos, en una competición, gracias a la fe? Por supuesto, no. Y al ir más allá de tus miedos, ¿puedes, con la fe, brindarle al mundo el amor infinito que fluye a través de tu ser? Eso es lo que yo hice. Y todavía, 2000 años después, el mundo lo recuerda.

Entonces, si quisieras tener fe, es algo realmente simple. Cada vez que sientas ansiedad, miedo, competencia, o una sensación de separación entre tú y tu hermano, entonces reconoce que te encuentras cara a cara con aquello que querrías dejar marchar para poder tener fe. Y al dejar marchar tu sensación de separación conectarás más con tu hermano, como encajando una pequeña pieza más, hasta que todos los obstáculos se vayan. Y luego constatarás, en el núcleo de tu ser, que tú y tu hermano sois uno solo. Y entonces tendrás fe en tu hermano. Y entenderás la naturaleza de la vida, del amor, y la naturaleza de Dios y de quien tú eres. Pues todo ello es lo mismo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario