Segunda ley hindú de la espiritualidad: Lo que sucede es lo único que podría haber sucedido.
“Nada sucede por casualidad. En el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos.” – Carlos Ruiz Zafón
Nuestra vida no es un cuento de hadas. Los acontecimientos se dan uno atrás del otro sin nuestro control. Nadie se para a preguntarnos si queremos que suceda lo que está por suceder.
No podemos guiar nuestra vida solamente hacia los eventos que deseamos que sucedan, y no podemos evitar que lo que sucede nos afecte de una u otra manera. Sin embargo, soñamos con una realidad utópica donde todo se va dando de acuerdo a nuestras expectativas. Y esto queda en evidencia cuando dado determinado evento, nos encontramos a nosotros mismos repitiendo la frase ‘si hubiera’.
‘Si hubiera llegado dos minutos antes, esto no habría pasado’, ‘si no hubiera tenido miedo, todo habría sido diferente’, etcétera.
La segunda ley hindú de la espiritualidad es determinante en este sentido. Nos enseña que aquello que sucede es lo único que puede suceder. No hay alternativas, no existe otro escenario donde las cosas se dan de manera diferente.
El ‘si hubiera’ es una creación de nuestra mente dual, gracias a la cual comparamos nuestra realidad en la que los distintos eventos se dan de forma caótica con una vida utópica en la que todo se va sucediendo de acuerdo a nuestros intereses.
En esta comparación nunca podremos ganar.
Esta comparación quita valor a nuestra vida. La hace menos perfecta, como si existiera una vida correcta y otra que no lo es, y a nosotros no hubiera tocado en suerte la equivocada.
La alternativa de la que hablas no existe, nunca sucedió.
Esta ley hindú de la espiritualidad nos dice que las condiciones para que ese ‘si hubiera’ suceda no son reales. Quítate eso de la cabeza.
Y entiende que tu poder no está en decidir qué sucede y qué no. No es responsabilidad tuya. Tu poder reside en entender que todo lo que sucede te forja y te enseña. La responsabilidad que tenemos para con la vida es la de aceptar el mensaje que está inscrito en cada evento. Desde el más pequeño hasta el más inmenso de los sucesos está cargado de significado, y lleva impreso la maravilla inconmensurable de la vida.
La dualidad de nuestro pensamiento está arraigada a nosotros desde siempre. Y limitará la manera en que nuestro mundo está estructurado si no ejercitamos el tener una perspectiva más integradora de la realidad. Cada ley hindú de la espiritualidadnos enseña que nada pasa por azar, todo es consecuencia exacta de un encadenamiento de situaciones específicas.
Tú eres quién eres, tu vida ES la vida.
En el momento en que comienzas a observar tu vida con ojos de una persona abierta, las cosas comienzan a tener mayor sentido. Nada sucede porque sí, absolutamente todo tiene un por qué si nos preocupamos por buscarlo. No te quedes con lo superficial de cada evento, ve más allá. Es más fácil (aunque claramente no más conveniente) quedarnos en lo que vemos en la superficie, en la manera en que cada situación afecta directamente en nuestra vida particular. Y también nos imposibilita abrirnos a lo que sigue después.
La segunda ley hindú de la espiritualidad debe ser la respuesta a todos nuestros conflictos con los eventos que se suceden.
Somos los eternos aprendices de la realidad.
Busca, pregunta y trabaja incansablemente por descifrar el llamado que la vida te hace.
Ábrete a la posibilidad de la contingencia. Las cosas seguirán su curso más allá de nosotros, cuando nos hayamos ido, cuando ya no podamos seguir renegando de nuestra realidad. Entiende que no somos necesarios, pero somos testigos.
La vida te llama. Deja que te enseñe su mensaje.
Sólo entonces podrás conocer la verdad detrás de cada suceso.
“Nada sucede por casualidad. En el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos.” – Carlos Ruiz Zafón
Nuestra vida no es un cuento de hadas. Los acontecimientos se dan uno atrás del otro sin nuestro control. Nadie se para a preguntarnos si queremos que suceda lo que está por suceder.
No podemos guiar nuestra vida solamente hacia los eventos que deseamos que sucedan, y no podemos evitar que lo que sucede nos afecte de una u otra manera. Sin embargo, soñamos con una realidad utópica donde todo se va dando de acuerdo a nuestras expectativas. Y esto queda en evidencia cuando dado determinado evento, nos encontramos a nosotros mismos repitiendo la frase ‘si hubiera’.
‘Si hubiera llegado dos minutos antes, esto no habría pasado’, ‘si no hubiera tenido miedo, todo habría sido diferente’, etcétera.
La segunda ley hindú de la espiritualidad es determinante en este sentido. Nos enseña que aquello que sucede es lo único que puede suceder. No hay alternativas, no existe otro escenario donde las cosas se dan de manera diferente.
El ‘si hubiera’ es una creación de nuestra mente dual, gracias a la cual comparamos nuestra realidad en la que los distintos eventos se dan de forma caótica con una vida utópica en la que todo se va sucediendo de acuerdo a nuestros intereses.
En esta comparación nunca podremos ganar.
Esta comparación quita valor a nuestra vida. La hace menos perfecta, como si existiera una vida correcta y otra que no lo es, y a nosotros no hubiera tocado en suerte la equivocada.
La alternativa de la que hablas no existe, nunca sucedió.
Esta ley hindú de la espiritualidad nos dice que las condiciones para que ese ‘si hubiera’ suceda no son reales. Quítate eso de la cabeza.
Y entiende que tu poder no está en decidir qué sucede y qué no. No es responsabilidad tuya. Tu poder reside en entender que todo lo que sucede te forja y te enseña. La responsabilidad que tenemos para con la vida es la de aceptar el mensaje que está inscrito en cada evento. Desde el más pequeño hasta el más inmenso de los sucesos está cargado de significado, y lleva impreso la maravilla inconmensurable de la vida.
La dualidad de nuestro pensamiento está arraigada a nosotros desde siempre. Y limitará la manera en que nuestro mundo está estructurado si no ejercitamos el tener una perspectiva más integradora de la realidad. Cada ley hindú de la espiritualidadnos enseña que nada pasa por azar, todo es consecuencia exacta de un encadenamiento de situaciones específicas.
Tú eres quién eres, tu vida ES la vida.
En el momento en que comienzas a observar tu vida con ojos de una persona abierta, las cosas comienzan a tener mayor sentido. Nada sucede porque sí, absolutamente todo tiene un por qué si nos preocupamos por buscarlo. No te quedes con lo superficial de cada evento, ve más allá. Es más fácil (aunque claramente no más conveniente) quedarnos en lo que vemos en la superficie, en la manera en que cada situación afecta directamente en nuestra vida particular. Y también nos imposibilita abrirnos a lo que sigue después.
La segunda ley hindú de la espiritualidad debe ser la respuesta a todos nuestros conflictos con los eventos que se suceden.
Somos los eternos aprendices de la realidad.
Busca, pregunta y trabaja incansablemente por descifrar el llamado que la vida te hace.
Ábrete a la posibilidad de la contingencia. Las cosas seguirán su curso más allá de nosotros, cuando nos hayamos ido, cuando ya no podamos seguir renegando de nuestra realidad. Entiende que no somos necesarios, pero somos testigos.
La vida te llama. Deja que te enseñe su mensaje.
Sólo entonces podrás conocer la verdad detrás de cada suceso.
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