No hay nada malo con este mundo. No hay errores, ni está equivocado. El mundo no necesita un salvador, y no hay nada ni nadie que requiera ser cambiado. El mundo es, de hecho, exactamente, en un 100%, precisamente como tiene que ser. Y como tiene que ser implica ser una “máquina de elecciones”.
El rol de este mundo cuando naces en él, es presentarte constantemente una gran variedad de elecciones. Se te invita a creer que esta cosa o esa otra es importante para ti, que vale la pena pelear por esta causa, que esa cosa te da seguridad, que esta persona conoce la verdad, que aquella es confiable, que esta historia es la palabra de Dios, que la otra es una mentira absoluta, que este grupo es mi grupo, y ese grupo es mi enemigo... etcétera, etcétera. Este mundo te muestra una interminable selección de elecciones para que creas en ellas. Y en el instante que lo haces ,en el mismo segundo en que eliges una de las posibilidades que el mundo te está presentando, y crees en ella como si fuera verdad, te apegas a la ilusión.
Ahí es cuando empiezas a darle tu energía al mundo. Comienzas a hacer este trabajo, votas por ese partido político, sigues este equipo deportivo, te asocias con ese grupo de gente, luchas por esta causa, inviertes tu dinero en tal proyecto. Etcétera. No es que haya nada malo en eso. Pero lo que ha sucedido es que has tomado algo verdadero, tu naturaleza creadora eterna e inmortal, y la asociaste a algo transitorio y ficticio, las ilusiones de este mundo.
De nuevo, esto no es malo, pero se asocia a una gran cantidad de dolor. Y ese dolor hace que tú pelees y luches. Que a su vez, provoca que te apegues aún más y más. Y así, desciendes en una espiral más y más profundamente hacia el ilusorio mundo de la separación.
Y esa inmersión en espiral hacia la separación continúa vida tras vida, tal como estaba planeado. Puede seguir por una eternidad si lo permites, porque cada nueva elección que el mundo te presenta, te introduce más hondo en la ilusión.
Hay una sola cosa que te hace salir de esta situación, consiste en dejar de elegir entre las elecciones que el mundo te proporciona y escoger en cambio aquello que tu más profunda e íntima verdad te ofrece. Sólo entonces empiezas a soltar el mundo y a movilizarte hacia los niveles más elevados de consciencia. Pero aun así, el mundo no es erróneo. Aún sirve a su perfecto propósito como un deslumbrante show que atrae a todos aquellos que desean experimentar profundamente un ficticio mundo de separación y dualidad. Y no están equivocados por desear esta experiencia.
Has logrado un enorme crecimiento y evolución viniendo aquí, así también los demás tienen el derecho de hacer lo mismo.
Así que no es tu papel cambiar el mundo e intentar detener que sea la perfecta “máquina de elecciones” que es. Menos aún te corresponde intentar cambiar a otros y tratar de detenerlos de querer el mismo tipo de crecimiento acelerado que muchos encuentran aquí.
Entonces, abandona el deseo de salvar a otros o que te salven. No hay tal cosa como una verdadera salvación. En realidad nunca sucede. Cuando parece que sí ocurre siempre sale mal, se vuelve un desastre y causa más dolor del que alivia. No es deseable ni recomendable.
La diferencia entre querer ser un salvador o rescatista y un sanador son muy diferentes.
Un rescatista ve una víctima y la percibe como alguien “quebrantado”. La víctima siente que no puede ayudarse a sí misma y ruega, ¡“Arréglame”!, y el rescatista le dice, “Yo te voy a arreglar”! Entonces el rescatista toma decisiones sobre lo que debe hacer para la víctima o por ésta, la que mientras tanto es un recipiente pasivo de esta ayuda. O tal vez, el rescatista le dice a la víctima qué hacer y ella obedece sumisamente. Y dado que la víctima se halla en un estado de necesidad, y el rescatista en un estado de satisfacer la necesidad, la dependencia crece entre ambos.
Lo que no se reconoce es que el rescatista realmente también se está nutriendo de las necesidades de la víctima, y por tanto, ninguno quiere verdaderamente que esta última sane porque eso terminaría la interacción. Como resultado la víctima en vez de sanar se vuelve más impotente y hasta más víctima aún. Su necesidad simplemente se agranda. A su tiempo, el rescatista empieza a sentir que la necesidad de la víctima es demasiado grande como para satisfacerla, y a poco andar, se siente victimizado por las necesidades de la víctima. Cuando esto sucede, éste comienza a retirarle su energía, lo que da como resultado que la víctima se sienta victimizada además por el rescatista. Y todo termina en un gran desastre, con los participantes más hundidos todavía en el victimismo.
Por contraste, un sanador parte de la base de que está aquí realmente para sanarse a sí mismo, que esto es lo primero y más importante. Entonces cuando ve a alguien sufriente, sabe que está viendo a “otro yo mismo* que está herido”. Puede evaluar si le parece correcto ayudar a este otro yo mismo o no. Y uno de los principales criterios en esta decisión es si el otro yo mismo se halla verdaderamente buscando la sanación, lo que es opuesto a ser una víctima que lo que requiere es a alguien que la rescate. Si el sanador considera adecuado aceptarlo como cliente, lo asume con la creencia de que “mi rol es mostrarle a esa persona cómo se puede sanar a sí mismo”.
Los sanadores le ayudan a sus consultantes a sanarse a sí mismos. A cada uno se le ayuda a ver que no es una víctima sino de hecho, el creador de su dificultad y también el creador de su propia sanación. Hay un compartir información, sabiduría y lo que sea que el sanador ofrece.
La verdadera sanación sólo sucede cuando quien acude al sanador está dispuesto a hacerse cargo de su malestar o enfermedad y también de su propia sanación. Cuando la sanación termina la persona está más empoderada y es más probable que sea capaz de realizar su propia sanación a futuro. Es más independiente y fuerte en todo sentido. Y el sanador también se expandió y se sanó a través de la interacción. La interacción finaliza con crecimiento y sanación para todos los involucrados.
A medida que el sanador se va sanado, cambia la sanación que éste entrega. Su trabajo se hará en niveles energéticos más elevados. Finalmente, se sanará totalmente, y entonces dejará de practicar la sanación y de residir en separación completamente.
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