Cuando el Hijo fue creado, el creador le otorgó el Libre Albedrío, eso significaba que él podía hacer con su alma lo que quisiera. Podía degradarla con experiencias y vivencias impuras o podía elevarla y transformarla en una realidad divina y eterna.
Es aquí que el Hijo (Pensamiento del creador) escogió el sendero de su existencia. Si degradaba su alma se quedaría solo con la vida, y si la elevaba se quedaría con la existencia eterna. Fue aquí que el Hijo-Pensamiento entendió que había heredado de su padre toda la sabiduría inimaginable de la Mente Universal y si él no sabía manejar su legado positivamente, entonces perdería el regreso a quien le dio la vida y existencia: La Mente-Padre.
A través de las miles y millones de experiencias y vivencias que el Hijo-Pensamiento, diseminado en la Mente Universal, ha tenido desde que fue creado, comprendió su realidad y desarrolló el legado de su padre, multiplicó la herencia de su alma, convirtiéndola en una Alma-Pensamiento-Elevada en un Cuerpo Divino, Sublime y Eterno, formó entonces su ESPÍRITU.
EL ESPÍRITU es propio del hombre es el alma legada por su creador, convertida por él en una Energía-Pensamiento elevada y perfecta. Conforme el Hijo-Pensamiento recorría el universo y aprendía a conocer la creación de su padre, iba grabando su alma con lo mejor de lo mejor que encontraba en su camino. Extraía de la creación lo más perfecto y elevado, sus pensamientos se convertían en energía de delicados matices.
Cuando el Hijo-Pensamiento regresó a su padre la Mente Universal, solo lo pudo hacer con un cuerpo de LUZ extraído de los pensamientos más elevados de su alma, este cuerpo lo llamó: ESPÍRITU.
Al regresar a su padre lo nutrió de pensamientos llenos de experiencias y vivencias perfectos, elevados y llenos de CONOCIMIENTO, ENTENDIMIENTO Y AMOR.
El Hijo-Pensamiento le demostró a su creador, que él era un digno hijo y que él era tan creador como su padre.
Es aquí que el Hijo (Pensamiento del creador) escogió el sendero de su existencia. Si degradaba su alma se quedaría solo con la vida, y si la elevaba se quedaría con la existencia eterna. Fue aquí que el Hijo-Pensamiento entendió que había heredado de su padre toda la sabiduría inimaginable de la Mente Universal y si él no sabía manejar su legado positivamente, entonces perdería el regreso a quien le dio la vida y existencia: La Mente-Padre.
A través de las miles y millones de experiencias y vivencias que el Hijo-Pensamiento, diseminado en la Mente Universal, ha tenido desde que fue creado, comprendió su realidad y desarrolló el legado de su padre, multiplicó la herencia de su alma, convirtiéndola en una Alma-Pensamiento-Elevada en un Cuerpo Divino, Sublime y Eterno, formó entonces su ESPÍRITU.
EL ESPÍRITU es propio del hombre es el alma legada por su creador, convertida por él en una Energía-Pensamiento elevada y perfecta. Conforme el Hijo-Pensamiento recorría el universo y aprendía a conocer la creación de su padre, iba grabando su alma con lo mejor de lo mejor que encontraba en su camino. Extraía de la creación lo más perfecto y elevado, sus pensamientos se convertían en energía de delicados matices.
Cuando el Hijo-Pensamiento regresó a su padre la Mente Universal, solo lo pudo hacer con un cuerpo de LUZ extraído de los pensamientos más elevados de su alma, este cuerpo lo llamó: ESPÍRITU.
Al regresar a su padre lo nutrió de pensamientos llenos de experiencias y vivencias perfectos, elevados y llenos de CONOCIMIENTO, ENTENDIMIENTO Y AMOR.
El Hijo-Pensamiento le demostró a su creador, que él era un digno hijo y que él era tan creador como su padre.
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