La gente utiliza la mente imprudentemente, arruinando sus vidas y las vidas de otros con sus pensamientos y palabras que surgen de su propio impulso egocéntrico.
Es únicamente la vida de tus pensamientos y tus trastornos emocionales lo que acaba en riñas y violencia, no tu cara, cuerpo, manos y piernas, a menos que las riñas terminen en el abuso físico. Pero incluso el conflicto corporal, tiene su origen en la frustración del ego dentro de la mente y las emociones que deriva en el uso de los miembros externos para descargar la ira incontrolable.
De esta manera, los matrimonios – y las amistades – empiezan con alegría mutua y al final acaba en desgracia y en mutuo rechazo, porque las personas encuentran imposible canalizar sus impulsos egocéntricos en modos de expresión que mantengan la vida y el amor.
Los padres y los hijos expresan el amor mutuo hasta los años de la adolescencia, y luego el odio entra en escena y amarga las relaciones cuando los hijos se rebelan contra la autoridad y los padres reaccionan con el abuso pretencioso. De nuevo, no hay necesidad de tal conflicto. Los padres deben darse cuenta con firmeza de que cada generación lucha por encontrar su lugar en el mundo adulto y para hacer las cosas de manera más innovadora que sus mayores. ¿Cómo pueden florecer los jóvenes si se les ponen grilletes en un cautiverio adolescente?
El tiempo en que los hijos se convierten en jóvenes adultos es un ‘tiempo de crecimiento’ para los padres, que ahora deben prepararse para la siguiente etapa de sus vidas: el uso más inspirado de sus talentos latentes, y luego la vejez, la aceptación de sus locuras y errores pasados y, por fin, una transición pacífica hacia la Luz eterna.
¿Por qué discutir? ¿Por qué pelear? La gente que está totalmente controlada por el ego despotrica acaloradamente por sus ‘derechos’.
La gente que está espiritualmente madura soluciona los problemas hablándolos con empatía.
¿Qué significa esto en términos humanos? Significa escuchar al otro con el reconocimiento, hablado o en silencio, de que la forma como se sentía o se siente la otra persona en cierta situación es tan válida y merece tanto respeto como si fueran los sentimientos de uno mismo.
Cuando te toma por sorpresa un serio enfrentamiento en el que ninguno de los dos está dispuesto a ceder un ápice de terreno, apártate a solas y tómate un tiempo para darte cuenta que aquello en lo que estás trabado es una ‘batalla de la consciencia’. La batalla no es tan sólo el resultado de lo que realmente ocurrió y se dijo en el momento de ira; lo que realmente pasó es el resultado de lo que los dos son en consciencia.
Esto involucra los antecedentes de cada uno. El conflicto surge de la personalidad en sí, de la clase de impulso egocéntrico que posee cada persona, de las percepciones básicas de lo que es correcto o incorrecto, de las actitudes que cada uno tiene hacia los demás y hacia la vida en general. Por lo tanto, cuando te veas envuelto en un conflicto o enfrentamiento, dile a tu rival que quieres hacer una pausa para detenerte y aquietar tu mente y así poder escuchar con más provecho.
Luego, sé muy sabio. Recurre a la Consciencia Divina y pídele la intervención de la Consciencia
Amorosa en esta situación.
Intenta entender y visualizar que ambos están dentro de la Luz de la Consciencia Divina, iguales en el origen de su alma, caminando el mismo destino, igualmente verdaderos, igualmente humanos e igualmente únicos.
Mientras no puedas meterte de lleno en este entendimiento, este estado mental, no estarás preparado todavía para pararte en la Luz Divina para resolver amorosamente tus conflictos y tus sentimientos heridos.
Regresa con tu contrincante y sugiérele que cada uno pueda tener cinco o diez minutos completos para explicar su punto de vista clara y tranquilamente, su percepción de lo que realmente se dijo, de lo que fue el origen de la pelea, de cómo fueron ofendidos los sentimientos, de cómo el asunto debería ser resuelto.
Elije que el otro hable primero y de nuevo pon la situación en manos de la Consciencia Divina.
Si hay muchas acusaciones amargas, intenta calmar tu propio ego y quédate absolutamente callado y tranquilo. Esto ayudará enormemente al otro, puesto que sentirá que le estás escuchando. Esto evitará el sentimiento de frustración. Racionalmente comprende que estás ayudando a tu contrincante pero, ¡no te infles sintiéndote superior!
Intenta al máximo ver hasta qué punto lo que se está diciendo sobre ti es cierto, sea lo que sea.
Si es válido, muérdete la lengua y acéptalo. Quédate contento y regocíjate, porque en ese instante has tenido un momento de visión interior de tu propia consciencia humana, dándote la oportunidad de deshacerte de una faceta del impulso egocéntrico. Cada vez puedes deshacerte un poco más del impulso egocéntrico y permitir que tu alma tenga más ‘espacio para respirar’ y para tener más control activo de tu personalidad. También subes en frecuencias vibratorias de consciencia y te sientes un grado más ligero en tu interior.
De esta manera creces psicológica y espiritualmente.
Escucha los sentimientos del otro. Intenta restringir los tuyos e identifícate con las emociones de quien te desafía. Siente su dolor, su indignación, sus angustias. Aparta las tuyas y concéntrate en sentir las suyas.
Pregúntate: si alguien tu hubiera dicho o hecho lo que tú has dicho o hecho al otro, ¿cómo te sentirías? Si puedes apartar tu ego lo bastante como para poder considerar esto, entonces estás en el camino hacia la superación de la clase de impulso egocéntrico que pone a ‘uno mismo’ por encima de toda otra consideración y que es incapaz de ver cualquier otro punto de vista.
Antes de hablar, tranquilamente espera en silencio hasta que los diez minutos de tu rival hayan concluido completamente, incluso si acabara antes de tiempo, los dos quédense en silencio durante un rato. Reconoce tan amablemente como puedas, que has oído lo que ha dicho y que puedes comprender por qué está tan disgustado. En aquel instante de auto-control, comprende que te has ganado un mínimo de control sobre ti mismo y que has dado el primer paso para sanar la situación.
Por otra parte, si realmente no has comprendido lo que te ha dicho, entonces estás mentalmente bloqueando algo de lo que te está diciendo, que no quieres oír o recibir. Por lo tanto de nuevo, tu ego está en control. Controla tu ego e invita al otro a explicarse un poco más, y otra vez haz lo mejor que puedas para ponerte en su situación.
Siente su dolor. Entiende su enojo.
Cuando hayas recibido a la otra persona en tu comprensión y la hayas reconocido, sus defensas egocéntricas empezarán a ceder, le verás empezar a relajarse. Cada uno se sentirá mejor.
Habiendo hecho esto con calma, despacio, con cuidado entonces darás una explicación igual de clara, de como tú te sentías en esas circunstancias. No uses palabras calculadas para humillar a tu rival y así disgustarlo. Recuerda que:
a) estás haciendo un esfuerzo para controlar tu ego como preludio al amor incondicional.
b) estás trabajando para lograr paz y comprensión entre los dos, no para ganar puntos.
c) tu respuesta no debe acabar en más conflicto a causa de usar palabras que puedan disgustarle más.
Si lo haces, entonces tu ego ha ganado el asalto contra ti. Y tu psique ha perdido.
Si cada uno está viviendo dentro de las frecuencias espirituales de la consciencia, tu oponente te concederá la misma respuesta consistente en escuchar, pensar y reconocer tu postura como tú se la hayas concedido; pero si vive plenamente en las frecuencias de consciencia terrenales, puede que tengas dificultades. Quizás sienta que intentas ganar puntos al ser ‘santo’ o ‘superior’ o más grande de alguna manera. Tranquilízale, dile que es doloroso que haya un conflicto entre los dos. Que simplemente estás probando un método para asegurar que los dos puedan explicar sus personales puntos de vista y así alcanzar una mutua reconciliación en lugar de una cosa superficial en la que los sentimientos heridos se queden infectando la mente, el corazón y el cuerpo.
Cada uno debe conceder al otro, con palabras suaves, el derecho de estar en desacuerdo, dando razones válidas acerca del desacuerdo. Encuentra dentro de ti mismo la fortaleza para reconocer que tú, como ser humano, no puedes siempre tener la razón puesto que tú, cómo todos los demás, has nacido con un impulso egocéntrico controlador que te obliga a tener y a defender con fuerza la postura de ‘llevar la voz cantante’. Recuerda que mientras creas que eres el ‘portador de la voz cantante’, él también lo creerá de sí mismo. Humanamente él se cree, al menos, en un nivel igual que el tuyo, si no es que superior. Sea lo que sea que su ego le haga pensar sobre sí mismo y su punto de vista, es exactamente lo mismo que tu ego te hace pensar acerca de tus opiniones e ideas.
Cuando puedas llevar a la Consciencia Divina a la palestra de tu consciencia humana, literalmente habrás recibido, con aceptación compasiva y amor, la realidad humana en tu interior, se habrá disuelto la negatividad entre los dos y se habrán elevado las frecuencias vibratorias de ambas consciencias, permitiendo a cada uno sentirse más ligero y más vibrante. Puesto que esto dejará a los dos en perfecta paz, ya no habrá conflicto. Esto es muy importante para el bienestar de ambos.
Si, en cambio, te niegas a escuchar y a aceptar con perdón amoroso la ‘verdad’ del otro, la repulsión crea una energía de ‘rechazo’ emocional que se une y refuerza con otros residuos de fuerza energética y de rechazo dentro de los campos electromagnéticos de consciencia de todo tu sistema. ‘El magnetismo de rechazo’ merma el magnetismo de adhesión entre las células y se comienza a establecer la mala salud.
Este hecho de la existencia es el campo de toda la medicina psicosomática. La gente que continuamente culpa y juzga a otros y mantiene la mente totalmente cerrada respecto a su propio papel en el conflicto, al final experimenta algún tipo de crisis radical en su mundo físico o emocional. Si puedes poner atención y trabajar sobre esta tendencia de ejercer el control, de juzgar a otros y de exculparte a ti mismo de toda responsabilidad y puedes finalmente dar a tu ‘alma’ plena maestría en tu personalidad, la crisis, sea cual sea la índole, al final desaparecerá por completo.
Si, durante un conflicto con otro das tiempo, espacio y comprensión, y encuentras en el otro únicamente terca resistencia en la forma de una afirmación continua de sentimiento ofendido personal, entonces estás tratando con la ceguera egocéntrica y lo único que puedes hacer es reírte, darte por vencido y marcharte.
Con la condición de que te marches perdonando y comprendiendo su ego controlador, puede que tú hayas obtenido la derrota, pero has ganado una victoria sobre ti mismo y te has abstenido de introducir vibraciones negativas en tu campo de consciencia.
Lo peor que puedes hacer para promover la discordia es decirle a una persona que ‘no debe sentirse así’ o que ‘no quiere decir lo que dice’. Estas dos frases son una crasa violación de su dignidad y del respeto que se debe al otro, y rechazan la ‘realidad humana’ del otro.
Puedes preguntar a otro: ‘¿Realmente quieres decir lo que dices?’ Si la respuesta es ‘sí ’ entonces debe ser aceptada y la discusión debe continuar desde este punto.
Nunca ignores lo que otro intenta contarte porque no quieras enfrentarte a lo que te está diciendo. Esto es cobardía y otorga puntos a tu ego. Sé valiente y escucha, con los dos oídos abiertos, para recibir la verdad tras las palabras.
Debes aceptar la ‘realidad’ de una persona, estés o no de acuerdo, aunque una faceta te cause estupefacción o desagrado. Recuerda que no conoces todas las circunstancias desde las cuales haya crecido esa consciencia humana hasta su forma actual. Si juzgas, criticas y condenas de cualquier manera, has erigido una barrera entre tú y esa persona, que no se derrumbará por mucho que desees pasar por alto todo lo negativo en él y volver a ser amigos en el futuro. Sin saberlo, lo que rechazas de él quedará en tu consciencia como la base de discordias futuras que crecerán y al final pesarán más que el afecto. Inconscientemente dirás cosas en el futuro que reflejarán tu subyacente desconfianza secreta o desagrado. En lugar de aceptar sus debilidades con amor y ayudarle a ocuparse de ellas y a superarlas, le pondrás en guardia contra ti y nunca confiará en ti completamente. Tu ego y su ego habrán mantenido una batalla secreta de la cual ninguno de los dos seréis del todo conscientes.
El amor podría convertirse en odio. Recuerda: tu vida es un ESTADO DE CONSCIENCIA en el cual los pensamientos y los sentimientos están depositados como en una caja fuerte. Deja que la aceptación y el amor sean el acero del que está hecha la caja.
Cuando te encuentres con alguien por quien te sientas atraído por simple amistad, y descubras que hay elementos de su pasado que son contrarios a tus principios, tienes estas opciones:
a) de mantenerte en contacto con él aceptando plenamente su pasado y, posiblemente, en situaciones futuras indicarle la característica, con lógica y cariño, ayudándole a crecer, si esto es imposible;
b) enseguida aléjate de la situación, hasta que veas sus problemas desde la perspectiva de la aceptación amorosa inspirada por la Divina Consciencia, y le encuentres receptivo a tus principios.
Nunca se debe acusar a una persona de que actúa por un impulso egocéntrico. Todos los seres humanos son impulsados por el ego en mayor o menor medida. ¡Nunca adoptes una actitud que humille a otro!
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