El ego mantiene vigilancia sobre los errores de otros egos y no es la clase de
vigilancia que tu Espíritu quiere que mantengas.
Los egos critican basándose en el tipo de
"lógica" de que son partidarios. Entienden esa clase de lógica
porque para ellos tiene sentido. Para el Espíritu, no obstante, no tiene
ningún sentido.
Para el ego lo caritativo, lo correcto y lo apropiado
es señalarles a otros sus errores y tratar de
"corregirlos". Esto tiene perfecto sentido para él porque no
tiene idea de lo que son los errores ni de lo que es la corrección.
Los errores pertenecen al ámbito del ego, y la
corrección de los mismos estriba en el rechazo del ego. Cuando corriges a
un hermano le estás diciendo que está equivocado. Puede que en ese momento
lo que esté diciendo no tenga sentido, y es indudable que si está hablando
desde su ego no lo tiene. Tu tarea, sin embargo, sigue siendo decirle que
tiene razón. No tienes que decírselo verbalmente si está diciendo
tonterías. Necesita corrección en otro nivel porque su error se encuentra
en otro nivel. Sigue teniendo razón porque es parte del todo. Su ego, por
otra parte, está siempre equivocado, no importa lo que diga o lo que haga.
Si le señalas a tu hermano los errores de su ego,
tienes forzosamente que estar viendo a través del tuyo porque el Espíritu no percibe sus errores. Esto tiene que ser verdad, toda vez que no
existe comunicación entre el ego y el Espíritu. Lo que el ego está
diciendo no tiene sentido, y el Espíritu
no intenta comprender nada que proceda de él. Puesto que no lo
entiende, tampoco lo juzga, pues sabe que nada que el ego haga tiene sentido.
Reaccionar ante cualquier error, por muy levemente que
sea, significa que no se está escuchando al Espíritu. Él simplemente pasa
por alto todos los errores, y si tú les das importancia, es que no lo estás
oyendo a Él. Si no lo oyes, es que estás escuchando al ego, y mostrándote
tan insensato como el hermano cuyos errores percibes. Esto no puede ser
corrección. Y como resultado de ello, no sólo se quedan sus errores
sin corregir, sino que renuncias a la posibilidad de poder corregir los
tuyos.
Cuando un hermano se comporta de forma demente sólo lo
puedes sanar percibiendo cordura en él. Si percibes sus errores y los
aceptas, estás aceptando los tuyos. Si quieres entregarle tus errores al
Espíritu, tienes que hacer lo mismo con los suyos. A menos que ésta se convierta en la
única manera en que lidias con todos los errores; no podrás entender cómo se
deshacen. ¿Qué diferencia hay entre esto y decirte que lo que enseñas es
lo que aprendes? Tu hermano tiene tanta razón como tú, y si crees que
está equivocado te estás condenando a ti mismo.
Tú no te puedes corregir a ti mismo. ¿Cómo ibas a poder entonces corregir a otro? Puedes, no
obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es posible verte a ti mismo
verdaderamente. Tu función no es cambiar a tu hermano, sino
simplemente aceptarlo tal como es. Sus errores no proceden de la verdad
que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad en ti. Sus errores no
pueden cambiar esto, ni tener efecto alguno sobre la verdad que mora en
ti. Percibir errores en alguien, y reaccionar ante ellos como si
fueran reales, es hacer que sean reales para ti. No podrás evitar pagar
las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar, sino porque estarás
siguiendo al guía equivocado, y, por lo tanto, te extraviarás.
Los errores que tu hermano comete no es él quien los comete, tal como no eres tú quien comete
los tuyos. Considera reales sus errores, y te habrás atacado a ti
mismo. Si quieres encontrar tu camino y seguirlo, ve sólo la verdad a tu
lado, pues camináis juntos. Cualquier intento que hagas por corregir
a un hermano significa que crees que puedes corregir, y eso no es otra cosa que
la arrogancia del ego.
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