ALGO
INNATO EN EL SER HUMANO ES QUERER RESOLVER LOS PROBLEMAS DE LOS DEMÁS: ALGO QUE
CREEMOS QUE ES NUESTRA BONDAD INFINITA, LA CARIDAD, NUESTRO EGO SALVADOR, LO
QUE PARECE SER LA CONCIENCIA, LA CREENCIA EN QUE ESTAMOS CAPACITADOS PARA
HACERLO, ETC.
Sufrimos
con ellos, ocupan nuestro tiempo, afectan a nuestro equilibrio, nos descentran
de nuestro camino, nos hacen sentirnos útiles, necesarios, o sabios…
De
pronto, nos creemos en posesión de las verdades y las soluciones, y nos
convertimos en caballeros cruzados destinados en la misión de proteger a los
otros.
Pero hay
que tener mucho cuidado con esa forma de comportarse. Y mirar con atención
dentro de cada uno, no vaya a ser que ese querer resolver los problemas de los
demás…….no sea solo una trampa propia, para no enfrentar los nuestros.
En
muchas ocasiones podemos perjudicar más que ayudar si tratamos de imponer
nuestras ideas o soluciones como las más idóneas, porque, generalmente, cuando
damos una opinión o emitimos un juicio, no tenemos conocimiento de todas las
circunstancias, no estamos en la situación del otro, y no somos el otro. Porque
si fuéramos el otro, haríamos exactamente lo mismo que él.
ADEMÁS
SOLUCIONAR EL PROBLEMA DEL OTRO, SUPONE QUE LE ESTAMOS PRIVANDO DEL
CONOCIMIENTO Y LA EXPERIENCIA QUE DICHA SOLUCIÓN LE VA A APORTAR PARA SU
EVOLUCIÓN CORRECTA.
ES RECOMENDABLE no meterse a resolver los problemas de
los otros, porque son de los otros y no nuestros, pero si nos piden ayuda, es
conveniente respetar estas sugerencias:
ES BUENO
ACLARAR QUE EL OTRO ESTÁ PIDIENDO AYUDA, y no presuponer que la está pidiendo
porque la está necesitando. Esto puede ser sólo una opinión personal nuestra, y
puede que el otro, antes o después, acabe echándonos en cara –sobre todo si el
resultado no acaba siendo el que esperaba- que nos metimos en su vida, y que
nunca solicitó nuestra ayuda. Así que es fácil: “¿Deseas que, en la medida que
me sea posible, te ayude?”. Esto no es imprescindible, pero sí muy
recomendable.
JAMÁS
IMPONER NI DAR UNA SOLUCIÓN COMO DEFINITIVA,sino sugerir, opinar, proponer…
(“yo creo…”, “a mí me parece…”) La responsabilidad final ha de ser del otro.
Antes que dictaminar, es mejor: “¿No crees tú que estaría bien…?”, “¿Y qué te
parece si…?”, “¿Has pensado que tal vez…?”
NO IMPLICARSE. Si
uno se pone en el lugar del otro, no verá una solución ecuánime, sino que se
sentirá tan perdido o agobiado como el otro. Cuando uno se está ahogando en el
mar, lo que no necesita es alguien que se tire al agua para ayudarle a gritar
más, sino alguien que se quede fuera, sereno, para ayudarle a salir.
MEJOR ESTAR FUERA, sereno, imparcial, sin dejarse afectar, para que la sensatez y la
lógica imperen por encima de la obnubilación y la tensión que altera el
pensamiento y el raciocinio.
SON SUS
PROBLEMAS, son sus aprendizajes; cada uno ha de vivir sus experiencias, así que
no siempre es bueno evitárselas. Salvo caso de gravedad extrema, mejor hacerle
ver la posibilidad de las consecuencias, pero dejar que decida por su cuenta.
HAY QUE APRENDER A NO SUFRIR PONIÉNDOSE EN EL LUGAR DEL OTRO, y
comprender que son sus decisiones y que su vida es de su responsabilidad, y no
nuestra. Estar atentos, sí. Entrometerse, no. Amarles, sí. Decidir por ellos,
no.
NO CONFUNDIR EMPATÍA CON SOBREPROTECCIÓN. Amar, sí. Desear lo mejor y lo menos malo, sí. Hacerse cargo de su
vida y de sus responsabilidades, sólo en casos extremos realmente graves. A los
bebés les dejamos que empiecen a andar, aun sabiendo que se van a caer muchas
veces y no les dejamos pegados al suelo impidiendo que se levanten, para evitar
que se puedan caer.
LA COMPASIÓN ES BUENA, pero puede ejercer una mala influencia. Estos casos son una
excelente prueba para nuestro ego, que puede meterse donde no le llaman para
aprovechar ese momento y tratar de mostrar su “brillantez”.
NUESTRA SENSATEZ, si la escuchamos con atención, nos indicará el modo de actuar en
cada caso. Escuchémosla a ella, y no al ego, cuando se presente la ocasión y
nos dirá cómo tenemos que comportarnos.
Vive y
deja vivir, tu vida es suficiente como para no interferir en la de los demás.
LOS
PROBLEMAS DE LOS DEMÁS SON UNA BUENA OCASIÓN DE MOSTRAR NUESTRA CAPACIDAD DE
AMAR. PERO, EN MUCHAS OCASIONES, ANTE UN PROBLEMA, LOS DEMÁS SÓLO DESEAN O
NECESITAN NUESTRO SILENCIO, ÁNIMO, APOYO, ACOGIMIENTO O COMPRENSIÓN. NO
SOLUCIONES. NO QUE NOS HAGAMOS CARGO DE SU VIDA.
SABER
QUÉ HACER, Y CÓMO ACTUAR BIEN, ES UN MOMENTO ADECUADO PARA CONTACTAR CON
NUESTRO MAESTRO INTERIOR.
Publicado
por Esteban Perez
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