IDENTIFICARSE
con algo que tú no eres: así se forma el ego.
El ego
significa identificarse con algo que tú no eres. Seas lo que seas, no
necesitas identificación. No hace falta que te identifiques con ello, puesto
que ya lo eres.
De modo que cuando
se da una identificación, es con algo, con algo que tú no eres. Te puedes
identificar con el cuerpo, con la mente, pero desde el mismo momento en que te
identificas, te pierdes. En eso consiste el ego, y así es como se forma y como
cristaliza el ego.
Siempre que afirmas
el «yo» se produce una identificación con algo, con un nombre, una forma, con
un cuerpo, con un pasado, una mente, unos pensamientos, unos recuerdos. Se
produce una profunda identificación, y solo entonces puedes afirmar el «yo».
Si no te identificas con ninguna otra cosa y sigues siendo tú mismo, no puedes
decir «yo». Ese «yo» simplemente desaparece.
«Yo» significa
identidad.
La identidad
constituye la base de toda esclavitud: identifícate y estarás encarcelado.
La identidad se
convertirá en tu cárcel. No te identifiques, sigue siendo tú mismo, y así
encontrarás la libertad. En eso consiste el cautiverio: el ego es el
cautiverio, y la ausencia de ego la libertad. Y ese ego no es sino
identificarse con algo que tú no eres. Pongamos un ejemplo. Todo el mundo se
identifica con su nombre, pero todo el mundo nace sin nombre. Después el
nombre ad quiere tanta importancia que hay quienes son capaces de morir por
él.
¿Qué es un nombre?
En cuanto te identificas, adquiere gran importancia. Sin embargo, todas las
personas nacen sin nombre, innombradas. Lo mismo ocurre con la forma; todo el
mundo se identifica con su propia forma. Todos los días te pones ante el
espejo, ¿y qué ves? ¿A ti mismo? No. Ningún espejo puede reflejarte a ti tal
y como eres, sino solo la forma con la que te identificas. Pero la estupidez de
la mente humana alcanza tal grado que la forma cambia constantemente, día a
día, y nunca te desilusionas.
¿Cuál era tu forma
cuando eras pequeño? ¿Cuál era tu forma cuando estabas en el seno materno?
¿Cuál era tu forma cuando solo estabas en la semilla de tus padres? Si te
presentaran una fotografía, ¿reconocerías el feto en el vientre de tu madre?
¿Lo reconocerías y dirías: «Ese soy yo»? No, pero debes haberte identificado
con él mucho antes... Después viniste al mundo, y si pudiera reproducirse tu
primer llanto, ¿lo reconocerías y dirías: «Es mi llanto?». No, pero era tuyo,
y debes haberte identificado con él.
Si se le pudiera
enseñar un álbum a un moribundo... Una forma en continuo cambio... Sí, hay
una continuidad, pero cada momento es un cambio... El cuerpo cambia cada siete
años, por completo; nada sigue igual, ni una sola célula. Y, sin embargo,
pensamos: «Esta es mi forma, esto soy yo». Y la conciencia carece de forma. La
forma es algo externo que cambia sin cesar, como nos cambiamos de ropa.
Esa identificación
es el ego.
Si
no te identificas con nada —ni
con un nombre, ni con una forma, con nada—, ¿dónde está el ego entonces?
Entonces eres, pero al mismo tiempo no eres. Entonces eres con absoluta pureza,
pero sin ego.
Por
eso Buda decía: «Como no existe el ego, ni siquiera
puedes llamarte por tu nombre.
No puedes decir "yo", porque el
"yo" no existe. Solamente hay pura existencia».
Esa pura
existencia es la libertad.
OSHO.
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