No se trataba de un
hombre común.
Nikola Tesla viajó
desde una galaxia situada mucho más allá de nuestra actual comprensión de la
«distancia» y el «tiempo», para tomar forma humana por primera vez en la Ultima
Generación de la Atlántida, encarnado
como AKKAENESET.
Este
hombre, Tesla, caminó entre los nativos de la Atlántida durante la Ultima
Generación, pero que la suya era una presencia extranjera. En gran medida su asimilación en esa cultura estuvo coordinada por
los Annunaki con
fines no muy claros.
El nunca sufrió el
tedio de la encarnación. Simplemente entró en el cuerpo de un sacerdote de la
Hermandad Oscura, que le cedió alegremente su ser físico ansioso de liberarse
de sus descarriadas lealtades y de la persuasión oscura.
La
élite gobernante Annunaki asignó a Tesla, Akkaeneset-Guardián de la Energía, la posición de alquimista jefe de Atlán. Allí, el viajero del
tiempo encontró un pueblo sofisticado, cuya tecnología de los cristales
había alcanzado un notable desarrollo.
Akkaeneset puso la
Tierra del revés, y con sus «tira y afloja» creó una tecnología que
sobrepasaba en gran medida las que conocéis o imagináis actualmente. Realizó
importantes experimentos con la gravedad, la invisibilidad y la electricidad;
él y su equipo dieron al Sacerdocio aparatos voladores que podían cubrir
grandes distancias; había máquinas solares, máquinas del tiempo y rayos
láser mucho más sofisticados que los vuestros.
Sin embargo, el
aspecto más significativo de su paso entre vuestros ancestros fue otro. Al ser
un viajero del tiempo, el alquimista llevó al marco tridimensional
conocimientos tan adelantados al tiempo terráqueo que rasgó un agujero en el
tiempo lineal de esa realidad. En cierto sentido, sacó a la humanidad del
tiempo lineal y mostró a vuestra raza vislumbres de la realidad
tetradimensional. Paradójicamente, al tiempo que daba al Sacerdocio los medios
de condicionar la mente de vuestros antepasados, también dio a la humanidad
una visión de lo que está más allá de las limitaciones de la tercera
dimensión. Esta fue la naturaleza dual de su estancia entre vosotros en ese
entonces; fue su mayor contribución al progreso de la humanidad.
Después de ese
estadio en la tierra en la época atlante, y al momento de su re-entrada en la
forma física (reencarnacion, mediados del siglo XIX) de Nicolás Tesla, vuestra ciencia y tecnología estaban aún en
una etapa de desarrollo infantil. Sin embargo, estabais progresando
rápidamente; la ciencia y el espíritu se esforzaban por mantener un
equilibrio y el péndulo se balanceaba marcando el ritmo de la evolución
humana. Tesla iba a catapultaros hacia otros marcos de conciencia, alterando
ese equilibrio, porque su impronta provenía del «futuro» y del «pasado»...
desde el no-tiempo de toda experiencia.
La reaparición de
Akkaeneset como Nicolás Tesla en la realidad física fue con toda claridad un
intento de su alma de resolver la encarnación de intención oscura vivida en
la Atlántida, porque tenía una inmensa deuda kármica.
Como
el alquimista era jefe de Atlán, no sólo participó directamente en los experimentos que produjeron la destrucción
de esa realidad, sino que fue el cerebro responsable del Error Atlante (fue su creador) y esto es
algo que podía
recordar. Sus experimentos con las fuerzas geofísicas de la Tierra y la
alteración de los campos emocionales de la humanidad simplemente hicieron
saltar un fusible en las redes neuronales de Gaia.
El hundimiento de la
Atlántida y la devastación global subsiguiente fueron simplemente eso: el
planeta Tierra había sido cortocircuitado, por lo que cerró su sistema
nervioso central y lo dejó descansar. En esencia, Gaia recuperó su poder.
Después de la
devastación de aquel ciclo de vida, el alma de Akkaeneset eligió no retornar
a la forma hasta la época en que dispondría de una oportunidad para
equilibrar los platillos de la balanza, y su deuda kármica pudiera ser
liberada de la carga del error. Esa «época» fue 1856 —un punto crucial para la
humanidad—, el principio de la Era Industrial. Nikola Tesla pasó por el útero
de su madre, atravesó el portal y nació, trayendo a la encarnación su
conocimiento innato del operar del cosmos y un recuerdo no tan remoto de sus
fechorías en la Atlántida.
De joven dedicó
casi todas sus energías al estudio de la relación y la interacción entre la
electricidad y el magnetismo, y cómo controlar estas fuerzas con el poder de
la mente. No podía ser de otra manera. Dedicándose a enseñar a la humanidad
el inmenso poder de estas fuerzas complementarias, volvió a la forma para
enseñaros una antigua lección: cómo utilizar las fuerzas de Gaia para servir
a la luz en lugar de incrementar la oscuridad. Este era su propósito kármico.
Como ya sabéis, la
resolución del karma a menudo implica afrontar las mismas tentaciones y
pruebas de vidas anteriores, aunque éstas suelen ser mucho mayores y más
difíciles de superar. En el caso de Akkaeneset, las buenas intenciones de su
alma finalmente se perdieron ante las presiones de la vida terrenal y la carga
insoportable de ser un genio sobrehumano.
Confirmamos que los
primeros años de Nikola Tesla estuvieron dedicados a dar a la humanidad una
tecnología que pudiera controlar las fuerzas naturales para el bien de la
humanidad. .., acabando con el hambre y con todo el sufrimiento del mundo. Su
intención inicial era llevar la luz de la sabiduría universal al mundo
físico de la humanidad, y dotar a la raza de lo que, según creía, se usaría
para el bien de todas las sociedades del planeta. Su noble idea era utilizar
las fuerzas naturales de Gaia para ofrecer energía gratuita a los seres que la
habitaban.
Por desgracia, esto
no entraba en los planes de la élite de poder, cuya estrategia comercial para
el planeta Tierra siempre ha estado formulada sobre fundamentos mucho menos
altruistas. Muchos miles de años antes de que se empezara a escribir vuestra historia,
los Annunaki impusieron un plan a la humanidad que consistía en expoliar el
planeta para conseguir beneficios y forzar a la raza a consumir esos recursos
robados.
Aunque sus
intenciones iniciales eran elevadas, el hombre, Nikola Tesla, por desgracia
aún tenía problemas de ego sin resolver que el poder manipuló fácilmente,
porque ésa es su carne y su alimento: el ego no resuelto.
Tesla sabía que
controlar esas fuerzas fisiológicas planetarias cambiaría la realidad global
de la Tierra para siempre. Su visión extradimensional del potencial geofísico
de Gaia como fuente de energía gratuita para todos los seres humanos fue rechazada
por los propietarios corporativos de los recursos terráqueos, puesto que ya os
estaban vendiendo la energía. Montaron una campaña agresiva contra él hasta
que el ridículo y el descrédito de sus ideas eran tan insuperables que su
intención de ofrecer energía gratuita a toda la humanidad se convirtió en un
chiste para el mundo científico .
Desencantado, Tesla
empezó a orientar su genialidad hacia el lado oscuro. Los centinelas de la
élite de poder, los líderes militares, pronto le llamaron con la intención
de monopolizar su trabajo mediante grandes becas y ayudas económicas, a la vez
que le daban acceso a todo tipo de equipos que sólo ellos le podían ofrecer.
Esto, evidentemente, era parte del plan destinado a apartarle de la atención
pública, donde podría conseguir suficiente notoriedad para alterar los planes
del Gobierno Secreto. Se le instaló en laboratorios controlados, donde era
libre de diseñar y desarrollar sus innovadoras máquinas para generar energía
para el ejército de los Estados Unidos
y las empresas privadas «colaboradoras».
Así es como sus
energías fueron redirigidas y su intención original saboteada, porque el
poder nunca tuvo intención de dar a la humanidad recursos tan liberadores.
Nikola Tesla
sucumbió a su necesidad de reconocimiento, orientando su saber hacia las
fuerzas oscuras de los militares. Sus primeras visiones de energía gratuita
para toda la humanidad y de liberación del tiempo lineal fueron reemplazadas
por el diseño de aparatos de control atlantes, recuerdos que él llevó
consigo para volver a afrontar sus elecciones kármicas.
Durante este periodo
informó de que había perfeccionado un «Rayo Mortal» de tal intensidad que
podía derribar a miles de aviones del cielo, y también hacer que batallones
enteros de soldados enemigos cayeran muertos en el sitio. Estaba hablando, evidentemente,
de la misma tecnología que hizo que el continente se hundiera en el océano,
que había conmocionado la Tierra hasta su núcleo y desestabilizado el campo
áurico en las capas externas de la atmósfera.
Tesla activó su
aparato del «Rayo Mortal» hacia el cambio de siglo. Produjo una explosión tan
vasta y destructiva en las remotas tierras siberianas que ni siquiera una bomba
atómica habría tenido mayor impacto. Este suceso histórico se ha explicado como
la caída de un meteorito o cometa que impactó con la Tierra, pero la
devastación que asoló los campos de Tun-guska se debió al loco invento del
alquimista. El alma de quien había encarnado como Nikola Tesla había vuelto a
elegir el poder sobre el amor; prefirió el ego individual al Corazón Uno... y
esa elección cambió el destino de la Tierra para siempre.
Como en la
Atlántida, el hecho de haber dado a conocer ese poder alteraría la existencia
de todos los seres del planeta... y, evidentemente, del planeta mismo.
El proyecto HAARP y
su verdadero propósito de alterar el campo electromagnético de la tierra es
consecuencia del conocimiento tecnológico traído por Tesla, proyecto que se
desarrolla en los campos de Alaska.
Será que Tesla
camina ahora en estos terrenos?
Extractado
de "VUELVE LA ATLÁNTIDA"
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