domingo, 8 de enero de 2017

LAS CREENCIAS CREAN CONDUCTAS.

Extractado de “Conversaciones con Dios, las nuevas revelaciones”.

Las creencias de la humanidad sobre Dios y la Vida están incompletas, y son estas comprensiones incompletas las que se han  transmitido a sus  hijos de generación en generación, con lo que crean  la crisis política, económica, social y espiritual que el mundo enfrenta hoy.

La manera de salir de esta situación es a través de la transmutación de las   creencias.

Específicamente, las creencias  Sobre Dios y sobre la Vida.
No importa si la gente cree en Dios o no. Toda la gente tiene creencias sobre la Vida. Y las creencias colectivas de la gente sobre la Vida reflejan en mucho las creencias colectivas de la humanidad sobre Dios. Esto es comprensible, Dios y la Vida son lo mismo.

Podrías ponerle a estas cosas dos nombres diferentes, pero son lo mismo. Dios es lo que es la Vida, y la Vida es lo que es Dios. Dios es la energía que llaman Vida, y la Vida es la energía que llaman Dios. Todo es lo mismo.

La Vida es Dios, expresado en términos físicos.
Entonces,  si creemos en la Vida creemos en Dios.

No pueden separar a Dios de la Vida, y no pueden separar a la Vida de Dios. Pueden decir que creen en la Vida pero no en Dios, pero eso es como decir que creen en el cerebro pero no en la mente.

Pueden ver y tocar el cerebro, por lo tanto, saben que está allí. Como no pueden ver o tocar la mente, no están tan seguros de lo que es, o si está allí o no El cerebro es la mente, expresada en términos físicos. Sin embargo, es su mente la que les permite incluso contemplar su cerebro. Sin su mente, ni siquiera sabrían que el cerebro existe.

Exactamente lo mismo pasa con Dios y la Vida.

No se tiene  que “creer en Dios” para cambiar al mundo.
Creer en Dios no es un beneficio, en realidad podría ser una desventaja. 

Todo depende no de si creen EN Dios, sino de lo que crean sobre Dios.

Que no tienen que creer en Dios en absoluto para utilizar creencias con las que puedan cambiar el mundo. Todo en lo que tienen que creer es en la Vida. Y pueden creer en la Vida porque están viviéndola.

Aunque seas una de esas personas que creen en Dios, que creen que Dios puede tener un impacto extraordinario en lo que creen sobre la vida, así como en la manera en que la viven y en que la experimentan.

Por lo tanto, lo que crean sobre Dios se vuelve crucial.
Las creencias que tienen  sobre Dios que crean crisis, violencia, asesinato y guerra:

En primer lugar, ustedes creen que Dios necesita algo.

En segundo, creen que Dios puede no obtener lo que necesita.

En tercero, creen que Dios los ha separado de Él porque no le han dado lo que necesita.

En cuarto, creen que Dios aún necesita lo que necesita con tanta desesperación que ahora quiere que ustedes, desde su posición separada, se lo den.

En quinto, creen que Dios los destruirá si no cumplen Sus requerimientos.

Estas cinco falacias sobre Dios han ocasionado más dolor y destrucción a su existencia diaria que todas las demás creencias combinadas.

El porque estas creencias sobre Dios crean crisis, violencia, asesinato y guerra entre la gente, es fácil....

Ustedes piensan que es apropiado actuar unos con otros igual que creen que Dios actúa con ustedes.

También piensan que cuando crean crisis, violencia, asesinato y guerra, lo hacen para cumplir lo que Dios les ha pedido. Creen que están ayudando a Dios a satisfacer sus necesidades.

Muchos de ustedes creen que Dios quiere crisis, violencia, asesinato y guerra, si ése es el precio para darle lo que pide. En este contexto, creen que se puede asesinar porque ésa es la Voluntad de Dios.

Desde los primeros días como humanidad han descrito las peores experiencias humanas y desastres, incluso los actos de terror cometidos por los hombres como “la Voluntad de Dios”.

De hecho, fue por esforzarse para entender las cosas malas que les sucedían como comenzaron a creer en la existencia de Dios y a creer en un Dios que hace maldades.

En sus épocas más primitivas, lo que llamarían la edad de las cavernas y aun antes, los humanos no entendían los aspectos más sencillos de la vida que los rodeaba. Lo único que sabían era que había vida a su alrededor. Es decir, que había algo además de ellos.

Esa otra cosa que existía se manifestaba por todas partes. Se revelaba como viento, lluvia, sol, luna, nubes, plantas, árboles, diminutas cosas vivas que hoy llaman insectos y grandes cosas vivas que hoy llaman animales; en forma de efectos espectaculares como fuegos que comenzaban espontáneamente en el bosque, truenos, relámpagos, enormes olas en el océano y, a veces, pavorosos temblores del mismo suelo.

Los Homo sapiens no sabían qué hacer con todas esas cosas. No sabían por qué la gente moría, por qué se producían huracanes, tornados o sequías que destruían todo, o simplemente por qué pasaban las cosas.

Para explicar estas cosas los primeros humanos concluyeron que debía haber algún poder más grande que el suyo que las ocasionara.

Imaginaron que había “espíritus” que causaban que lo bueno y lo malo se manifestara en sus vidas de varias maneras.

Cuando vieron que el día se volvía noche y la noche día, que la hierba crecía y las flores retoñaban, que los árboles perdían sus hojas y las recuperaban, empezaron a deificar a la naturaleza.

Imaginaron que había “dioses de la lluvia': “el dios del Sol” y muchos otros dioses que hacían cosas según su humor y capricho. Concluyeron que lo que debían hacer eran cosas que influyeran en ese humor y que gustaran a los dioses, para que éstos hicieran lo que se les pedía.

Crearon toda clase de ritos y rituales para “invocar” al espíritu de los dioses que se necesitaran o desearan según el momento, para apaciguarlos y para honrarlos con el fin de lograr que hicieran lo que los humanos ardientemente suplicaban. Había ritos de fertilidad, de transición y rituales de todo tipo e intención. Con el paso de los siglos esto se convirtió en lo que algunos de ustedes llaman hoy “costumbres paganas”.

Se crearon mitos sobre cómo los poderes sagrados influían directamente en la vida sobre la Tierra, y sobre cómo la vida en la Tierra puede influir de manera directa en los poderes sagrados.

Estos mitos se volvieron historias que se contaron una y otra vez, y que luego se convirtieron en creencias. Es decir, se hicieron verdad para la gente, ya que cuando un mito se hace verdad, se convierte en religión organizada.

De las llamadas religiones paganas a las principales religiones de su tiempo no hubo un gran salto. La mayoría de los humanos de hoy sigue creyendo en un poder más grande que ellos, y en que hay algo que deben hacer para tranquilizar a la Fuente de tal poder.

Hoy en su planeta hay miles de religiones, algunas de las cuales reverencian a una pluralidad de dioses, y otras adoran a un único Dios.

Entonces, Las Cinco Falacias Sobre la Vida que crean crisis, violencia, asesinato y guerra son:

1. Los seres humanos están separados unos de otros.
2. No hay suficiente de lo que los seres humanos necesitan para ser felices.
3. Para obtener aquello de lo que no hay suficiente, los seres humanos deben competir entre sí.
 4. Algunos seres humanos son mejores que otros.
5. Está bien que los seres humanos resuelvan discrepancias graves creadas por las demás falacias matándose unos a otros.

Esas Cinco Falacias Sobre la Vida, combinadas con las Cinco Falacias Sobre Dios, contribuyen a una letanía de errores que ha creado, y sigue creando hasta hoy, un mundo de profunda ira, brutal violencia, terrible pérdida, inexorable dolor e incesante terror.

Ustedes creen que otra gente los aterroriza, pero la verdad es que son sus creencias las que los aterrorizan.

Ellas son lo que deben cambiar si desean realizar su sueño de un mundo que viva en paz, armonía y felicidad.

Lo repito una y otra vez, no pueden cambiar las condiciones de ira, violencia, pérdida, dolor y terror a través de  medios Políticos o económicos. Pueden afectar estas condiciones -es decir, de algún modo pueden alterarlas por un corto periodo, o pueden interrumpir- pero no pueden eliminarlas sin un cambio en sus creencias.

Porque “las creencias crean conductas”.
La paz en su planeta sólo se logrará cuando modifiquen sus creencias, porque a menos que “capten” esto, no lograrán sanarlo.
Lo que intentan sanar son las heridas creadas por sus creencias.
Sus creencias más profundas han creado las conductas que han producido las heridas.

El avasallador deseo de la humanidad es la paz, y sus creencias actuales no los hacen muy pacíficos que digamos.

Ser “pacífico” no es algo que hagan. Ser “pacífico” es algo que se es. No se dice, “hago pacifico”, sino 'soy pacifico”.


Y el ser” es una expresión del alma y la mente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario