lunes, 19 de febrero de 2018

PERDONAR ES LIBERAR.


Cuando estais en vuestras actividades cotidianas, os absorbeis en ellas que os olvidais de muchas otras cosas que pueden estar sucediendo en vuestro entorno, y esto os hace permanecer serenos y tranquilos sus- traídos de ésta o aquella situación. Cuando habeis terminado vuestras labores diarias y más adelante os enterais de lo ocurrido, comienza en vosotros la angustia, las conjeturas, los pro y los contras, las lamentacio- nes, las consideraciones, los reproches y un sinnúmero de cosas que os perturba y os lleva al caos interior.

Cuando iniciais el nuevo día. Con las preocupaciones que ocasio- nasteis y que conforma vuestro caos interior, os levantais confundido, estresado y energúmeno. Por consiguiente, todo ese día se fue por la bor- da, ya que será un día pesado y negativo. Pero, si encontrais en el trans- curso del día algún hecho, suceso o persona que os traiga un poco de alegría y logre sacaros de ese estado espiritual en que os encontrais, en- tonces las cosas cambian y lo que era oscuro y confuso se vuelve claro y bello. En una palabra se te arregló el día.

Así es todo, cuando permitís que en vuestro corazón aniden sentimientos negativos de rencor, odio, resentimientos por las co- sas, hechos o personas que se hallen en vuestro derredor, comienza para vosotros la experiencia más negativa de infelicidad que podais vivir, el malestar interior, no se dejará esperar, vuestro genio se descompone y vuestro estado natural es estar malhumorado. De vez en cuando se esca- pa de vosotros una pequeña risita y poco compartís con los demás, y entonces, alegáis que nadie os comprende, sin daros cuenta hasta este momento la carga pesada que llevais por dentro.

Mas, si alguien os lastima u ofende ahí sí que se forma la gorda, pues, ya llegasteis al límite de vuestra amargura y llega a lo que es “natural” en este estado, la explosión, las palabras duras, los insultos y hasta los gol- pes. Con ello habeis echado una nueva carga a vuestro acumulado espi- ritual y os sentís desesperado, ofuscado y aburrido. 


Con este depósito interior vuestra vida se hace dura y vivís prevenido de todo y por todo.

 El perdón es la liberación divina que consume todas las cargas depositadas en vuestro corazón y que os ha llevado a vivir en una vida hostil y mezquina.

El perdón es el agua pura que disuelve las asperezas del alma. El perdón lava, limpia y sana vuestro corazón.

Perdonar es la más sublime liberación que puede experimentar el que perdona, es como si estuviese sofocado y una brizna de rocío refresca su sed.

Cuando decidais perdonar todo cuanto habeis guardado en vuestro corazón os sentireis como cuando se ha estado aprisionado con cadenas y habeis logrado romperlas. Es una sensación de alivio, de descanso, de liberación.

No continueis más amarrado con las cadenas del rencor, suéltalas, perdona.

Que cada día de vuestra vida sea un culto al perdón, perdona siempre y perdona todo y vivirás libre y feliz, no volvereis a experimentar las molestias del rencor ni del resentimiento y mucho menos del odio.

Cuando decís: “Yo perdono pero, no olvido”, en verdad que no habeis perdonado, porque el perdón borra cualquier molestia que pueda perturbar vuestro corazón.

Recordad siempre debeis perdonar todo y así os perdonais a vosotros mismos. 

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