Parábola sobre ti.
Hubo una vez una raza llamada los habitantes de las Tierras Oscuras. Vivían en una vasta, oscura y profunda caverna subterránea. Nunca, ninguno de ellos había salido de la caverna, pero sus mitos y alegorías hablaban de un tiempo antiquísimo –un tiempo antes del tiempo– en el que sus dioses habían descendido provenientes de lo alto, desde las magnas Tierras Iluminadas. Crearon a los seres de las Tierras Oscuras en la caverna oscura y luego retornaron a las Tierras Iluminadas. Se decía que los dioses volverían algún día y traerían la luz a quienes vivían en las Tierras Oscuras. Trataron de imaginar cómo serían las Tierras Iluminadas, pero no pudieron porque nadie nunca había visto una luz. Entonces, algunos de estos individuos se empezaron a sentir enclaustrados en su mundo oscuro. Ansiaban experimentar el mítico mundo superior.
Las leyendas hablaban de panoramas sorprendentes, amplios espacios abiertos y fantásticas experiencias, lo cual les parecía muy atractivo a varios de ellos. En su corazón, estos pocos seres de las Tierras Oscuras sabían que ese mundo existía y anhelaban descubrirlo. Otros, en cambio, pensaban que esas ideas eran “disparates supersticiosos”, decían que la gente debía ser práctica y continuar con su vida tal como era, sin añorar cosas absurdas. De esta forma se crearon dos grupos: los Soñadores, que aspiraban a una vida más trascendente, y los Realistas, a los que solamente les interesaba lo mundano. Estos últimos, en vez de perder el tiempo con mitos, leyendas y sueños, exploraron la caverna y trataron de entender todo lo que eran capaces de percibir, para tener la mejor vida posible. Propusieron soluciones prácticas a sus problemas, y así no desperdiciar la vida con lo que estaba fuera de su alcance. Pero los Soñadores siguieron soñando y orando. Y entonces, un día, en el tiempo correcto, sus plegarias empezaron a ser respondidas de una forma inesperada. Los dioses enviaron una luz pequeñísima y muy tenue a los seres de las Tierras Oscuras.
La luz tenue y mínima de esta parábola era diferente de la luz que tú conoces. Le fue regalada a cada uno de ellos... les fue puesta en su interior. Pero era tan tenue y mínima que sólo los más observadores se dieron cuenta de una diferencia. De hecho era tan pequeña y tenue que incluso si la notaron, los seres de las Tierras Oscuras creyeron que era una ilusión. Ellos podían elegir decirse a sí mismos que había “algo” ahí, o bien despreciarlo, echarle la culpa a su imaginación y decir que no era “nada”. Si uno de ellos aceptaba esta luz, ésta aumentaba. El solo deseo de mirar y ver, el deseo mismo, hacía que la luz lentamente se intensificara. Así, con el tiempo, aquellos que la deseaban, que meditaban en ella y trabajaban con ella, se hicieron más y más luminosos.
Ellos mismos se volvieron más luminosos. Brillaron con la luz. Lo repito: esta luz era distinta de la que tú conoces. Fue colocada dentro de cada uno. Aceptándola, poniéndole atención, respetándola, nutriéndola y amándola, la luz crecía en ellos. Se convirtió en su propia luz, la cual brillaba desde dentro y gracias a ella podían ver. Y al irse volviendo más y más luminosos, podían ver más y más lejos.
La luz no ayudó en absoluto. No los hizo salir de la caverna. No les aportó herramientas, o mapas, o instrucciones, o nueva información, o les dijo que sus leyendas eran verdaderas, o nada por el estilo. La luz no hizo nada, excepto ser. Simplemente fue lo que era. Hizo lo que toda luz hace... alumbrar. Y lo realizó a su manera: como una hermosa luz suave, resplandeciente, dorada. Pero les vino de manera tan sutil, sólo acrecentándose cuando era activamente deseada, que durante bastante tiempo nadie habló de esto.
Inicialmente, los que percibieron la luz y trabajaron para aumentarla eran los más fervientes Soñadores. Aquellos que estaban más abiertos y disponibles a este regalo. Pero al ser los grandes Soñadores, era habitual que los tacharan de locos, flojos y malos. Estaban acostumbrados a que los otros no los escucharan y a no tener poder en las Tierras Oscuras. Por tanto, no hicieron mucho esfuerzo en compartir su hallazgo de la luz con el resto. La mayoría creía ser el único que tenía esta nueva experiencia extraña y maravillosa. Pero no les importaba mucho porque, además de pensar que nadie los iba a entender, por primera vez, como resultado de esta luz, ya no se sentían tan solos.
Así es que la luz no ayudó. Sólo fue... la luz.
Lo que la luz hizo fue alumbrar suavemente sólo para quienes la eligieron, y que por sus acciones y decisiones crearon la luz para sí desde dentro de ellos mismos. Aquí está la clave... Para los Observadores más apasionados, la luz al final brilló lo suficiente como para que empezaran a ver cosas interesantes. Por ejemplo, los hermosos cristales que colgaban del techo de la caverna. Y entonces fue cuando todo llegó a un punto crítico. Ciertos Observadores se percataron de que otros también miraban fijamente los cristales del techo. Y por vez primera, supieron que no estaban solos! Y comenzaron a conversar de esto entre ellos. Se reunieron en grupos para compartir sus experiencias y ayudarse entre sí con datos y estrategias para aumentar la luz.
Algunos de quienes eran no-Observadores vinieron a escuchar lo que decían. Unos pocos se interesaron lo suficiente como para practicar lo que oían y también se volvieron Observadores. La novedad se difundió y por un tiempo fue la cosa más apasionante que hubiera ocurrido en la caverna. Lo cual habría sido estupendo, excepto que los que eligieron la luz eran preferentemente Soñadores, y los que no lo hicieron eran preferentemente Realistas. Y como verás, los Realistas eran los dirigentes, los que tenían el poder y los recursos, e imponían las reglas. Y como ellos no habían elegido ver, y por eso no habían creado la luz dentro de sí, simplemente negaron que fuera verdad. Lo que no era raro, porque –visto desde su perspectiva– si miraban a su alrededor, no veían luz! Para los Realistas, todo era una pura mentira. Y no sólo eso sino algo peligroso también! Los Observadores se habían convertido en un problema social. Refutaban obedecer los edictos e instrucciones de sus superiores! No eran convenientes como miembros productivos de su colectividad. Toda esta absurda actitud de “Observar” estaba alterando la estructura misma de la sociedad.
Ahora, los que ostentaban el poder no podían proscribir la luz o el hecho de ser un Observador porque ellos mismos decían que todo era sólo una fantasía. Entonces usaron su influencia para ridiculizar a quien fuera que estuviera hablando de ello. Divulgaron declaraciones oficiales en el sentido de que sólo un loco intentaría ver la luz. Que todo era una mentira. Dejaron en claro que ningún individuo de las Tierras Oscuras en su sano juicio debía tratar de ver la luz.
“Si deseas saber lo que existe ahí afuera” decían los que estaban en el poder, “tenemos expertos que te lo pueden dar a conocer”. Después de todo, ellos eran las autoridades. Intentar Ver es socialmente perturbador y una estupidez innecesaria. Es inadmisible para alguien de las Tierras Oscuras, declaraban.
Pero por supuesto no pudieron acabar con la Observación. De hecho, lentamente, ésta fue cada vez más popular. Y en eso, sucedió que un grupo de los más dedicados Observadores descubrió algo nuevo. Ellos se dieron cuenta de que reuniendo sus luces en una sola, podían co-crear una luz muchísimo más brillante. Que podían ver a mucha mayor distancia y más nítidamente. Así que se juntaban a diario e investigaban el techo de la caverna. Sólo fue cosa de tiempo para que pudieran distinguir una fisura, exactamente como estaba descrito en los antiguos mitos, que era la vía de acceso hacia las Tierras Iluminadas en lo alto!
Este era todo el impulso que necesitaban! Los Observadores empezaron a trabajar en conjunto con un ardor que no habían conocido antes. Juntaron materiales y empezaron a construir un andamiaje de modo de poder subir hacia la fisura y comprobar si esa era la ruta de salida. Su trabajo fue ocasionalmente obstaculizado por las autoridades, pero no demasiado. Estos no tenían la luz, por tanto no podían ver lo que los Observadores estaban haciendo. No entendían sus planes y al ni siquiera admitir que la fisura pudiera verse o ser real, no estaban en condiciones de hacer mucho para detener la construcción. Gracias a esto, los Observadores siguieron adelante y construyeron el andamio.
Los Observadores fueron capaces de alcanzar la fisura. Estaban esperanzados y entusiasmados. El resto de los seres de las Tierras Oscuras abajo, no sabían prácticamente nada de qué era lo que estaban tramando. Algunos escucharon algo al respecto y se intrigaron. Otros seguían diciendo que era una gran tontería. ¿Qué sucedió a continuación?
“Todos lograron exactamente lo que crearon para sí mismos”.
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