miércoles, 31 de diciembre de 2014

LA SABIDURÍA DEL SILENCIO INTERNO


La sabiduría del silencio interno.
El parloteo constante de nuestra mente y de nuestra boca agota el Chi y nos debilitan considerablemente. La mente evita el silencio porque el silencio no tiene limites no tiene forma y no se puede definir. La mente ama los sonidos y los ruidos porque se parecen a los pensamientos, se les puede dar una forma, una definición analizarlos y conceptualizarlos. 
Los sabios taoístas nos han legado una serie de consejos útiles y prácticos que descubrieron a través de cultivar el silencio interno. Habla simplemente cuando sea necesario. Piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca. Se breve y preciso ya que cada vez que dejas salir la palabra por la boca deja salir al mismo tiempo parte de tu vitalidad. 
Desarrolla el arte de hablar sin perder la energía. Nunca hagas promesas que no puedas cumplir. No te quejes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas porque esto producirá alrededor de ti todo lo que has fabricado con tus palabras cargadas de Chi. 
Si no tienes nada verdadero, nuevo y útil que decir es mejor quedarse callado y no decir nada. 
Aprende a ser como un espejo, escucha y refleja la energía. El Universo mismo es el mejor ejemplo de espejo que la naturaleza nos ha transmitido porque el Universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y nos envía el reflejo de nuestra propia energía bajo las formas de las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida. 
Si te identificas con el fracaso tendrás fracasos. Si te identificas con el éxito, tendrás éxito. Así podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestra agitación interior. Aprende a ser como el Universo escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios. 
No te des mucha importancia. Se humilde porque cuanto más te muestras superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión y de ilusiones. Sé discreto preserva tu vida íntima, de ésta manera te liberas de la opinión de los otros y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible e insondable como el Tao. 
No compitas con los demás, vuélvete como la Tierra que nos nutre que nos da lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, sus virtudes y a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego, nos separa y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros. 
Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tus decisiones después, así desarrollarás la confianza en ti mismo y en la sabiduría. Evita el hecho de juzgar y de criticar a la gente. El Tao es imparcial y sin juicios, no critica, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad. Cada vez que juzgas a alguien lo único que haces es separarte, expresar tu opinión personal. Es una pérdida de energia, puro ruido. 
Deja que cada cual resuelva sus propios problemas y concentra tu energía en tu propia vida. Ocúpate de ti mismo. No te defiendas. Cuando tratas de defenderte estas dando demasiada importancia a las palabras de los otros y das más fuerza a sus opiniones. Si aceptas el no defenderte estás mostrando que la opiniones de los demás no te afectan, que “escuchas”. Que son simplemente opiniones y que no tienes que convencer a los otros para ser feliz. 
Tu silencio interno te vuelve sereno. 
Haz regularmente un ayuno de la palabra para volver a educar al ego. Practica el arte de no hablar. Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial dejando brotar la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría el “silencio”. Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas para realizarte y liberarte. 

Así pues, quédate en silencio. Cultiva tu propio poder interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son o lo que tienen capacidad de ser.

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