martes, 30 de mayo de 2017

EL ALMA HUMANA




¿Alguna vez os habéis sentido sobrecogidos por la sensación indefinida de que ya habéis estado en un lugar que visitáis por primera vez, o reconocéis a una persona que os acaban de presentar, aunque no la hayáis visto antes?
Escucháis una canción, leéis un poema, miráis una fotografía de algún país lejano, y de repente… sucede. Imágenes olvidadas asaltan vuestro cerebro en fogonazos luminosos, para luego desvanecerse cómo pompas de jabón.


El recuerdo está casi a nuestro alcance, pero al intentar atraparlo desaparece de la consciencia perdiéndose en las brumas de una sabiduría pre-natal que nos es vedada, pero que sigue registrada en lo más recóndito de nuestra Alma.


Así pues, ¿qué es el Alma en realidad? ¿De dónde venimos, y hacia dónde vamos?
¿Ya estuvimos aquí antes?

Esas y otras preguntas de carácter existencial han preocupado al hombre desde el principio de los tiempos.

Ni la Religión, ni la Filosofía ni la Ciencia, han conseguido darnos una respuesta definitiva. Y sin embargo, todos percibimos en el fondo, que no es la primera vez que nuestros pies hollan el mismo camino. Vamos a hacer un esfuerzo por recordar.
El Alma y la Naturaleza Humana

Todos los buscadores de la Verdad saben que nuestra esencia no es sólo material. No es que seamos también energía, es que somos “Alma”. Somos seres diferenciados creados a imagen y semejanza de Dios y poseemos ciertos atributos que determinan quienes somos cómo individuos y cómo miembros de la raza humana.

El “Alma” lleva nuestra individualidad de experiencia en experiencia, tanto en la Tierra cómo en otras esferas.

¿Y qué es lo que distingue un Alma de otra?

– En primer lugar “la Voluntad”. Ésto es, la capacidad de tomar decisiones que producen una serie de efectos. Dios nos hizo perfectos en el momento de la creación, pero también nos concedió el libre albedrío. Él no quiere entrar a la fuerza dentro de nosotros. No desea que seamos cómo robots programados por una voluntad externa, aún cuándo esa voluntad sea la suya. Quiere que seamos sus colaboradores, por voluntad propia, tal y cómo estamos destinados a ser. Y es el ejercicio de esa voluntad, la que nos permite actuar de acuerdo con el plan divino o alejarnos de él. De ahí la imperfección de la sociedad actual. La mayoría de Almas optan por el camino sencillo en ésta época descreída. Optan por actuar de un modo ajeno al plan de Dios, puesto que Él invita, pero no obliga. Sin embargo, cada uno de nosotros tiene la potestad de elegir y de recordar que el milagro de nuestra existencia tuvo cómo origen la expresión del amor divino.

– En segundo lugar “el Espíritu”. El espíritu es la chispa divina que habita dentro de cada uno de nosotros. Es la fuente vital que nos proporciona la creatividad, o sea, la capacidad de crear nuestro mundo con las acciones y los pensamientos. Mientras que la voluntad individualiza cada Alma, el espíritu es algo que tenemos en común con todos los seres vivos. Supone nuestra participación en el espíritu único y universal, que es el espíritu de Dios. Formamos parte de ese conjunto, exactamente igual que las gotas de agua forman parte del océano.


– Por último, “la Mente”. Consciencia (elementos mentales de los que nos damos cuenta) y Subconsciencia (elementos mentales de los que no nos damos cuenta), se entrelazan para formar un todo, que abarca todas las actitudes y formas de pensamiento que generan cada experiencia que hemos tenido a lo largo de nuestra existencia.


Estos tres elementos “Voluntad”, “Espíritu” y “Mente”, constituyen la esencia de aquello que llamamos “Alma”.
¿Por qué la mente humana no recuerda el pasado anterior al Nacimiento?
Hablábamos antes de las diferencias entre Mente Consciente y Mente Subconsciente.


El nivel Subconsciente de nuestra percepción, a su vez, presenta una serie de subdivisiones. Algunas son relativamente accesibles para la Mente Consciente a través de los sueños o de la meditación. Pero otras son mucho más profundas.


En los niveles más escondidos del Subconsciente, las almas pueden conectarse unas con otras para transmitir información. Y en esas aguas profundas, a menudo salen a la superficie recuerdos de acontecimientos sucedidos en el pasado, cuándo nuestra Alma se encarnaba en otro lugar, en otro cuerpo, en otra existencia, pero con la misma Alma. Pues es el Alma la que perdura a través de los tiempos.


A veces destellos de recuerdos olvidados surgen espontáneamente en nuestra consciencia, pero no somos capaces de ubicarlos. Son los casos de reconocimiento inexplicable ante personas, lugares o situaciones. Éstos recuerdos son frágiles y volubles.


Para obtener datos más fiables y recuperar ese conocimiento, será necesario recurrir a herramientas cómo la hipnosis dónde la mente regresa al pasado, por así decirlo y lo devuelve a la conciencia.


Tener en cuenta que la Mente Consciente recoge información sobre el mundo material que nos llega desde nuestros sentidos físicos. Su funcionamiento está ligado al cerebro físico y a nuestro sistema nervioso central. Tras la muerte, es la Mente Subconsciente la que tema enteramente el mando. La Mente Consciente está ligada a las acciones materiales que tienen lugar en una sola vida. Por tanto, no percibe los recuerdos de vidas anteriores.
El Alma y la Reencarnación
Ahora sabemos que el Alma es lo único que se reencarna. El cuerpo es simplemente el envase físico que la contiene. Nuestro auténtico YO reside en el Alma y viaja a través del tiempo perpetuándose en una sucesión de vidas. Además, el Alma existe no sólo cuando habita un cuerpo físico en la Tierra, sino también en los intervalos comprendidos entre las vidas terrenas y éste detalle es importantísimo, ya que el Alma, tanto cuándo participa en la vida terrena, cómo cuándo no lo hace, pasa por una serie de experiencias que sirven para su evolución y su comunión con Dios.

El concepto de reencarnación, implica por tanto, que las Almas nuevas no se crean en el momento de la concepción ni del nacimiento a ésta vida conocida.

Las Almas que van a penetrar en un cuerpo nuevo ya existían antes, y han estado en otros cuerpos en vidas anteriores. Aunque algunas son más viejas que otras.


En las encarnaciones previas, las Almas han pasado por diversas experiencias y tomado numerosas decisiones. Tales decisiones producen unos efectos concretos y determinan el desarrollo actual de cada Alma individual. A causa de las elecciones realizadas por el Alma, el individuo alcanza un estado en el cual debe aprender determinadas lecciones para seguir evolucionando.


Por tanto, el cuerpo físico, la familia, el medio ambiente, las inquietudes, los dones y otras circunstancias que nos rodean, reflejan aquello que necesita el Alma para su desarrollo. Dichas necesidades son el resultado de las elecciones realizadas en anteriores reencarnaciones.

Además, ciertas circunstancias son más propicias que otras para aprender determinadas lecciones y lograr ciertos objetivos específicos. Cada vez que nos encarnamos, el Alma atrae el conjunto de circunstancias que resulta más adecuado para el cumplimiento del fin individual que ha de alcanzarse en ésta vida.


Las personas que llevan una vida muy desgraciada desde la infancia por ejemplo, deben pasar por esas experiencias para evolucionar, porque así lo han elegido antes del nacimiento. En algunos casos tienen que cumplir obligaciones contraídas en el pasado, o bien sacar una importante lección de su experiencia. Aunque sea aprender a apartar las quejas y los pensamientos negativos y buscar el modo de ser felices.

Parece un consuelo saber que, aunque ésta vida no nos satisfaga del todo, tendremos nuevas oportunidades más adelante, y que de cualquier experiencia, por adversa que se presente, podemos sacar alguna oportunidad para mejorar y construir una vida maravillosa.


Cada encarnación es una oportunidad que Dios nos da para aprender aquello que necesitamos saber y cumplir la porción del plan divino que podemos ejecutar mejor, teniendo en cuenta el grado de desarrollo que hemos alcanzado.


Pongámonos pues, manos a la obra.
AUTORA: Eva Villa, redactora en la gran familia hermandadblanca.org

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