sábado, 27 de mayo de 2017

LOS CELOS Y PORQUE DUELEN TANTO.

Los celos son comparación. Y nos han enseñado a comparar, nos han condicionado a comparar, siempre comparar.

 Alguien tiene una casa mejor, un cuerpo más bonito, más dinero, una personalidad más carismática. Comparad. Comparad a cualquiera que pase junto a vosotros, y el resultado que obtendréis será de grandes celos; es la consecuencia del condicionamiento para la comparación.
 Si dejáis de comparar, los celos se desvanecen.
 Entonces simplemente sabéis que sois vosotros, no sois otra persona, algo para lo que no hay necesidad.

 Es bueno que no os comparéis con los árboles, de lo contrarío empezaríais a sentiros muy celosos: ¿por que no sois verdes? ¿Por qué Dios ha sido tan duro y no os ha dado flores?
Es mejor que no os comparéis con los pájaros, con los ríos, con las montañas: en ese caso sufriríais. Solo os comparáis con los seres humanos, porque habéis sido condicionados a compararos únicamente con los seres humanos; no os comparáis con los pavos reales ni con los loros. Pues en ese caso vuestros celos no dejarían de crecer, os abrumarían tanto que ni siquiera seríais capaces de vivir.
 La comparación es una actitud muy necia, porque cada persona es única e incomparable. Una vez hayáis entendido esto, los celos desaparecen.

 Cada uno es único e incomparable. Vosotros Simplemente sois vosotros, nadie ha sido jamás como vosotros, y nadie lo será nunca. Y tampoco necesitáis ser como otra persona. Dios solo crea originales; Él no cree en fotocopias. El sexo crea celos, pero es una cosa secundaria.

 De modo que no se trata de cómo librarse de los celos, no podéis libraros de ellos porque no podéis dejar el sexo. La cuestión es cómo transformar el sexo en amor, entonces los celos desaparecen. Si amáis a una persona, el mismo amor es suficiente garantía, suficiente seguridad. Si amáis a una persona, sabéis que no puede ir junto a otra. Y si lo hace, pues lo ha hecho; no se puede impedir. ¿Qué podéis hacer? Podéis matar a esa persona, pero una persona muerta será de poco uso. Cuando amáis a una persona, confiáis en que no puede irse con cualquiera. Si lo hace, no hay amor y no se puede remediar.

El amor aporta esta comprensión. No hay celos. De modo que si se presentan los celos, sabed bien que no hay amor. Estáis en un juego, ocultáis el sexo detrás del amor. El amor es una palabra pintada, la realidad es el sexo.

 La sociedad ha explotado al individuo de tantas maneras que casi resulta imposible de creer. Ha creado artimañas tan inteligentes y astutos que es casi imposible incluso detectar que se trata de artimañas. Estas artimañas están para explotar al individuo, para destruir su integridad, para arrebatarle todo lo que tiene... sin siquiera despertar una sospecha en él, ni una duda sobre lo que le están haciendo.

 Los celos son una de esas artimañas tremendamente poderosas. Desde la misma infancia toda sociedad, toda cultura, toda religión nos enseña a todos a comparar. Los celos son uno de los más grandes artilugios. Analizadlos detenidamente: ¿qué significan? Vivir en comparación.

 Alguien está por encima de vosotros, alguien está por debajo. Siempre os encontráis en el escalón intermedio de la escalera. Quizá la escalera sea un círculo, ya que nadie le encuentra fin. Todo el mundo está atrapado en alguna parte en el medio. La escalera parece ser una rueda. Alguien está por encima de vosotros... eso duele. Eso os mantiene luchando, afanándoos, tratando de avanzar por todos los medios, porque si tenéis éxito, a nadie le importa si habéis triunfado de un modo bueno o malo. El éxito demuestra que tenéis razón; el fracaso demuestra que estabais equivocados. Lo único que importa es el éxito, así que cualquier medio servirá.

 El fin hace que los medios sean los correctos. De modo que no debéis preocuparos por los medios... nadie lo hace. Lo único que importa es subir en la escalera. Pero jamás alcanzáis su fin. Y quienquiera que esté encima de vosotros os crea celos, ya que esa persona habrá triunfado y vosotros habréis fracasado.

 Las conclusiones a priori os hacen creyentes, no científicos. Cuando os digo que meditéis en ello, quiero decir que miréis. Sed un científico en vuestro mundo interior. Dejad que la mente sea vuestro laboratorio, y observad... sin condena, recordadlo. No digáis: «Los celos están mal». ¿Quién lo sabe? No digáis: «La ira está mal». ¿Quién lo sabe? Sí, lo habéis oído, os lo han contado, pero eso es lo que dicen los demás, no es vuestra experiencia.

 Y tenéis que ser muy existenciales, experimentales: a menos que vuestro experimento lo demuestre, no debéis decir sí o no a nada. Debéis ser absolutamente imparciales. Y entonces observar los celos, o la ira o el sexo es un milagro. ¿Qué pasa cuando observáis sin emitir ningún juicio? Empezáis a ver la verdad. Los celos se vuelven transparentes: veis su estupidez, veis su necedad. No es que ya habéis decidido que es estúpido; si lo habéis lecho, no habéis entendido nada. Recordadlo: no digo que decidáis que son estúpidos, que son una necedad. Si lo decidís, no lo entendéis. Simplemente continuad sin ninguna decisión.

 ¿Qué son estos celos? ¿Qué es esta energía llamada celos? Y observadla como observáis una rosa... mirad en su interior. Cuando no hay conclusión, vuestros ojos están claros; la claridad sólo la consiguen aquellos que no tienen conclusiones. Observad, mirad en su interior y se volverán transparentes, y llegareis a saber que son estúpidos. Y conociendo su estupidez, se caen por si solos. No necesitáis libraros de ellos. Ni siquiera podéis ver a la otra persona siendo feliz con alguien por un minuto... pensáis que ¡podéis morir por la otra persona! Intentad ver lo que realmente hay en vosotros para la otra persona ... y los celos desaparecerán.

 En la mayoría de los casos con los celos, vuestro amor también desaparecerá. Pero es bueno, porque ¿qué sentido hay en sentir un amor que está lleno de celos, que no es amor? Si los celos desaparecen y, el amor permanece, entonces tenéis algo sólido en la vida que vale la pena.
 Los celos son una de las áreas más frecuentes de la ignorancia psicológica sobre vosotros mismos, sobre los demás y más específicamente sobre las relaciones. La gente cree que sabe lo que es el amor, y no lo sabe. Y su malentendido crea celos.

 Por «amor» se refiere a una cierta clase de monopolio, de ganas de poseer sin comprender una simple verdad de la vida: que en cuanto poseéis a un ser humano, lo habéis matado. La vida no se puede poseer. No podéis tenerla en vuestro puño. Si queréis tenerla, debéis mantener las manos abiertas.
OSHO.

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