viernes, 1 de septiembre de 2017

MORIR ESTÁ BIEN.

Por kryon.


La transición entre vida y muerte, y vida, y muerte, es bella. Hasta el alma antigua más iluminada no conoce realmente lo que sucede cuando cierra los ojos por última vez. Tienen esperanza. Es su verdad y se aferran a ella, y ustedes lo consideran firme: morir está bien.

Yo les he dicho: más que bien; es un proceso. Es el proceso que utiliza el alma antigua para distribuir sabiduría en el planeta. Regresan más sabios que cuando se fueron; como ir a la escuela, graduarse y volver al año siguiente. Es absolutamente común. El problema, queridos, es que no viven lo suficiente, y eso va a cambiar.

Pero, ¿qué sucede cuando mueren? Quiero hablar de eso apenas unos pocos momentos; la razón es que lo puedan celebrar.

La mayoría de las religiones y sistemas de creencia tienen una intuición que dice que su viaje a donde sea que van  va a requerir al menos tres días. Está la tradición judía, la tradición musulmana, todas ellas, las más antiguas del planeta; los indígenas también la tienen, tienen un período de tres días de duelo, o en que no se puede perturbar el cuerpo, o... o... o...; las reglas, la regla de los tres días. Y queridos, eso proviene de una intuición de cuánto se tarda en recalibrar el paso de la consciencia humana corpórea a la presencia angélica de Dios que ustedes son.

Ellos han armado toda clase de cosas con eso, depende de qué crean, o cuál sea el sistema espiritual; algunos han dicho que es un período difícil. Algunos dijeron que ustedes van a un lugar de retención, donde entran en un lugar que dicen que será donde los juzguen, otros dicen que es un agujero plano y que ustedes permanecen allí. ¿Les suena correcto? Están regresando a la Fuente Creadora, llamémosle la Fuente paternal, llamémosla el más grande amor del Universo, hacia allí se dirigen, y está dentro de ustedes ahora mismo.

El amor de Dios es puro. Te esfuerzas en descubrirlo, en conectarte con él toda tu vida, y cuando cierras los ojos por última vez, lo corpóreo tuyo se termina y hay una adaptación, y esos tres días que tienes son para volver a aprender a volar. Y empiezas a recordar, y la luz se vuelve más brillante, y empieza a volver el júbilo, y la Fuente Creadora empieza a hacer sonar esa música que echabas de menos. Y de algún modo lloras de alegría y recordación, diciendo ¡Estoy de nuevo en casa! ¡No hay sufrimiento! ¡Es justamente lo contrario! Hay júbilo increíble y recordación, y canto, y ni siquiera te preocupas por los que quedaron atrás, porque sabes que pronto van a pasar por lo mismo. La visión más amplia empieza a regresar, y luego eres uno con Dios.

Y sí, hay planes para regresar y pasar por todo esto porque no te perderías la graduación, querido, estás en la nueva energía; ¡disfrútala! Hemos hablado de eso antes, pero la transición es hermosa. Y quiero que recuerdes esto. Para quienes están en este salón preocupados por sí mismos: van a llevar una sonrisa. Quienes los vean dirán: "Qué raro.  No suelen sonreír al morir". Sí que lo hacen cuando saben lo que vendrá. Y queridos, para aquellos que velan junto a alguien que ya no está allí, los desafío a levantar su mano y celebrar el hecho de que todavía está allí en diferente forma, y está celebrando el amor de Dios con ustedes. No es como piensan.

El único dolor que hay en la muerte es para quienes quedaron atrás, que creen que te has ido y no es así, porque eso es lineal, es el velo que llevan y les impide ver la belleza del sistema.

Este es el templo de la sabiduría, y por eso les pedimos, antes de cerrar, que sean almas antiguas sabias. Un alma antigua sabia no se deja convencer de los sesgos o el miedo de que otros les hablan, sino más bien usan su propio discernimiento, su propia máquina de elección para saber qué es real y qué no lo es. Es la misma que les deja saber si esto es real o no. Ese es realmente el punto crucial, ¿verdad? ¿Realmente está Dios adentro? ¿Ya se han dado permiso para creerlo?

Hay una mano extendida hacia ustedes que es suya, llamada Yo Superior, esperando estrechar la mano del yo corpóreo - si lo permiten. Estará allí toda su vida. No golpeará en la puerta, no empujará ni hará ruido; simplemente espera que abran la puerta y entren.

Esa es la belleza del amor de Dios. Permite al humano que elija si dejará entrar la luz o no.

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