Así como eres, así eres perfecto.
Te pasas los días diciéndote cómo debes ser, intentando cambiar, comparándote con los demás y con la figura idealizada que tienes de ti mismo.
En tu confusión sientes que la existencia se equivocó contigo, sientes que no naciste en el lugar adecuado ni en el momento oportuno ni rodeado de las personas correctas y debido a esta confusión gastas la vida en lamentaciones infructuosas que a nada te conducen, en vez de sentarte a reconocer todo el disfrute que mereces experimentar por ser quien eres.
Inventas mil artilugios para explicarte por qué la existencia se equivocó contigo, es mi karma, te dices; es lo que tengo que aprender, te explicas; es un desafío, es un reflejo de mi mismo, los demás son los responsables. Sólo palabras para distraerte de lo verdaderamente esencial que eres tú.
Mira a tu alrededor, observa la naturaleza, observa el cosmos, de esa observación comprenderás muchas cosas de ti mismo. ¿Qué es perfecto para la naturaleza? La naturaleza no se detiene a pensar en perfecciones, la naturaleza simplemente es y se expande de infinitas formas, equilibrando la multiplicidad de energías que confluyen hacia el acto de crear. Lo mismo sucede contigo, la sabiduría de la naturaleza se ha expresado en tu ser, en ti se han equilibrado una infinidad de factores construyendo el tú que eres ahora.
¿Te ha tocado una vida que calificas de difícil? Pues no te castigues haciéndola aún más pesada, levantándote cada día desanimado y cabizbajo, más bien compénsate y prémiate por el esfuerzo que has puesto en el camino recorrido.
¿Te ha tocado una vida que calificas de fácil? Pues no la malgastes quejándote sobre cómo es el mundo, más bien agradece lo mucho que valoras quien eres y lo que tienes.
Párate frente a un espejo y mira fijamente a los ojos a ese ser valiente y corajudo que eres, si has llegado a este punto y has podido respirar todos estos años a pesar de lo difícil que te lo has hecho, entonces mereces todo tu respeto y admiración.
No eres mejor que tu hermano, ambos son obras del mismo material divino, pero tampoco eres peor que él, no necesitas parecerte a nadie ni que te digan cómo tienes que ser. Si por un segundo comprendieras esto, entonces toda la existencia se revelaría antes tus ojos, mostrándote todo su esplendor y perfección. Si por un segundo comprendieras esto, entonces todas tus mezquinas y pequeñas rencillas se desarticularían al instante, pues ¿Qué le puedes exigir o reclamar al otro, que siento tan perfecto como tú no es ni mejor ni peor, sino tan sólo la divina manifestación de multiplicidad de factores que al equilibrarse crean una persona?
Ponte a pensar por un momento la cantidad de hilos que se tuvieron que entrecruzar, que enredar, que anudar, que desenredar, que desanudar, que entrelazar para ser quien eres, ¿Tienes conciencia del tremendo esfuerzo que has puesto en ser quien eres? ¿Para qué habrías ahora de enojarte con tu obra? ¿Acaso de ese enojo surgirá una persona mejor?
Todo lo que puedas querer ser ya lo eres, todo lo que buscas encontrar ya lo tienes, todo lo que ansías poseer ya lo posees.
Si crees necesitar algo que no tienes, si sufres por algo que te falta, si no logras sonreír por algo que no consigues, entonces créeme ese algo no tiene que ver contigo, ese algo te lo han impuesto.
Alguien te dijo que para ser feliz necesitabas más dinero, ser más sano, más virtuoso o talentoso, alguien te mintió diciéndote que así tal como eres y con lo que tienes no podrías ser feliz y tu le creíste, sucumbiste en el engaño, porque ese engaño te permite sufrir y sufriendo te han dicho que se alcanza la Gloria. Pero te he de decir que para conseguirla no tienes nada que hacer, pues ya habita en ti.
Tú eres perfecto así como eres, ¿Cuánto tiempo más postergarás el disfrutarlo?
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