Cuando nacemos, aún
estamos muy conectados a la gran sabiduría y el poder espirituales a través
de nues- tro núcleo. Esta conexión con el núcleo y, en consecuencia, con la
sabiduría y el poder espirituales nos aporta la sensación de seguridad absoluta
y de admiración. Durante el proceso de maduración, esta conexión se
desvanece lentamente. Es sustituida por las voces paternas que tratan de
protegernos y darnos seguridad. Hablan de correcto y equivocado, de bien y mal,
de cómo tomar decisiones y cómo actuar o reaccionar en una situación dada. A
medida que la conexión con el núcleo se desvanece, nuestra psique infantil
trata de- sesperadamente de reemplazar la sabiduría original innata por un ego
que funcione. Por desgracia, el reves- timiento de voces paternas
internalizadas no pueden cumplir ese cometido. Lo que se produce entonces es
una máscara.
La máscara
constituye el primer intento de corregirnos. Con ella, tratamos de expresar
quien somos de una forma positiva que sea aceptable para un mundo del que
tememos que nos rechace. Presentamos nuestra máscara al mundo según nuestras
creencias de lo que pensamos que el mundo dice que es correcto, para que nos
acepte y nos sintamos seguros. La máscara tiende a la conexión con los demás
porque eso es lo «correcto». Sin embargo, no puede conseguir una conexión
profunda, por cuanto niega la naturaleza verdadera de la personalidad. Niega
nuestro miedo y nuestros sentimientos negativos.
Ponemos todo de
nuestra parte en la creación de esa máscara, pero no funciona. La máscara
nunca logra generar la sensación interna de seguridad que nos esforzamos por
alcanzar. De hecho, genera la sensación in- terna de ser un impostor, por
cuanto tratamos de demostrar que somos buenos cuando en realidad no lo somos
siempre. Nos sentimos falsos, y experimentamos más temor. Entonces lo
intentamos con mayor intensi- dad. Usamos lo mejor de nosotros mismos para
demostrar que somos buenos (una vez más, según las voces paternas
internalizadas). Esto produce más miedo, sobre todo porque no podemos soportar
sentirnos cada vez más falsos y más temerosos, en un círculo vicioso en
aumento.
La intención de la
máscara es protegernos de un mundo pretendidamente hostil demostrando ser
buenos. La intención de la máscara es la simulación y la negación. Niega
que su objetivo sea combatir el dolor y la ira, porque niega que ese dolor y
esa ira existan dentro de la personalidad. La misión de la máscara es
proteger el ser sin asumir la responsabilidad sobre acciones, pensamientos o
hechos negativos.
Desde la perspectiva
de nuestra máscara, el dolor y la ira sólo existen fuera de la personalidad.
No asumimos responsabilidad alguna. Todo lo negativo que ocurre tiene que ser
culpa de otro. Culpamos a los demás. Esto implica que el dolor o la ira reside
en otra persona.
La única manera de
mantener esta mascarada consiste en tratar siempre de demostrar que nosotros
somos los buenos. Por dentro, acusamos la presión constante que ejercemos
sobre nosotros mismos para ser buenos. Tratamos de cumplir las normas. Y, si
no, intentamos demostrar que tenemos razón y que las normas están
equivocadas.
Nos resentimos de
tener que vivir según normas ajenas. Cuesta mucho trabajo. Sólo queremos
hacer lo que tenemos ganas de hacer. Nos cansamos, nos irritamos, no nos
preocupamos, vertemos nuestras quejas y acusaciones negativas. Herimos a los
demás. La energía que hemos almacenado en la máscara se agita, ejerce
presión, se escapa y se transmite a los demás. Y, por supuesto, negamos
también eso, dado que nuestra intención es preservar la seguridad demostrando
que nosotros somos los buenos.
En alguna parte de
nuestro interior, nos complace estallar. Dar salida a la energía supone un
alivio, aunque no lo hagamos de una forma clara y directa, aunque no asumamos
la responsabilidad cuando lo hacemos. Hay una parte de nosotros que disfruta
vertiendo nuestra negatividad sobre los demás. Esto se denomina «placer
negativo», y se origina en el ser inferior.
El placer negativo y
el ser inferior.
Seguro que usted
recordará haber sentido placer en alguna acción negativa que haya hecho.
Cualquier movimiento de energía, negativo o positivo, es placentero. Esas
acciones transmiten placer porque son estallidos de energía que se ha
almacenado en el interior. Si usted experimenta dolor cuando la energía
empieza a moverse, pronto seguirá el placer porque, a medida que suelta el
dolor, libera también la fuerza creativa, que se experimenta siempre como
placer.
El placer negativo
tiene su origen en el ser inferior. Nuestro ser inferior es la parte de
nosotros que ha olvidado quién somos. Es la parte de la psique que cree en un
mundo separado y negativo y que actúa de acuerdo con él. El ser inferior no
niega la negatividad, sino que la disfruta. Tiene la intención de gozar del
placer negativo. Puesto que el ser inferior no niega la negatividad, como sí
lo hace la máscara, es más honesto que ésta. El ser inferior es veraz
respecto a su intención negativa. No finge ser bueno, porque no lo es. Impone
sus intereses y no se anda con rodeos. Dice: «Yo me ocupo de mí, no de ti». No
puede ocuparse de sí mismo y de otro por causa de su mundo separado. Gusta del
placer negativo y quiere más. Conoce el dolor existente en la personalidad, y
no tiene ninguna intención de experimentarlo.
La intención del
ser inferior es preservar la separación, hacer todo cuanto quiere hacer, y no
sentir dolor.
El ser superior.
Por supuesto que
durante el proceso de maduración no toda nuestra psique está separada del
núcleo. Una parte de nosotros es franca y afectuosa, sin ánimo de lucha.
Está directamente conectada a nuestra divinidad individual interna. Está
llena de sabiduría, amor y valor. Establece conexión con el gran poder
creativo. Facilita todo lo bueno que ha sido creado en nuestra vida. Es la
parte de nosotros que no ha olvidado quién somos.
Donde haya paz,
alegría y satisfacción en su vida, es allí donde su ser superior se ha
manifestado a través del principio creativo. Si se pregunta qué se entiende
por «quién es realmente» o «su verdadero ser», explore estas áreas de su
vida. Son una expresión de su verdadera esencia.
Nunca asuma que un
área negativa de su vida expresa su verdadero ser. Las áreas negativas de su
vida son expresiones de quien no es usted. Son ejemplos de cómo ha bloqueado
la expresión de su verdadero ser.
La intención del
ser superior es la verdad, la comunión, el respeto, la individualidad, una
autoconciencia clara y la unión con el creador.
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