miércoles, 21 de octubre de 2015

TU FUTURO EN LA ASTROLOGÍA

Hay muchos que creen en la astrología. Y ésta posee, de hecho, su verdad, ya que es aceptada como tal.

Pero llévala un poco más lejos y pregunta: «¿Quién es el dador de esta verdad?» «¿Cómo pueden las estrellas y los planetas en su movimiento ser más poderosos que los dioses que los crearon en primer lugar?»

Lo que tú eres nunca podrás descubrirlo basándote en los movimientos de tus cielos. Y con respecto a los movimientos de los planetas y las estrellas determinando nuestro destino, esto no es así. Porque si esto fuera verdad, ¿qué serían los sueños, la imaginación, la creatividad o la vida misma?

En cada una de tus vidas sobre este plano naciste bajo un gran número de estrellas, todas ellas brillando en aquel momento. Decir que tu destino está controlado o influenciado por unas pocas y escogidas, no sólo carece de sentido, sino que además te roba la libertad e inocencia de expresar tu vida y el Dios que tú eres.

Los dioses han creado muchos juegos, y la astrología es uno de ellos. Y a veces es un juego muy peligroso porque infunde en la persona un  miedo al futuro y predetermina sus futuros días de emoción. Todos los que piensan que los astrólogos poseen una inteligencia sabia que lo conoce todo, están literalmente poniendo sus valiosas vidas en las manos de otro.

Así como su astrología, también son juegos su dogma religioso, su política, su mercado, y cualquier cosa que permitan que los esclavice de manera que puedan jugar al juego de la supervivencia.

Aquellos que practican la astrología son verdaderamente hermosos en su sincera preocupación por los demás y su deseo de ayudarlos. Y estudiar las estrellas es algo maravilloso, pues ellas son hermosas en su movimiento y encantadoras en su misterio. Pero si basas tu vida en ellas no eres más grande que los gases que las forman.

La astrología es sólo una herramienta; es sólo un juego.

La auténtica verdad viene de la persona que abre la boca para decir: «¡Ah! He determinado lo que tu futuro traerá», porque lo ha visto en el campo electromagnético que rodea al ser para quien está haciendo esto. Si dejaras de lado el juego y le dijeras al cliente estas mismas cosas, ciertamente se asombraría. Pero por supuesto, no seria tan fascinante como decirle que cierta estrella tiene la culpa, y que él es parte de algún plan cósmico y divino. Así ocurría con los sabios de la antigüedad, que miraban a través de bolas de cristal, encendían fuegos, miraban fijamente el agua, producían explosiones, bebían vino y elixires y toda clase de cosas, sólo para comunicar una verdad haciéndola más aceptable.

El hombre siempre ha mirado fuera de sí mismo para encontrar respuestas y razones a su suerte y a su destino. Siempre ha sido más cómodo echar la culpa a las estrellas silenciosas, al gobierno de algún rey, o a la «voluntad de Dios», que mirar hacia dentro, al creador de los universos.

Siempre ha sido más fácil buscar sacerdotes, profetas y videntes para pedirles orientación, que creer que uno mismo es lo suficientemente sabio para ser el dador de ella.

Mientras sigas mirando fuera de ti mismo en busca de razones y respuestas, nunca oirás a la voz que tienes dentro, el dador de toda verdad y el creador de todo lo que existe, siempre estarás en manos de creencias supersticiosas y razonamientos extraordinarios que no te permitirán ver el increíble poder y el infinito entendimiento que realmente posees.

Tú eres una entidad soberana capaz de aceptar y crear cualquier verdad que desees. Puedes convertirte en el maestro de tu reino o ser su esclavo, lo que desees experimentar. Cuando te des cuenta de que cada ser es el auténtico creador y director de su vida, el diseñador de su destino, quizás tomes ese mismo entendimiento y crees para ti mismo una vida más ilimitada. Y eso será algo grandioso para tu ser.

Cuando estés jugando con tus juegos de predicción, recuerda quién los creó.
Y recuerda que el mismo creador, que puede volverse vulnerable a cualquier cosa que él desee, puede, en un instante, cambiar todo lo que no le guste y una vez más tomar las riendas de su vida.


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