lunes, 12 de octubre de 2015

FUSIONANDONOS CON NUESTRO YO SUPERIOR

Arcángel Miguel:

Un ser muy hermoso, poderoso y radiante se manifiesta en un cuerpo físico en la Tierra.

Vamos a ‘etiquetar’ al ser como José, permitiéndole tomar la forma de un varón. José es ahora un pleno adulto y ha pasado mucho tiempo descubriendo y aprendiendo sobre el mundo existente en la Tierra.

La Luz que era tan brillante cuando nació sigue siéndolo, pero José ya no es consciente de este aspecto de su ser, su mente y su aura se han llenado con otras ideas, distracciones y deseos.

José siente que le falta algo en su realidad, anhela algo pero no puede descifrar qué es lo que tanto anhela. Siente una tristeza interior, aún cuando su vida esté yendo bien.

José decide que debe permitirse escapar y embarcarse en un viaje; no sabe adónde irá o qué hará, pero la libertad le da un sentimiento de euforia y entusiasmo.

Decide que desea viajar, aunque va a caminar a todos lados para no depender más que de si mismo.

José empieza a empacar algunas mochilas, inconsciente de cuánto tiempo va a estar fuera o adónde irá, por lo que empaca mucha ropa, herramientas para ayudarlo a sobrevivir, e inclusive algunos libros para entretenerse en este viaje.
Parte de su hogar cargado de mochilas, sin,sentir su peso pues su entusiasmo lo está llevando adelante sabiendo que va a necesitar todos esos artículos, lo cual hace que sus mochilas se sientan extremadamente ligeras.

Empieza a caminar alegremente sin estar seguro de adónde ir, pero decide ser creativo en sus decisiones.

Gradualmente las mochilas se vuelven una carga; su entusiasmo disminuye y empieza a maldecir las mochilas y a si mismo por haberlas traído.
Ya no se siente tan libre, sino amarrado, tal como se había sentido antes de partir.

Se sienta y empieza a rebuscar en sus mochilas, sacando todo lo innecesario hasta que se queda con una pequeña mochila donde guarda lo básico que va a necesitar para sobrevivir.

Deja los artículos innecesarios a la puerta de alguien con una nota diciéndole que se quede con lo que quiera y comparta el resto.

Su entusiasmo se aviva de nuevo. Tras un día de decisiones creativas, llega a orillas de un río y decide recostarse contra un árbol.

Saca su libro y empieza a leer, adentrándose plenamente en el mundo de las fantasías del libro.

El viento empieza a soplar por entre los árboles, por lo que se arropa para calentarse.

José tiene muy pocas pertenencias y el día está oscureciendo.

Empieza a preguntarse por qué deseaba escaparse de su realidad, por qué pensaba que la realidad que había creado ahora sería mejor que su previa realidad.

Seguía sintiéndose como si estuviera portando muchas cargas, y se preguntaba si había algo bello, libertad y entusiasmo en la realidad de la Tierra para que él los pudiera experimentar.

El viento continuaba soplando rudamente por entre los árboles mientras José se acurrucaba abrazándose fuertemente y ajustaba su ropa para calentarse y reconfortarse.

Sentía como si el viento le estuviera hablando, aunque no escuchara voz alguna.
El viento le estaba demostrando que necesitaba permitirle llevarse todas sus cargas.

José empezó a reflexionar sobre todo lo que había hecho de lo cual se arrepentía, y dejó sencillamente que se lo llevara el viento.

Luego contempló todas las veces que había experimentado dolor y tristeza, permitiendo que todas esas emociones y heridas energéticas fueran llevadas por el viento.

Se preguntaba qué más debía dejar ir, y se dió cuenta de que debía enviar su perdón en la ola del viento a todas las personas que él culpaba de haberlo lastimado o que le habían hecho un mal en el pasado -a quienes él permitió que lo lastimaran..

Entonces sintió ya que su cuerpo se sentía mucho más ligero, sintiendo un alivio de la tristeza que siempre había estado con él.

No obstante, el viento seguía soplando con vigor a su alrededor. Se retó a encontrar qué más debía dejar ir.

Se dió cuenta que ya se había desapegado de la gente a su alrededor, inclusive embarcándose en este viaje, él los seguía amando profundamente pero sabía que si tenía que estar a solas, estaría perfectamente feliz y podría cuidarse de sí mismo.

Todavía acurrucado abrazándose fuertemente, se dió cuenta de que había algo que requería de su atención.

Tenía que dejar ir lo relacionado a si mismo. Tenía que permitir que el viento se llevara todas sus percepciones de sí mismo, las ideas que se había formado de si mismo, buenas o malas, la manera como se hablaba, las cosas que amaba y odiaba sobre sí, así como sus sueños y deseos para el futuro que él había construido en su mente a partir de las influencias de su personalidad y de otras personas.

Empezó a dejar de agarrarse tan fuertemente física y energéticamente.
Estaba feliz de que el viento se llevara grandes partes de sí y aguardaba entusiásticamente a ver qué quedaría.

Empezó a llorar a raudales; dolía tanto dejar ir ciertas ideas de sí mismo, pero al mismo tiempo se estaba sintiendo gozoso y libre.

Captó que había estado esperando toda su vida para lograr esto, y supo que era algo que continuaría logrando en su futuro.

Cayendo dormido, se deslizó a un sueño acerca de un árbol echando raíces desde el suelo de la Tierra. Observó al árbol crecer y fortalecerse en fuerza y carácter.
El árbol estaba amarrado a un lugar toda su vida, y sin embargo se sentía libre en su realidad.

Luego se sintió a sí mismo como un árbol echando raíces justo a lado del primer árbol. Su cuerpo se preocupaba de que estuviera creciendo demasiado cerca del otro árbol.

Crecía cada vez más alto, lo cual aumentaba su ansiedad.
Luego el viento sopló de nuevo y le recordó que tenía que dejar ir su ansiedad y preocupación y sólo observar.

José permitió al viento llevarse su ansiedad y preocupación; y para sorpresa suya, vió que el árbol empezaba a fusionarse con el primer alto árbol.
A medida que se deslizaba a la energía y conciencia del árbol, se dió cuenta de que había aceptado una tremenda libertad dentro de su ser.

Aunque no podía moverse de esa ubicación, se sentía fuerte y libre de las cargas, y su mente, corazón y emociones despejados.

Nada le irritaba más; comprendió que no tenía que ser como los demás, no tenía que tener lo que otros creaban, él podía simplemente ser él mismo y ser feliz en la realidad que él creara para sí mismo.

Sabía que si cualquier energía, pensamiento o emoción surgía de él para retar la libertad y la paz que él había creado, podía simplemente pedirle al viento que se las llevara, siempre y cuando estuviera dispuesto a dárselas al viento Él apreciaba poder vivir felizmente con muchas cosas a su alrededor, o vivir básicamente. 

José captó asimismo que si empezara a llover, granizar o nevar, seguiría estando feliz y las experiencias externas no podrían destruir su paz, fuerza y libertad que había manifestado en su interior.

La libertad le trajo un enorme gozo que sólo lo llenaba de un coraje aún mayor en sus convicciones.

Sobre él brillaba un resplandeciente sol cuando existía como un árbol; había absorbido toda la conciencia del primer árbol y ahora sentía una tremenda unidad y conexión con todo.

El sol aparentaba seguir brillando más; era como si miles de luces danzaran a su alrededor.

Se imaginó a sí mismo abriendo su pecho a la luz y permitiendo que la luz inundara su ser.

Se despertó repentinamente de su sueño; había amanecido y había estado dormido toda la noche con su espalda recostada en el tronco del árbol.
Su cuerpo se sentía electrizado, zumbando de luz. Se preguntaba si todo había sido un sueño, pero recordó el dolor cuando exploraba su energía.
Surgió un saber desde su interior: “¡te has desatado, liberándote de la influencia de la Conciencia de la Humanidad!

Te has dado la libertad para pensar y sentir como deseas, conforme a tu ser, en vez de conforme a tu personalidad o la influencia de otros.

Yo soy tu Ser y estoy aquí para guiarte adelante. Mi misión es fusionarme con tu cuerpo físico tan completamente que representemos al Creador en la Tierra en un cuerpo físico sagrado con emociones y conciencia divinas.

Estamos manifestando la encarnación divina a fin de que inspiremos a todos a recordar su verdad, y logren lo mismo ellos mismos.

Embarquémonos ahora en la trayectoria real; en tu sueño te fusionaste con un árbol más grande que era Yo, tu Ser; somos uno José.

Observa tu cuerpo, está cargado de luz y transfigurándose más allá de lo que te puedas imaginar.

Observa tu corazón y mente, están abiertos y despejados a medida que la conciencia del Creador lo penetra.

Mi energía siempre está aquí para guiarte. Recuerda que nada en la Tierra puede crear una identidad para tí, tu verdadera identidad es tu Ser y el Creador, tú lo sabes mentalmente y ahora es tiempo de experimentarlo!”

José se puso de pie y estiró su cuerpo; se sentía diferente. ¿Qué hacemos ahora? se preguntó, y la respuesta le vino instantáneamente.

Con apoyo divino,,

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