Al crear el hombre
la noción de lo bueno y lo malo, lo perfecto y lo imperfecto, también ha
creado las trampas llamadas culpabilidad y remordimiento que han hecho siempre
tan difícil progresar en la vida.
Cualquier
cosa que hayas hecho, a través de la virtud de tus muchas vidas en este plano, nunca ha sido mala, ni tampoco buena. Ha sido
simplemente una experiencia de la vida que te ha ayudado a llegar a ser quien
eres ahora, y eso es, en verdad, la cosa más preciosa y maravillosa. Porque tu
eres en este ahora, lo más grandioso que has sido nunca desde que empezaste
este camino extraordinario, ya que tu sabiduría es mayor de lo que nunca ha
sido.
Todo lo que tú has
hecho, yo también lo hice. Y cada uno de tus errores yo cometí los mismos. Y
todo aquello que has juzgado en ti por carecer de fuerza y virtud, yo también
lo juzgué. Pero yo nunca habría conocido la fuerza de mi ser si no hubiera
conocido mi debilidad. Nunca habría amado la vida si no la hubiera visto
desprenderse de mí. Y nunca habría sido capaz de abrazarlos a todos ustedes
si no hubiera despreciado la crueldad del hombre.
Cualquier cosa que
hayas hecho, por vil o miserable que haya sido, la hiciste simplemente con el
fin de crear un aprendizaje para ti mismo. Y a lo largo de ese aprendizaje te
has dañado, dolido, entristecido, y te has degradado a ti mismo y, sin embargo,
te has elevado por encima de ello, porque aquí estás ahora, dispuesto a
conocer y abrazar la belleza que tú eres.
Todos aquellos que
sientan que han fallado o hecho algo malo, deseo que contemplen esto:
Desde el momento de
tu nacimiento, tú y tus amados hermanos emprendieron una gran aventura hacia
el entendimiento emocional de todo el pensamiento; pensamiento a pensamiento.
Tu alma fue creada para almacenar la emoción de cada pensamiento —cada dimensión
de Dios— que aceptaste a través del Dios o espíritu de tu ser. Cada
pensamiento que aceptaste y sentiste en tu alma, pero que aún tengas que
entender completamente, tu alma te presionará a experimentarlo. ¿Para qué?
Para obtener el entendimiento emocional completo de todos los aspectos de ese
pensamiento, visto sólo a través de la virtud de la experiencia, que es la
virtud llamada vida.
Has
sido impulsado a lo largo de la eternidad a evolucionar y a extender la vida
hasta la creatividad, y a experimentar cada manifestación de esa creatividad,
desde el pensamiento hasta la luz, hasta la materia, hasta la forma y otra vez
de vuelta hasta el pensamiento; desde el amor y la alegría, hasta la envidia,
el odio y la tristeza, y de nuevo a la alegría. Tu alma te ha impulsado de
experiencia en experiencia, de aventura en aventura, para poder realizarse a
sí misma con el entendimiento completo de cada forma de pensamiento, cada
actitud, cada emoción, para
que así puedas conocer y entender la totalidad del pensamiento, que es la
totalidad de Dios, la totalidad del Yo.
Tu alma anhela todo
aquello que no ha experimentado. Cuando tu alma anhela una experiencia, ello
significa que necesita información emocional sobre esa experiencia. Por eso,
tu alma creará un sentimiento — llamado deseo— que cautiva la totalidad de tu ser
y te impulsa hacia una aventura, una experiencia. Entonces, cuando la
experiencia ha terminado y las emociones se calman, has obtenido, gracias a esa
experiencia, un tesoro mucho más valioso que todo el oro de este plano, te ha
hecho avanzar hasta la sabiduría; lo cual indica que tu alma dice que ya nunca
más tendrás que experimentar eso otra vez, pues has adquirido todo el
entendimiento de ello.
Entonces, tu alma perseguirá otro anhelo, y
serás impulsado a hacer otras cosas, porque lo necesitas, lo quieres, porque
el fuego dentro de ti te impulsa a experimentar toda la vida.
Ahora, ¿piensas que
alguna vez te aventuraste a experimentar algo sabiendo que te haría daño o
que ibas a fracasar? No. Siempre te has embarcado en cada aventura con gran
curiosidad, interés y placer. Y aunque al principio el resultado era un tanto
incierto, la emprendiste simplemente porque nunca lo habías hecho antes. La
experiencia era nueva y excitante y querías aprender de ella. Y aunque la
aventura pudo causar dolor, eso te ayudó a comprender la emoción llamada
«dolor», lo que aumentó tu entendimiento de la vida. Así pues, esa
experiencia tuvo un propósito en tu vida. Luego te embarcaste en la siguiente
aventura que tu alma te impulsó a experimentar, para vivir otra aventura en la
emoción y el entendimiento. Y eso te proporcionó más felicidad y
realización en tu alma.
Cada cosa que haces,
en el preciso instante en que la estás realizando, sabes en tu alma que la
experiencia es buena para ti. Es sólo después de haber experimentado la
aventura, y los sentimientos derivados de ella se han transformado en
sabiduría, cuando averiguas que quizás lo hubieras podido hacer mejor o de
otra forma. Pero nunca habrías sabido que había un mejor camino si no te
hubieras embarcado primero en la experiencia y obtenido de ella la joya de la
sabiduría. ¿Y debe alguien ser juzgado por eso? No, porque eso se llama
inocencia, y también educación.
El fracaso es una
realidad sólo para aquellos que creen en él. Pero nadie realmente fracasa en
la vida. Jamás. A pesar de cada cosa que hayas hecho, ya sea miserable,
despreciable o a escondidas —que realmente no lo es—, sigues vivo, y eso es
algo milagroso. Fracasar significaría detenerse, sin embargo, nada puede
parar, porque la vida es siempre continua; avanza a cada momento. Por eso,
nunca puedes permanecer estancado o retroceder en la vida, ya que cada momento
de la expansión continua de la vida siempre trae más y mayor entendimiento.
Tú nunca has
fracasado. Siempre has aprendido. ¿Cómo podrías saber lo que es la felicidad
si nunca has sido infeliz? ¿Cómo sabes cuál es tu meta sino una vez que la
alcanzaste y te diste cuenta de que era un color diferente del que habías
imaginado?
Tú nunca has
cometido ningún error. Jamás. Nunca has hecho nada malo. ¿De qué te sientes
culpable? Todas tus equivocaciones, tus fracasos y tus errores son lo que se
llama, apropiadamente, «pasos hacia Dios», paso a paso. Y sólo has llegado a
saber todo lo que ahora sabes a través de haber dado todos los pasos.
Nunca te sientas
culpable de aprender. Nunca te sientas culpable de saber. Eso se llama
iluminación. Debes entender que has hecho lo que necesitabas hacer; todo fue
necesario. Y tomaste todas las decisiones acertadas, todas. Tú vivirás
mañana y también el bendito día que le seguirá, y todos los siguientes. Y
lo que descubrirás en esos días es que sabes más de lo que sabes hoy. Sin
embargo, el día de hoy no es un error; te guiará hasta la eternidad.
Tú tienes la
opción de crear tu sueño de cualquier manera que elijas. Pero como quiera que
lo crees, para tu propio entendimiento emocional, estás añadiendo algo a la
totalidad de la conciencia en todas partes; nunca le quitas, nunca puedes
quitarle. Cada aventura que emprendes felizmente añade algo al fervor e
intensidad de la vida. Cada pensamiento que abrazas, cada ilusión que
experimentas, cada descubrimiento que haces, cada cosa vil y miserable que
haces amplía tu entendimiento, que a su vez alimenta y amplía la conciencia
de toda la humanidad y expande la mente de Dios.
Si piensas que has
fracasado en la vida o hecho algo equivocado, disminuyes tu capacidad de
percibir tu propia grandeza interna y externa, y tu importancia para la
totalidad de la vida.
Nunca desees suprimir nada de tu pasado —ni
una sola cosa— porque la fricción de todas tus experiencias, sublimes o
desgraciadas, ha producido dentro de tu alma las magníficas y hermosas perlas
de la sabiduría. Esto quiere decir que ya nunca tienes que volver a soñar
esos sueños, ni crear esos juegos, o experimentar esas experiencias, pues ya
las has experimentado y sabes lo que se siente, tienes en tu alma su
información; se llama sentimientos, el tesoro más auténtico de la vida.
Yo estoy aquí para
decirte que se te ama incluso más allá de lo que entiendes que es el amor,
pues siempre se te ha visto como un Dios que lucha por entenderse a sí mismo.
Y de cada experiencia de todas tus vidas, has adquirido conocimiento, sabiduría;
has dado algo al mundo, has añadido algo a la virtud de la vida que se
despliega.
Tu vida ha sido un
maravilloso espectáculo del fuego que vive dentro ti. Debería ser contemplada
con reverencia, santidad y divinidad. Porque sin importar lo que hagas, siempre
eres Dios. Sin importar la máscara que lleves, eres Dios. No importa qué tipo
de relación estés experimentando, sigues siendo Dios.
Tú eres merecedor
de las aventuras de esta vida, de cada una de ellas. Y más aún, eres
merecedor de las espléndidas aventuras que todavía te esperan. Pero nunca te
convertirás en el Yo Soy ni entrarás por las puertas de la eternidad hasta
que te des cuenta de que todo lo que has hecho, lo has hecho simplemente para
adquirir la comprensión del Dios que eres, que se demuestra aquí y ahora por
la virtud de todas tus experiencias sobre la plataforma llamada vida.
Así que tú, que
llevas un abrumador bagaje de cargas sobre tus espaldas, si eso te hace feliz,
que así sea. Pero si has aprendido todo lo que se puede aprender de ellas y
estás cansado de ellas, deshazte de ellas. ¿Cómo? Amándolas, abrazándolas y
permitiéndoles vivir en tu ser. Cuando hayas hecho eso, no te retendrán nunca
más. Y a partir de ahí, la maravilla de la vida puede verse con ojos claros,
el amor puede sentirse sin juzgarlo, y la alegría de ser se convierte en el
poder del saber interior ilimitado.
Abraza tu vida. Sabe
que eres divino y que la fuerza de tu ser está ahí gracias a todo lo que has
hecho.
RAMTHA
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