jueves, 29 de octubre de 2015

DOMAR LOS SENTIDOS

LOS SENTIDOS
Es cierto que el hombre en su búsqueda de los objetos de los sentidos, se mata a sí mismo gradualmente.

Saciar un objeto de los sentidos lleva a otro. Satisfacer los sentidos es un programa interminable.

Saciar los sentidos es como intentar apagar el fuego echándole más combustible,  Si intentamos apagar el fuego así,  el fuego aumenta. Eso significa que cada vez que le echamos combustible al fuego, la llama se hace más grande.

Los 5 sentidos nos hacen buscar los objetos de los sentidos, y por encima de todos, el sentido del tacto es el peor de ellos. El sentido del tacto y el sentido del gusto nos atan a la vida terrenal.

La vista está relacionada con la luz, y el oído está relacionado con el sonido.

Hasta ahí todo está bien, pero cuando se trata de la nariz, se está oliendo la materia, y ya tiene una relación con la materia. Donde no hay materia no hay olor.  Luego  está el sentido del tacto, que nos proporciona un contacto físico con el plano físico de las cosas. El impulso por tocar mantiene al hombre apegado a las cosas de la Tierra.

Otro contacto con la materia es el alimento. Nunca nos cansamos de comer, ¿no es cierto? Tampoco nos cansamos de tocar, y siempre nos gusta tocar una y otra vez. Por muchas veces que saciemos los sentidos, estos vuelven a venir pidiendo más.

Los imprácticos propagadores de las religiones nos sugieren que suprimamos los sentidos, pero el hombre de sabiduría sugiere que encontremos un gusto por lo superior para superar el gusto por lo inferior.

La persona que abusa de los sentidos tiene un interminable programa de correr tras los objetos de los sentidos. Los sentidos son nuestros mensajeros, y siempre nos muestran diciendo: "Éste es un hermoso lugar; hay un hermoso restaurante donde se come bien; aquí hay una hermosa mujer que puede ser tu compañera". Todos los días se nos enseña muchas cosas.

Los sentidos nos sumergen en los objetos de los sentidos.

Un caballo salvaje no está domado. Cuando un caballo está domado es útil para realizar nuestro trabajo. Un caballo salvaje y sin domar nos utiliza para sus fines.
La cuestión es si estamos utilizando los sentidos o si los sentidos nos están utilizando a nosotros.

Cuando estamos encallados en nuestro yo inferior, vamos a la deriva en un interminable programa por saciar los sentidos, corriendo tras los objetos de los sentidos. Es una carrera de caballos salvajes, corriendo tras el dinero para saciar los sentidos, corriendo tras del poder para saciar los sentidos y corriendo tras las cosas materiales para saciar los sentidos. En ese proceso nos cansamos o incluso se nos mata, porque nuestra energía se gasta continuamente.

Una vida común guiada por el yo inferior es una vida de correr tras los objetos de los sentidos. En ese proceso, el hombre se daña a sí mismo y se va matando poco a poco.

Es la suspensión de las acciones de los sentidos para poder actuar a través de ellos. El cuerpo es como un carruaje y los 5 sentidos son los 5 caballos que tiran de él. Si los 5 caballos cooperan entre sí y cooperan también con el auriga, entonces se puede producir el viaje. Si el auriga no tiene control sobre los caballos y éstos tiran en 5 direcciones, el carruaje se rompe en pedazos. Eso significa que el cuerpo se destruye, para volver a reunirse de nuevo la próxima vez con un poco más de suerte. Este es el daño que producen esos 5 caballos, representados en este caso por los objetos de los sentidos, por los sentidos y por la actividad derivada por ellos.

El aspecto fundamental para cualquier iniciado es subyugar y domar los sentidos. Simplemente porque los caballos sean salvajes no tenemos que deshacernos de ellos ni matarlos. Si matamos a los caballos del carruaje, ¿quién tirará de él? Por eso es poco práctico pensar en matar los sentidos.


Los sentidos tienen que ser educados y domados para que obedezcan las órdenes del auriga.

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