LOS
SENTIDOS
Es cierto que el hombre en su búsqueda de
los objetos de los sentidos, se
mata a sí mismo gradualmente.
Saciar un objeto de los sentidos lleva a otro. Satisfacer los
sentidos es un programa interminable.
Saciar los sentidos es como intentar apagar el fuego echándole más
combustible, Si intentamos apagar el fuego así, el
fuego aumenta. Eso significa que cada vez que le echamos combustible al fuego, la llama se hace más grande.
Los 5 sentidos nos hacen buscar los objetos
de los sentidos, y por encima de todos, el sentido del tacto es el peor de
ellos. El sentido del tacto y el sentido del gusto nos atan a la vida terrenal.
La vista está relacionada con la luz, y el oído está relacionado
con el sonido.
Hasta ahí todo está bien, pero cuando se trata de la nariz, se
está oliendo la materia, y ya tiene una relación con la materia. Donde no hay
materia no hay olor. Luego está
el sentido del tacto, que nos proporciona un contacto
físico con el plano físico de las cosas. El impulso
por tocar mantiene al hombre apegado a las cosas de la Tierra.
Otro contacto con la materia es el alimento. Nunca nos cansamos de
comer, ¿no es cierto? Tampoco nos cansamos de tocar, y siempre nos gusta tocar
una y otra vez. Por muchas veces que saciemos los sentidos, estos vuelven a
venir pidiendo más.
Los imprácticos propagadores de las
religiones nos sugieren que suprimamos los sentidos, pero el hombre de
sabiduría sugiere que encontremos un gusto por lo superior para superar el
gusto por lo inferior.
La persona que abusa de los sentidos tiene un interminable programa
de correr tras los objetos de los sentidos. Los sentidos son nuestros
mensajeros, y siempre nos muestran diciendo: "Éste es un hermoso lugar;
hay un hermoso restaurante donde se come bien; aquí hay una hermosa mujer que
puede ser tu compañera". Todos los días se nos enseña muchas cosas.
Los sentidos nos sumergen en los objetos de
los sentidos.
Un caballo salvaje no está domado. Cuando un caballo está domado
es útil para realizar nuestro trabajo. Un caballo salvaje y sin domar nos
utiliza para sus fines.
La cuestión es si estamos utilizando los sentidos o si los sentidos
nos están utilizando a nosotros.
Cuando estamos encallados en nuestro yo inferior, vamos a la deriva
en un interminable programa por saciar los sentidos, corriendo tras los objetos
de los sentidos. Es una carrera de caballos salvajes,
corriendo tras el dinero para saciar los sentidos,
corriendo tras del poder para saciar los sentidos y corriendo tras las cosas
materiales para saciar los sentidos. En ese proceso nos cansamos o incluso se
nos mata, porque nuestra energía se gasta continuamente.
Una vida común guiada por el yo inferior es una vida de correr tras
los objetos de los sentidos. En ese proceso, el hombre se daña a sí mismo y
se va matando poco a poco.
Es la suspensión de las acciones de los
sentidos para poder actuar a través de ellos. El cuerpo es como un carruaje y
los 5 sentidos son los 5 caballos que tiran de él. Si los 5 caballos cooperan
entre sí y cooperan también con el auriga, entonces se puede producir el
viaje. Si el auriga no tiene control sobre los caballos y éstos tiran en 5
direcciones, el carruaje se rompe en pedazos. Eso significa que el cuerpo se
destruye, para volver a reunirse de nuevo la próxima vez con un poco más de
suerte. Este es el daño que producen esos 5 caballos, representados en este
caso por los objetos de los sentidos, por los sentidos y por la actividad
derivada por ellos.
El aspecto fundamental para cualquier
iniciado es subyugar y domar los sentidos. Simplemente porque los caballos sean
salvajes no tenemos que deshacernos de ellos ni matarlos. Si matamos a los
caballos del carruaje, ¿quién tirará de él? Por eso es poco práctico pensar
en matar los sentidos.
Los sentidos tienen que ser educados y domados para que obedezcan
las órdenes del auriga.
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