jueves, 19 de noviembre de 2015

POSESIONES ESPIRITUALES

Lo que a continuación se narra es más común de lo que las personas creen.

No es primera vez que escribo o hablo sobre ello. Ni va a ser la última. Por allá por el año 98, cuando tuve las primeras experiencias con la técnica terapéutica de las regresiones, quedé sorprendido con el fenómeno y con la importancia que pueden tener en nuestras vidas las posesiones por espíritus ajenos.

Una posesión espiritual puede llevar nuestra vida por una vereda completamente diferente a la de nuestra voluntad, por más fuerte que parezcamos ser. El trabajo terapéutico que realizo con las Almas posesoras me ha llevado a profundas reflexiones sobre las creencias que he tenido sobre la vida, la muerte y la vida después de la muerte, así también como lo que he pensado sobre la conciencia y las consecuencias de nuestros actos.

El temor a tener que cambiar las creencias, lo que lleva a quedarse sin un marco de referencia y un poste en el cual afirmarse, y la ignorancia, unida al fanatismo religioso, lleva a muchos a pensar que las posesiones espirituales son malignas, infernales, oscuras, fantasmales y terroríficas.

Es cierto que las hay de este tipo, pero en su inmensa mayoría son solamente Almas, como la suya o la mía, que no han podido, no han sabido o no han querido ir a la Luz, a seguir el camino que seguimos todas las Almas una vez que el cuerpo que nos ha alojado en la vida muere.

Como siempre digo, mi verdadero paciente es la entidad alojada en el campo vibratorio de la persona que me pide ayuda, ya que es un prisionero, que está atrapado en este plano manifestando el mismo estado anímico y emocional que antes de dejar su cuerpo original tras la muerte de éste, asunto que pudo ocurrir meses, años o décadas atrás.

He tenido experiencias con entidades cuyos cuerpos originales han muerto hace más de 100 o 150 años, ¡más de un siglo! Esta entidad cautiva no evoluciona a la par que su anfitrión, y muchas veces entorpece, dificulta o anula el crecimiento y educación de este. El no ir a la Luz las priva de la propia evolución como Alma, ya que no pueden acceder al plano “superior” donde se regenera la energía, se restañan las heridas, se recibe amor, comprensión y cuidados, y se prepara para una próxima experiencia terrenal, o donde sea. No tienen progreso espiritual.

La desposesión espiritual tiene resultados inmediatos en las personas. Y además esos cambios permanecen en el tiempo. Los síntomas por los que llega la persona que consulta pueden ser físicos, emocionales, mentales o espirituales, y pueden remitir instantáneamente.

La desposesión espiritual necesita valentía para enfrentarse a lo desconocido, a entidades sufrientes, a traumas inimaginables, a crueldades que van casi más allá de lo soportable, a dolores profundos y a escuchar acciones de bajeza indescriptible. Es un trabajo para valientes. Hay entidades de todo tipo, y muchas de ellas se vuelven después de un tiempo en tiranos que tratan de hacer prevalecer su voluntad por sobre la del dueño del cuerpo, llevando a situaciones límite o trágicas.

Un Alma que no va a la Luz puede ser capturada y convertida en esclava, para ser enviada a alguna persona a causarle daño, ruina, o muerte. Ese es el trabajo de magia negra tan recurrente y conocido en nuestros países. Muchas veces son utilizadas también para hacer amarres de parejas, para inducir quiebras económicas y producir enfermedades. Incluso se utilizan para llevar maldiciones familiares, las que se transmiten de padres a hijos, por ejemplo.

El Alma prisionera no tiene conciencia de que está ocupando un cuerpo que no le pertenece. Cree que es el suyo, ya que no muchas veces no asimila que el propio murió anteriormente. Algunas almas se resisten a ir a la Luz, y en su testarudez hacen del trabajo de desposesión uno cansador y hasta agotador, pues se niegan a dejar a sus anfitriones.

Muchas veces esas almas son parientes que no quieren despegarse por un mal entendido amor familiar. Hay que explicarles con mucha calma lo que sucede y lo que están haciendo, ya que quiebran la ley del libre albedrío al poseer un cuerpo sin autorización del dueño que una vez que se da cuenta de ello reclama su libertad.

Las almas que se quedan en este plano tratan muchas veces de seguir con lo que estaban acostumbrados a hacer cuando su cuerpo tenía vida. Muchos están confusos, infelices, frustrados y muchas veces rabiosos. En el estado de Almas perdidas no tienen nada que los satisfaga y tampoco tienen energía para cambiar su estado deplorable. Entonces comienzan a producir estragos en los anfitriones.

¿Ha notado en usted o en personas cercanas cambios súbitos de humor, de comportamiento, de forma de pensar o actuar?, ¿ha visto cómo se transforma un ser querido cuando consume una copa de alcohol? ¿Ha escuchado decir que alguien no parece el mismo? Bueno, estas pueden ser claramente indicios de presencias extrañas en el campo vibratorio de usted o alguien que conoce. La desposesión espiritual puede ser una buena terapia para liberar las almas perdidas y lograr paz y armonía en la vida.



LUIS FLORES CORNEJO

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