La
espontaneidad consiste en no reflexionar, en dejar emerger lo que aparezca de
manera espontánea en cualquier circunstancia, con cualquier relación en
vuestras vidas, en los hechos más sencillos.
Acostumbrate
atraves de la observación y la experiencia, de dejar que ocurra lo que debe
ocurrir, procurando no utilizar vuestra herramienta intelectual, la reflexión,
o alguna circunstancia adaptada.
La
espontaneidad os permitirá que se viva lo que tiene que vivirse en cada
instante, que se trate de una subida emocional, que se trate de una acción
inmediata y espontánea.
La
espontaneidad es esencial porque traduce lo que remonta de vuestra persona, de
vuestra alma o de vuestras profundidades. Observándolo, y sin reflexionar con
respecto a unas normas de comportamiento, unas normas sociales o incluso unas
normas emocionales, identificaréis lo que motiva este tipo de reacción que
producís, este tipo de acción, este tipo de emoción, y hasta vuestras
costumbres cotidianas y rutinarias os aparecerán por lo que son, es decir,
perteneciendo simplemente a lo que manifestáis en la superficie de este mundo y
no a lo que sois.
Ser
espontáneo, es no reflexionar. Ser espontáneo, es no refrenar nada. Ser
espontáneo, es estar disponible total e integralmente para vivir lo que hay que
vivir en este período para cada uno de vosotros.
La
espontaneidad desemboca pues, en la desaparición, la transparencia y la
humildad. No requiere de ningún esfuerzo
de vigilancia, sino un relajamiento como si te dejaseis llevar por la Vida, sin
que interviniese vuestra propia persona.
Observaréis
también que adoptando esta espontaneidad, una particular paz aflorará, sea cual
sea la emoción manifestada, aunque se trate de una ira o de un miedo, o de la
emoción que sea. Os permitirá entonces identificar claramente, cada vez más
fácilmente, lo que sois y lo que no sois.
Observaréis
también que el conjunto de lo que podía pareceros abrupto, infranqueable,
imposible de superar, una emoción, una costumbre, se
realizará espontáneamente sin ninguna acción de vuestra persona, ya que de
todos modos estáis en el punto de vista diferente de la espontaneidad.
Las
personas no conocen la espontaneidad, ya sea en las relaciones, o ya sea en el ejercicio de alguna actividad,
porque siempre están coloreando sus actos por la experiencia, por la costumbre,
y por la repetición. Hoy, la espontaneidad os lleva a ser cada vez más nuevo,
en cualquier circunstancia, en cada aliento, en cada imprevisto como en cada
previsto, dándoos entonces la capacidad de dejar nacer lo que ya está allí, es
decir mucho más que la paz: el Amor incondicionado.
Si
adoptáis esta espontaneidad, comprobaréis con facilidad una modificación de
vuestros estados de humor, una modificación de vuestras necesidades
fisiológicas, así como una pérdida de identificación hacia lo que hasta ahora
os tenía atados, si puedo decirlo así, a unas normas de comportamiento del
pasado, a unas historias, a unas memorias, a unas heridas o incluso a unas
alegrías. Descubriréis la libertad de ser, durante estos instantes, sin
necesidad de refugiaros, de alinearos, o de preguntar a vuestro corazón.
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