Los sentimientos de vergüenza e indignidad están muy, muy profundos
en los humanos, y se remontan a hace muchos tiempos. Ustedes primero sintieron
indignidad, y los sentimientos de vergüenza y culpa cuando primero se
encontraron fuera de Todo Lo Que Era. Se sintieron perdidos y solos. Se
sintieron destrozados en un billón de billón de pedazos. Se sintieron como si
hubieran sido destrozados, y no podían recordar por qué. Pensaron que habían
hecho algo malo, y que habían sido desterrados, o como mínimo, que habían
cometido un error absurdo y que se habían perdido.
A medida que empezaron a avanzar, y se encontraron a otros e
interactuaron con ellos, las cosas no siempre resultaron de la manera que
esperaron. A veces lo que decían o hacían ocasionaba que el otro se sintiera
herido, y entonces sentían vergüenza. A veces lo que hacían no funcionaba como
lo esperaban y entonces sentían más vergüenza y más indignidad.
A veces sin proponérselo permitían que otro se alimentara de su
energía, y el resultado era que se sentían pequeños e indefensos e indignos.
Y entonces vinieron a la Tierra, queridos amigos, y una vez más
pasaron por un intenso, difícil proceso de fragmentarse, de meterse abajo en la
densidad de la materia física. Oh, fue un muy difícil, y de cierta manera un
muy doloroso proceso, pero fue uno que ustedes eligieron voluntariamente y con
entusiasmo. Pero sin embargo, cuando llegaron a la Tierra no podían recordar
por qué estaban allí.
Y una vez más se sintieron perdidos y solos. Se sintieron como si
hubieran sido fragmentados y destrozados. Se sintieron como si hubieran perdido
el contacto con algo muy valioso. Sintieron un gran agujero en su interior,
porque se habían separado de la mayoría de quienes eran.
Incluso su alma, la parte de ustedes que permanece en los otros
reinos mientras están en la Tierra, que mantiene un equilibrio para ustedes,
una ancla para que no se pierdan aquí, incluso esa parte de ustedes no es todo
ustedes. E incluso ella no podía recordar plenamente de dónde habían venido.
Así que comenzaron a regresar a la Tierra, vida tras vida, cada vez
olvidándose aún más quienes eran, cada vez sintiéndose más pequeños, y más
solos. Oh, a veces alcanzaban a ver otra parte de ustedes; a veces sentían una
agitación en su interior, y sabían que ustedes no se limitaban solamente a ser
este pequeño humano. Y querían tan desesperadamente volverse a conectar con
ello, pero no podían encontrar un modo.
Entonces se amontonó la vergüenza sobre la vergüenza, y se sintieron
más y más indignos. Buscaron la solución en otros. Buscaron la solución en el
poder, en la alimentación de los demás. Descubrieron que si podían alimentarse
lo suficiente de la energía de otras personas –por supuesto que no sabían que eso era lo que era– pero si podían controlar y manipular a
suficientes personas, descubrieron que durante un tiempo se sentían mejor
consigo mismos.
Pero demasiado pronto todo eso se vino abajo. Las personas se
rehusaron a ser controladas por más tiempo, y se volvieron contra ustedes y se
alimentaron de su energía. Entonces se sentían aún más pequeños y más solos de
lo que se habían sentido antes, y se sentían aún más avergonzados y aún más
indignos.
Con el tiempo la humanidad llegó a un punto tan bajo que llegó a
creer, a creer sinceramente, que el género humano era malo por naturaleza.
Ustedes llegaron a creer que no había esperanza. La humanidad desarrolló una
idea de Dios, de un Dios en algún lugar en el cielo que tenía poder sobre todas
las cosas, y en especial sobre las personas, y llegaron a creer que habían
disgustado a ese Dios.
La humanidad creó una creencia de que el género humano, en sus
primeros días, había disgustado a ese Dios, y estaban sentenciados al tormento
y sufrimiento eternos a causa de eso. Llegaron a creer que no era suficiente
que sólo ustedes vivieran una buena vida, porque sus padres habían pecado, y
los padres de ellos habían pecado, y sus padres antes de ellos habían pecado, y
de alguna manera ustedes tenían que cargar con la responsabilidad de eso.
No era cierto, queridos amigos, pero llegaron a creerlo con todo su
corazón, porque era la única explicación que tenían por el suplicio que
sentían. Entonces se sintieron aún menos dignos y sintieron aún más vergüenza.
Entonces se dedicaron a tratar de complacer a Dios. Trataron de
vivir una vida buena y honorable, y a menudo fracasaron estrepitosamente, pues
descubrieron que había partes de ustedes que no podían controlar.
Oh, se esforzaron tanto. Sintieron que su cuerpo y sus necesidades y
deseos e instintos eran malignos, y se esforzaron tanto por controlarlos.
Trataron de controlar su mente. Trataron de controlar todo acerca de ustedes.
Pero queridos amigos, un ser creador soberano no se puede controlar
por mucho tiempo, y finalmente, alguna parte de ustedes iba a estallar en
cólera, en alguna gran explosión, y harían cosas que nunca imaginaron que
podían hacer. Les harían daño a las personas, o incluso si no herían a los
demás hacían cosas que estaban en contra de las reglas, entonces sentían más
vergüenza y más indignidad.
Y entonces se serenaban y se esforzaban aún más por controlarse. Se
unieron a la iglesia y se hicieron un monje o un sacerdote, y dedicaron su vida
a Dios, y más importante aún, a ser una buena persona. Entonces su trabajo se
volvió imponer esta religión, esta moral, sobre los demás, y obligarlos a vivir
por las mismas reglas y castigar a cualquiera que no lo hiciera.
Y eso llevó a atrocidades contra otros humanos, porque en nombre de
Dios sintieron que tenían que salir y castigarlos, e incluso asesinarlos y
torturarlos si no se comportaban de la manera que la iglesia dictaba que debían
hacerlo.
A veces por un tiempo, en su rectitud se sentían justificados en lo
que hacían, y se alimentaban de la energía de aquellos que castigaban. Y se
sentían poderosos y moralmente superiores, y sentían como si estuvieran
haciendo la obra de Dios. Sentían que tenían un propósito en la vida, y que esa
vida tenía un poco de significado, así que intensificaron sus esfuerzos.
Pero tarde o temprano su humanidad volvía a la superficie, y veían
lo que habían estado haciendo. Veían el sufrimiento que habían creado en nombre
de Dios, y entonces se sentían pequeños y avergonzados e indignos una vez más.
A veces entraban en una vida con un gran deseo de servir a Dios y le
pedían –le rogaban– a Dios que les mostrara el camino, que les
ayudara, y se encontraban en miseria. Encontraban que nada salía como querían
que saliera, y entonces se sentían pequeños y avergonzados. Sentían como si
hubieran fracasado, como si le hubieran fallado a su propio creador.
Llegó un punto en que la conciencia comenzó a cambiar un poco. Un
nuevo conocimiento empezó a introducirse en la conciencia, y el ser que la
historia registra como Jesús de Nazaret, o como Yeshua Ben Joseph, fue enviado
a la Tierra con un nuevo mensaje. Fue un mensaje destinado a aliviar la
vergüenza de la humanidad, y funcionó hasta cierto punto, pero pronto el
mansaje fue distorsionado. La humanidad no estaba lista para ello, pero se
sembró una semilla, una pequeña semilla de esperanza. Una esperanza de que
quizás, sólo quizás, hubiera una manera de salir de este lío, una manera de
volver a caer en gracia con Dios.
Pero muy pronto, incluso ese mensaje se perdió, por un tiempo; hubo
aquellos aquí y allá que lo mantuvieron vivo. La esperanza se distorsionó hacia
otra manera de alimentarse de la energía de los demás, todo en nombre de Dios.
Durante muchos siglos la semilla parecía haber desaparecido. Pero no
lo había hecho, queridos amigos. Fue creciendo aquí y allá. Aquí y allá la
gente comenzó a despertar, sólo unos pocos, pero ésos pocos comenzaron a
cambiar la conciencia.
De vez en cuando se cruzaban con algunas de ésas personas, o
escuchaban de ellas o de las cosas que hacían, y se sentían pequeños en
comparación a ellos. A menudo los ignoraban y decían que tenían que ser del
diablo, y regresaban a su fe y se preguntaban por qué su vida era tan
miserable. Y seguían sintiéndose pequeños y avergonzados y solos.
Se marchaban en cruzadas. Salían y trataban de convertir al mundo al
Cristianismo, o a la religión a la que pertenecían, ya que se les había
enseñado que Dios no podía volver, que Dios no podía aceptar de vuelta a la
humanidad, hasta que todos los que no creían hubieran sido destruidos; hasta
que todos en la Tierra creyeran en la forma que su iglesia enseñaba. Sin
embargo nunca funcionó, queridos amigos. Nunca funcionó, y entonces se sentían
pequeños y avergonzados una vez más.
Entonces ahora llegan a esta vida, y una vez más entran pequeños,
indefensos, y ya conllevando una sensación de vergüenza y de indignidad. Y
debido a que son un creador, y debido a que el mundo que los rodea siempre
refleja el mundo en su interior, crearon muchos acontecimientos y muchas
circunstancias en esta vida que refuerzan este sentimiento de vergüenza y de
indignidad.
Pero al mismo tiempo, algo nuevo está ocurriendo dentro de ustedes.
A lo largo de sus últimas vidas han comenzando a despertar, y ahora en esta
vida –pudo haber comenzado
desde el principio, o pudo haber sido sólo recientemente– que empezaron a tomar conciencia de algo
más, de algo más grande que ustedes el humano. Ahora ya están empezando a
despertar en serio, y ahora es el momento de soltar esa vergüenza, esa
indignidad.
Oh, no pueden luchar contra ello, queridos amigos. No pueden
alejarlo. ¿Por qué? Porque en realidad no existe. En realidad no es real. Es
una ilusión que ustedes crearon; es una manera de pensar que ustedes han
elegido. La vergüenza y la indignidad es sólo una manera de pensar. Es una
historia que se siguen contando, una y otra vez, y ahora es el momento de
contarse una nueva historia.
Oh, su mente contraatacará, su mente discutirá. Dirá, “Todo suena
fantástico, pero ¿cómo sé que es cierto? ¿Cómo sé que puedo creerlo? ¿Cómo sé
que no es más que otro truco, otro juego, creer que soy un creador?
Queridos amigos, si miran profundamente dentro de ustedes, saben que
es verdad. Pero sin embargo, ya están aprendiendo que las historias que se
cuentan son lo que crean su realidad, así que ¿no sería mejor contarse una
nueva historia, ya sea cierta o no?
No hay ninguna “Verdad,” queridos amigos. Únicamente existe lo que
ustedes eligen, porque eso se convierte en su realidad. Lo que sea que elijan
se hace realidad, es verdad, si así lo permiten.
Oh, eso es difícil para su humano, para su mente de comprender, pero
así son las cosas, queridos amigos. Y si estuvieran libres de la vergüenza y la
indignidad, y si estuvieran libres para ser quienes son y para vivir su
creadorazgo conscientemente, entonces es hora de contarse una nueva historia.
Esa es la única manera, queridos amigos. Es una elección, porque la
vergüenza que sienten no es más que una historia que se siguen contando. Eso es
todo lo que es. ¡Eso es todo lo que siempre ha sido! Así que si quieren
liberarse de ello, entonces tienen que elegir contarse una nueva historia.
Ustedes son un grandioso creador, queridos amigos. Existen fuera de
esta historia que han vivido durante tanto tiempo. Esa parte de ustedes de la
que se han sentido tan separados está volviendo a casa ahora, o intentándolo.
No puede entrar hasta que la dejen. No puede entrar mientras estén eligiendo la
vergüenza, mientras se estén contando la muy traída y vieja historia.
Ustedes no van a morir y volver a casa a algún lugar lejano donde se
reunirán con todo lo que son. No funciona así, queridos amigos. Es únicamente
aquí en la Tierra que se pueden reunir completamente con todo lo que son.
Oh, y eso desafía todo lo que se les ha enseñado, pero es la verdad,
queridos amigos. Existen miles de humanos que han despertado, hay miles de
Maestros Ascendido en los otros reinos, que les pueden decir que es verdad.
Porque ellos, cada uno de ellos, reclamó su creadorazgo y su maestría aquí en
la Tierra.
No, cuando uno muere, si no ha recuperado a su Sí Mismo, estará de
vuelta tarde o temprano. Estarán de vuelta en la Tierra, o irán a las nuevas
Tierras que se están creando ahora mismo en el patrón de la Tierra, y vivirán
otra vida. Y quizás otra, y otra, hasta que elijan permitirse volver a casa a
ustedes; hasta que elijan dejar de contarse esa traída y vieja historia de
vergüenza e indignidad, y contarse una nueva historia de quien realmente son.
Queridos amigos, en sus relaciones aquí en la Tierra con otros, han
aprendido que si continuamente avergüenzan y reprenden a la otra persona, y las
hacen pequeñas y las tratan como indignas; han aprendido que tarde o temprano
ellas se van. Los dejaran. Pero si las alaban, si las tratan como su igual, si
las tratan como si ellas son buenas y merecedoras, se acercan más a ustedes en
la mayoría de los casos. En algunos casos ellas están tan atrapadas en su
propia vergüenza que no pueden manejar eso. No pueden manejar escuchar de
manera diferente, así que se marchan y se alejan gateando y viven su vergüenza
más. Pero eso no se trata de ustedes, queridos amigos.
Cuando se enamoran de alguien, cuando realmente se enamoran, ¿cómo
tratan a esa persona? ¿La tratan como que si ellos fueran vergonzosos o
malvados? ¿O los tratan como si fueran el más grandioso ángel que jamás han
conocido, y dignos de la mayor alabanza y de todas las cosas mejores que la
vida puede ofrecer?
Bueno queridos amigos, para enamorarse de ustedes mismos, tienen que
empezar a tratarse de la manera en que tratarían a su amante más querido. Y eso
quiere decir contarse una nueva historia.
¿Han notado cuán a menudo se echan la culpa? ¿Cuán a menudo se
cuentan la historia de que son estúpidos? ¿Que son indignos? ¿Que son pequeños?
¿Que no cuentan?
Escúchense, queridos amigos. Escuchen su dialogo interno, las cosas
que se dicen en su mente. ¿Qué pasaría si le dijeran ésas cosas a su amante?
Queridos amigos, si quieren recuperar su creadorazgo; si quieren ser
todo lo que son y poner fin a este ciclo de vergüenza y miseria, entonces es
hora de empezar a hablarse de la manera que le hablarían al más grandioso
amante que jamás han conocido.
Su mente dice, “¡Oh, pero no es cierto!”
¡Queridos amigos, queridos creadores eso es HABLAR MIERDA! Esa es la
mentira más grande que se haya dicho.
¡Supérenlo, queridos amigos! Porque la verdad es que son un ser
grandioso y magnífico. ¡No hay ningún ser en ningún lado en el universo, en
ningún lado en el omniverso, que sea más grandioso que ustedes! Y cuando
comienzan a contarse esa historia, su vida cambiará.
Cuando comienzan a hablarse en su mente, y con su voz cuando se
miran al espejo, de la forma que le hablarían a su amante, al amante más
preciado, entonces queridos amigos, empezarán a enamorarse de ustedes mismos.
Pero sólo entonces.
Así que queridos amigos, nos gustaría que se tomen un tiempo; tomen
un cuaderno, miren dentro de ustedes, y escriban algunas de las historias que
se cuentan, algunas de las maneras en que se avergüenzan a sí mismos. Y por
cada una queremos que se cuenten –y anótenlo– una
nueva historia. Una historia de su grandeza, una de su valía, y de lo
maravillosos que son.
Queremos que miren ésas cosas de las que están avergonzados, y
queremos que encuentren una manera diferente de verlas, que encuentren una
manera de verlas bajo una nueva luz donde pueden celebrar las experiencias que
fueron; donde pueden celebrar en lo que los han convertido, la sabiduría que
adquirieron de ellas, los regalos que les dieron. Porque queridos amigos, en
cada experiencia, sin importar lo buena, lo mala, hay un regalo. Hay un
precioso regalo. ¡Encuéntrenlo, queridos amigos!
Es fácil cuando las experiencias son buenas, pero han estado huyendo
con tanta fuerza de ésas malas experiencias que nunca se han tomado el tiempo
de recibir sus regalos. Y queridos amigos, de muchas maneras ésos regalos son
incluso más preciosos e incluso más valiosos que los regalos de las buenas
experiencias.
No importa lo mala que fue la experiencia. Si fueron violados, si
fueron casi matados a golpes; incluso si ustedes le hicieron ésas cosas a
alguien más, hay un regalo para ustedes, queridos amigos, un grandioso,
magnífico, y oh tan precioso regalo.
Es hora de dejar de huir de ustedes, queridos amigos. Es hora de
elegir soltar sus historias de vergüenza, y de indignidad. Es hora de darle la
bienvenida a casa al dolor en su vida, y encontrar los regalos que están
envueltos dentro de ello. Porque cuando lo hacen, se encontrarán a sí mismos.
Encontrarán aquellas partes de ustedes que han estado faltando
durante tanto, y encontrarán su propia completitud. Finalmente se sentirán
realizados y completos, y conocerán su propio creadorazgo.
Somos completos.
Keahak.
Yo Soy la que Yo Soy una sensual pirata espiritual aquí en la Tierra.
Maribel.