Por Valeriane Bernard
Para liberarse de
las influencias negativas lo primero que hay que hacer es reconocerlas. Luego
se debe tener la capacidad interna, es decir, la fuerza de no dejarse afectar.
Además se debe querer liberarse, porque un reo enamorado de su cárcel, es como
un enamorado atrapado en su enamorada: no se quieren liberar.
Para muchos es
más fácil seguir con los malos hábitos que dejarlos, es una posición
contradictoria porque a pesar de que nos hacen sufrir, encontramos que es más
duro el esfuerzo de la liberación.
Otra cosa
importante es entender qué es y cómo es nuestra libertad, porque nosotros no
sabemos cuán libres podríamos llegar a ser internamente. Hay que reconocer
todos los hábitos que no nos permiten liberarnos de la negatividad.
Uno de los
hábitos es el de echarle la culpa al otro: “por culpa de él voy a llegar
tarde”, “por culpa de mi madre, soy así”, “por culpa de mi esposo, no soy
feliz”, etc. Echar la culpa es como justificarse y se piensa que uno no hizo
nada y uno asume una postura de enojo, irritación y de víctima.
Hay momentos de la
vida en que uno tiene todas las excusas para dejarse influenciar por lo
negativo de uno mismo como de los demás. En ese momento uno no se fija que la
propia actitud está siendo negativa y empezamos a creer firmemente que
“tenemos la razón”.
Echar la culpa va
de la mano con la actitud de superioridad de “yo tengo la razón”. Y así, uno
se da permiso de actuar de manera negativa e irrespetuosa hacia los otros.
Las debilidades
propias son también parte de la negatividad. Hay un dicho que dice que la
fuerza de una cadena es igual a la fuerza del eslabón más débil de la
cadena.
Cabe preguntarse
¿somos capaces de ver la negatividad?; ¿cómo nos posicionamos ante ella?
Una posición
típica es actuar como justicieros. Mucha gente dice que no aguanta la
injusticia pero ellos mismos se ponen en la posición de ser injustos,
violentos cuando se trata de responder a la injusticia y eso: !por “buenas”
razones!
Algo muy
importante que se debe de entender es que uno nunca debería ponerse violento.
Nosotros fuimos criados por un mundo violento donde hay guerras, donde la
imágenes que más amamos de Dios es Cristo siendo crucificado y sangrando,
etc. Por lo tanto la conciencia del ser humano se ha llenado de violencia, pero
con la violencia nunca se alcanza la paz.
El enganche para
ponernos violentos es cuando pensamos que tenemos la razón.
La negatividad de
los otros despierta las propias heridas y traumas profundos de nuestras
personalidades y todos tenemos traumas. Es por eso que hay algunas personas que
aunque uno sepa que son buenas en el fondo, muy fácilmente se pierde la
paciencia con ellas. Por ello es importante identificar las propias heridas ya
que, por ejemplo, si sé que tengo el tobillo malo, no puedo correr tras el bus
porque se me va a poner peor y lo trato con más cuidado.
Con lo que más
nos dejamos influir es por la propia negatividad, la falta de paciencia, la
agresividad, la falta de seguridad propia, etc. Por eso en la actualidad la
enfermedad más grande es la depresión porque las personas, primero, no
siempre se dan cuenta que se hacen daño y cuando se dan cuenta que se están
perjudicando no saben cómo reemplazar ese patrón, siguen igual.
Un pensamiento
negativo es consecuencia de un patrón negativo. Por ejemplo: para andar en
bicicleta uno necesita dar varios pedalazos para que la bicicleta ruede. De la
misma forma varios pensamientos negativos activan un patrón negativo y cuando
ya llegamos a un pico de negatividad o sufrimiento es que nos empezamos a
preguntar qué hacemos ahí y como volver a activar el pedaleo positivo.
Entonces nosotros
estamos en un patrón, en una identificación con ser víctimas, “pobrecitos”.
Cuando uno ya está en un caos interno negativo uno debe observarse. Para
solucionar, tener humor, por ejemplo, es una forma de transformar nuestra forma
de actuar ya que las cosas se mejoran así con mayor facilidad.
Para quitarnos la
negatividad, el enojo, por ejemplo, es necesario despertar la parte positiva
del propio ser. Por lo tanto es muy importante reconocer dentro de sí la parte
que está liberada de la negatividad. Esa parte del ser es totalmente y siempre
pura, creativa y pacifica.
La creatividad es
necesaria para todo, pero lo que ocurre es que cuando uno tiene patrones de
victimización uno se dice: “yo no puedo con esa situación”. Pero la
creatividad es el potencial de usar el poder interior para salir adelante.
La positividad se
tiene que usar repetidamente para que luego sea fácil tener buen humor,
dulzura, amor, deseos de aprender, ya que todo esto es lo que nos fortalece.
Otra dificultad es
que cuando estamos involucrados en la acción, reaccionamos por hábito,
decidimos en base a lo que se nos ocurre, porque no sabemos cómo ser
diferentes. Por esto tenemos que aprender a estar en la acción sin perder la
conexión con el propio potencial, el cual está lleno de felicidad y
bienestar.
Cuando estamos
totalmente felices es cuando menos somos afectados por la negatividad. Por eso
ser feliz es muy importante. Cuando no se es feliz es muy fácil ser negativo.
Entonces, no tener
un buen trato con el propio ser, no darle al corazón lo que anhela, eso es
tratar negativamente el propio ser.
Otro de los
hábitos que no nos permiten ser libres de la negatividad son las adicciones:
si le preguntan a alguien ¿estás satisfecho con tu esposo/a?, a menudo
responden que no, pero si luego se les pregunta ¿y estás haciendo algo al
respecto?, ellos dicen que no. Así es que nos ponemos como los “pobrecitos”.
Tomar la
responsabilidad de nuestras propias emociones implica esfuerzos. Por eso mucha
gente prefiere quedarse igual que ser creativo y comportarse de forma
diferente.
La vida, ¿qué es?
Es un rato que tenemos para expresarnos, pero ¿qué hacemos con ese rato? Nos
expresamos de la forma que no queremos.
Por eso, si se
conoce los enemigos que uno tiene uno sabe qué hacer. Si el enemigo es una
araña, una serpiente, etc. ya se sabe cómo actuar. Pero si uno no los conoce
no sabe qué hacer para protegerse de ello.
Nosotros tenemos
un potencial enorme, pero nos toca investigarlo, porque en el momento que lo
necesitamos no vamos a poder ir a leerlo en los libros.
Por eso en nuestra
escuela utilizamos el poder de “estar siempre listos”, porque uno así puede
aprender a adaptarse y a encontrar soluciones satisfactorias.
Entonces, ¿cuánto
tiempo desperdiciamos? Porque las situaciones nunca piden permiso para suceder:
¿pidió permiso su madre para morirse?. Los problemas y las circunstancias no
piden permiso para venir, pero nosotros los etiquetamos con el sello: ¡problema
no!
El estado
emocional que yo tengo, es el estado emocional que yo misma creo, y si no está
bien, uno no está listo para reaccionar positivamente. Sin embargo hay una
parte nuestra que no quiere asumir esto, porque cuando uno se siente triste uno
se deja convencer o engañar por esa emoción y no cambia, y luego uno se
identifica y asume: soy triste, soy irritado, soy frustrado, y así uno mismo
se va contaminando.
Entonces lo
importante es tener otra relación con las emociones y sentimientos. Una
persona que no tiene un estado positivo es una persona en peligro. Por lo que
uno puede fijarse internamente cómo hacer para tener un estado anímico más
elevado.