viernes, 14 de octubre de 2016

LA ILUMINACION ESPIRITUAL

La iluminación espiritual nos permite discernir la realidad Espiritual, donde parece que reina el concepto humano. El sentido espiritual discierne la realidad de lo que aparece como concepto.

La evolución de la Consciencia espiritual comienza cuando nos damos cuenta por primera vez, que lo que contemplamos a través de los sentidos de la visión, la audición, el gusto, el olfato y el tacto, no es la realidad de las cosas.

El primer rayo de iluminación nos brinda destellos de la naturaleza divina, eterna e inmortal, dejando completamente a un lado las apariencias, lo que a su vez logra que las apariencias sean incluso menos reales y la iluminación aún mayor.

Nuestro avance Espiritual se da en proporción directa a la iluminación, que nos habilita para vivir cada vez más la Realidad. Sabemos que el escenario humano es percibido equivocadamente, debido a la percepción incorrecta, por eso debemos abandonar cualquier idea de ayudar, curar, corregir o cambiar la imagen sensorial que percibimos, y así podremos empezar a ver la Realidad divina siempre presente.

La iluminación espiritual, empieza a manifestarse en nosotros en la medida en que damos el primer paso serio en la búsqueda de la Verdad. Creemos entonces que somos nosotros los que estamos buscando el bien o la verdad, pero en realidad es la Luz que brilla en nuestra Consciencia, la que nos obliga a dar los pasos que estamos dando.

El avance de nuestra comprensión espiritual es dado por la Luz, que se hace cada vez más intensa en nuestra Consciencia despejando la oscuridad sensorial. Este flujo de Luz seguirá hasta que se restablezca plenamente nuestra verdadera identidad, que es la de “Yo Soy la Luz del Mundo.”

Cuando no estamos iluminados, forcejeamos con las fuerzas del mundo; tenemos que trabajar; tenemos que luchar para preservar nuestro lugar y posición en el mundo; tenemos que competir por riquezas y honores. Nos disgustamos ocasionalmente con nuestros amigos; más aún, nos mantenemos en una lucha permanente con nosotros mismos. Las riquezas personales no dan ninguna seguridad, a pesar de que la intensa batalla que se ha dado para obtenerlas haya sido ganada.

La Iluminación trae consigo Paz, al igual que confianza y certeza, pero en especial, trae el reposo que nos libera de las luchas contra el mundo, y por esto fluye hacia nosotros todo lo bueno, a través de la Gracia. Comprendemos ahora claramente que no vivimos porque adquirimos, ganamos o alcanzamos las cosas. Vivimos por la Gracia, todo lo poseemos como don Divino y no tenemos que conseguir el bien porque ya lo tenemos.

Los placeres y los éxitos del mundo son nada, comparados con las alegrías y los tesoros, que ahora se manifiestan ante nosotros a través del sentido espiritual. A la Luz de la Verdad, los triunfos más grandes y las más grandes alegrías terrenales son nada, mientras que los tesoros del Alma tienen una gloria desconocida, imposible de imaginar por los cinco sentidos.

Cuando el hombre posee la Luz divina en sí mismo, gana su libertad en el mundo y goza de la seguridad frente a todos los peligros humanos y terrenales. Esta época que vivimos encierra grandes terrores y temores para muchos. Los iluminados saben que el bien no aparece ni desaparece, porque la actividad espiritual es siempre plenitud, tal como se los ha revelado su iluminación, que enseña la realidad divina de las cosas y les hace ver que están anclados en el Alma, en la Consciencia Divina, la Paz espiritual, la serenidad y la protección.

Los iluminados no tememos a nada en el mundo, porque este no es otra cosa que la proyección de Todo lo que poseemos en nuestro interior. Disfrutamos de una seguridad real, dada por la convicción de que somos seres individuales que lo poseemos Todo, gracias a la Consciencia espiritual, la Infinitud y por ello, no reconocemos como verdaderas las evidencias que nos presentan los sentidos.


La iluminación espiritual revela la armonía del Ser y diluye la evidencia de los sentidos. La iluminación no altera nada en el Universo pues, este es un universo poblado por los Hijos de Dios; lo que si cambia es nuestro concepto del Universo.

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