OSHO.
Si sientes miedo,
sientes miedo. ¿Para qué convertir el asunto en un problema? Reconoce que
tienes miedo, al igual que posees dos manos.
¿Para qué crear un
problema? Es como si te preguntaras por qué tienes una nariz, en lugar de dos.
El miedo está allí y lo único que debes hacer es tomar nota y aceptarlo.
Acéptalo y no te preocupes. Verás que súbitamente desaparece.
Esa es la alquimia
interior: los problemas desaparecen tan pronto como se aceptan, pero se
agrandan y complican cuando se entra en conflicto con ellos. Claro que hay
sufrimiento y con él viene el miedo.
Pero acéptalo porque no hay nada que puedas
hacer al respecto. No pienses que estoy hablando de pesimismo al decir que no
puedes hacer nada al respecto. Cuando digo que no hay nada que puedas hacer,
esta es la clave para solucionar el problema.
El sufrimiento es
parte de la vida y del crecimiento, y no hay nada de malo en él. El sufrimiento
se convierte en algo malo solamente cuando es destructivo, y no se utiliza para
crear; el sufrimiento se convierte en algo malo solamente cuando la persona sufre
y no aprende nada de su sufrimiento.
Cuando el sufrimiento deja lecciones es una fuerza creadora.
La oscuridad es
bella cuando insinúa la pronta aparición del alba; la oscuridad es peligrosa
cuando es interminable y no insinúa un amanecer. Es peligrosa cuando
sencillamente se perpetúa y la persona continúa moviéndose como autómata en la
rutina de su círculo vicioso.
Esto te puede
suceder si no estás alerta: por querer salir de un sufrimiento, terminas
creando otro, y para escapar de ese creas otro, y luego otro, y así
sucesivamente. Y todos esos sufrimientos que no has vivido continúan
aguardándote. Han escapado, sí, pero simplemente para caer en otro sufrimiento,
porque la misma mente que creó el primer sufrimiento, crea también los
siguientes. El sufrimiento siempre estará ahí porque es una creación de la
mente.
Acepta el
sufrimiento y atraviésalo; no escapes. Es una dimensión completamente diferente
en la cual debes trabajar. El sufrimiento está ahí; sal a su encuentro,
atraviésalo. El sufrimiento estará ahí, de modo que acéptalo. ¿Qué temblarás?
¡Entonces tiembla! ¿Para qué fingir que no tiemblas, que no sientes miedo? Si
eres cobarde, pues acéptalo.
Todas las personas
son cobardes. Aquellas a quienes llamamos valientes solamente están fingiendo
porque muy en el fondo son tan cobardes como el resto del mundo. En efecto, son
quizá más cobardes porque para crear su cobardía se han fabricado una máscara
de bravura y tratan de actuar de tal manera que nadie piense que son cobardes.
Su bravura es apenas una fachada.
¿Cómo podemos ser
valientes? La muerte está ahí. ¿Cómo podemos ser valientes si somos apenas
hojas sacudidas por el viento? ¿Cómo podría no temblar una hoja? Cuando el
viento sopla, la hoja se estremece. Pero nunca acusamos a la hoja de cobarde.
Sólo sabemos que está viva. Así, cuando tiemblas y el miedo se apodera de ti,
eres como una hoja al viento -¡hermoso! ¿Para qué formar un problema de ello?
Pero la sociedad
todo lo ha convertido en problema. Cuando un niño siente miedo de la oscuridad
le decimos: “No tengas miedo, sé valiente”. ¿Por qué? El niño es inocente; es
natural que sienta miedo en la oscuridad. Pero lo obligamos a ser valiente y a
esforzarse por serlo. Entonces, se llena de tensión y se limita a soportar la
oscuridad; todo su ser está tenso y listo para temblar, pero el niño se
reprime. Ese temblor reprimido lo perseguirá durante toda la vida. Habría
estado bien temblar en la oscuridad; no habría nada de malo en ello. Habría
estado bien llorar y correr y refugiarse en los brazos de sus padres, no había
nada de malo en ello.
Ese niño habría
salido de la oscuridad con mayor experiencia y mayor conocimiento. Después de
temblar y sollozar en la oscuridad se habría dado cuenta de que en realidad no
había nada que temer. Al reprimirlo, nunca logras experimentar el fenómeno en
su totalidad y no extrae de él lección alguna.
La sabiduría viene
con el sufrimiento, a través de la aceptación. Cualquiera que sea la situación,
siéntete a gusto en ella…
¡Eres hermoso!
Acéptalo y, no importa lo que suceda, permite que pase y vive la situación. El
sufrimiento no tarda en convertirse en aprendizaje, en cuyo caso se convierte
en una fuerza creadora. El miedo te dejará intrepidez y la ira te dejará
compasión. Al comprender el odio, nacerá en ti el amor. Pero eso no sucede
creando un conflicto, sino viviendo con la consciencia alerta.
Acepta y atraviesa la situación.
Elsenderodelmago@ blogspot.co