El arte de transformar el sufrimiento, el dolor, el mal, en algo bueno, es el arte de ver la necesidad de lo opuesto.
La luz puede existir sólo si la oscuridad existe. Entonces ¿por qué odiar la oscuridad? Sin la oscuridad no habría luz, así que aquellos que aman la luz y odian la oscuridad están en un dilema; no saben lo que están haciendo.
La vida no puede existir sin la muerte. Entonces ¿por qué odiar la muerte? Porque es la muerte la que crea el espacio para que exista la vida. Esta es una gran comprensión: que la muerte es el contraste, el fondo, la negra pizarra en la que se escribe la vida con tiza blanca.
La muerte es la oscuridad de la noche en la que la vida empieza a titilar, como lo hacen las estrellas. Si destruyes la oscuridad de la noche, las estrellas desaparecerán. Eso es lo que sucede por el día. Las estrellas siguen ahí ¿o piensas que desaparecen? Siguen ahí, pero como hay demasiada luz, no puedes verlas. Sólo se dejan ver en el contraste.
El santo es posible sólo por el pecador. Por eso, Buda dice no odies al pecador, él hace posible la existencia del santo. Son dos caras de la misma moneda.
Viendo esto, uno ni se apega a lo bueno ni se separa de lo malo. Uno acepta los dos como parte integrante de la vida. En esa aceptación puedes transformar las cosas. Sólo mediante esa aceptación es posible la transformación.
No opongas resistencia al mal.
Sabe que los opuestos no son opuestos, sino complementarios inevitablemente unidos.
Así que no hay elección. ¡No elijas!
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