«Fenómenos»
significa todo lo que ves, todo lo que experimentas. Todo lo que se puede
experimentar son fenómenos. Recuerda, no sólo los objetos del mundo son
fenómenos y sueños, sino también los objetos de la conciencia.
Los fenómenos
pueden ser objetos del mundo o pueden ser objetos de la mente. Pueden ser
fabulosas experiencias espirituales.
Quizá observes
cómo la kundalini se eleva dentro de ti: eso también es un fenómeno. Un
sueño hermoso, un sueño muy dulce, pero no deja de ser un sueño. Quizá veas
una luz extraordinaria inundando tu cuerpo, pero esa luz es también un
fenómeno. Quizá veas lotos floreciendo en tu interior y percibas una
deliciosa fragancia emanando de tu ser. Esos son también fenómenos. Porque
tú siempre eres el que ve y no lo visto, siempre eres el experimentador y
nunca lo experimentado, siempre el testigo y nunca lo observado.
Todo lo que se puede
observar, ver, mirar, son fenómenos. Fenómenos materiales, fenómenos
psicológicos, fenómenos espirituales. Todo es lo mismo.
No hay necesidad de
hacer distinciones. Recuerda lo básico: aquello que pueda ser visto es un
sueño.
Ésta es una
técnica absolutamente poderosa. Empieza a contemplar de esta manera: si andas
por la calle, piensa que las personas que pasan son sueños. Que las tiendas y
sus comerciantes y los clientes y la gente que viene y que va son todos
sueños. Las casas, los autobuses, el tren, el avión, son todos sueños.
Te sorprenderás
inmediatamente. Algo de tremenda importancia sucede en tu interior. En el
momento en que piensas que «todo son sueños», de repente, como un destello,
algo se hace patente: «Yo también soy un sueño.» Porque si lo visto es un
sueño, ¿quién es el «yo»? Si el objeto es un sueño, entonces el sujeto es
también un sueño. Si el objeto es falso, ¿cómo puede el sujeto ser la
verdad? Imposible.
Si lo observas todo
como si fuera un sueño, de repente descubrirás que algo se está escapando de
tu ser: la idea del ego. Esta es la mejor manera de dejar el ego, y la más
fácil. Inténtalo. Medita de esta manera.
Meditando así, una
y otra vez, un día sucede el milagro: miras hacia adentro y ya no encuentras
al ego allí.
El ego es un
producto derivado, un producto derivado de la ilusión de que lo que ves es
verdadero. Si piensas que los objetos son verdaderos, entonces el ego puede
existir. Se trata de un producto derivado.
Si piensas que los
objetos son sueños, el ego desaparece. Y si piensas continuamente que todo es
un sueño, entonces un día, una noche, mientras duermes, te sorprenderás: de
repente, en el sueño, recordarás que ¡éste es también un sueño! E inmediatamente,
cuando venga el recuerdo, el sueño desaparecerá.
Y por primera vez
tendrás la experiencia de encontrarte profundamente dormido y al mismo tiempo
despierto.
Una experiencia muy
paradójica, pero extraordinariamente benéfica.
Una
vez que has visto desaparecer al sueño —como
consecuencia de haberte vuelto consciente de él—, la cualidad de tu
consciencia tiene una nueva fragancia. A la mañana siguiente te despertarás
con una cualidad totalmente diferente y desconocida. Despertarás por primera
vez.
Ahora
sabrás que todas las otras mañanas eran falsas. No estabas verdaderamente
despierto. Los sueños seguían. La única diferencia era que por la noche
soñabas con los ojos cerrados y por el día con los ojos abiertos.
Pero si el sueño ha
desaparecido por el surgir de la consciencia, ¡te has vuelto consciente en el
sueño...! Y recuerda, consciencia y sueño no pueden existir juntos. Aquí
surge la consciencia y ahí desaparece el sueño.
Cuando duermes y
permaneces despierto a la vez... ¡La mañana siguiente será tremendamente
importante! ¡Será incomparable! ¡Nunca te habrá sucedido nada parecido! Tus
ojos estarán tan claros, tan transparentes... y todo tendrá un aspecto tan
psicodélico, tan lleno de color, tan vivo... incluso percibirás que las rocas
respiran, que pulsan, que hasta poseen un corazón latente. Cuando te vuelvas
despierto, la existencia entera cambiará su cualidad.
Vivimos en un
sueño. Estamos dormidos, incluso cuando pensamos que estamos despiertos.
Primero,
los objetos perderán su objetividad. Y segundo, el sujeto perderá su
subjetividad. Y eso te lleva a la transcendencia. El objeto carece ya de
importancia, el sujeto tampoco importa ya; entonces, ¿qué es lo que queda? Una
consciencia transcendental: un observar puro, un
observar sin la idea del «yo» o del «tú»; tan sólo un espejo limpio que
refleja aquello que es.
Y Dios es aquello
que es.
Ahora ya sabes qué
es la conciencia. Has conocido esa conciencia transcendental en donde los
objetos y los sujetos ya no existen. Por vez primera has conocido esa pureza,
ese espejo cristalino. Ahora examina su naturaleza. Mírala, examínala
profundamente. Vibra, sacúdete, vuélvete tan alerta como sea posible.
¡Despierta y ve! Y
empezarás a reír. Porque ahora podrás ver que nunca ha habido nacimiento y
que nunca habrá muerte.
Ésta es la
conciencia sin nacimiento y sin muerte. Siempre ha estado ahí. Es eterna. No
tiene edad. ¡Y tenías tanto miedo de la muerte!, ¡y tenías tanto miedo de
envejecer!, ¡y tenías tanto miedo de miles de cosas! Y nada ha sucedido
jamás: todo era un sueño.
Viendo esto, uno
sonríe, uno se ríe. Tu vida ha sido hasta ahora ridícula, absurda. Tenías
miedo sin motivo, eras avaricioso sin motivo, sufrías sin motivo. Estabas
viviendo en una pesadilla y todo era tu propia creación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario