La humanidad actual está completamente orientada hacia los valores externos de la vida humana, como si toda su evolución se resumiera a una sola vida.
Perdió la noción de sus verdaderos orígenes. Los valores más preciosos e internos, los espirituales, fueron relegados a planes tan secundarios que sólo una pequeña parte tiene la noción exacta de lo que estos valores espirituales representan en una evolución. Esta inversión de intención y dirección de la vida sólo ha traído sufrimientos, amarguras, desilusiones, hambre, odio, guerras e injusticias. Las grandes civilizaciones pasadas tenían una noción más exacta de estos valores espirituales, cada una a su manera, pero al menos el direccionamiento de la vida estaba arraigado en los valores más íntimos, más profundos, o sea, los del alma y del espíritu.
Muchas de esas civilizaciones tenían una correspondencia divina en el Sol y en el Fuego, dos símbolos que se interrelacionan y que también están representados dentro del ser humano: el sol crístico en el corazón y el fuego sagrado en el kundalini y en la mente de cada ser humano.
Pero las conveniencias religiosas, políticas y después científicas, nunca estuvieron interesadas en enseñar a la humanidad que el verdadero Dios está dentro de cada uno y que su forma más perfecta, simbólicamente, está representada en el Sol y en el Fuego, porque ambos son vida, transformación y la energía que permiten al hombre evolucionar hacia el Absoluto Ser Omnipotente y Omnipresente en cada átomo, ya que todo es energía (en los más variados estados), conciencia y evolución.
El verdadero Dios no tiene forma.
Él está más allá de la forma; podéis sentir Su presencia a través de vuestra sensibilidad y de vuestro sentimiento (chakra del corazón). Podéis tener una conciencia más amplia de Él, pero no podéis verlo, una vez que Él está más allá de cualquier forma.
Desterraron al verdadero Dios cuando se comenzaron la búsqueda de Él muy lejos, cuando lo buscaron en los templos hechos por los hombres, como si alguna religión o creencia tuviera el poder de aprisionarlo dentro de un templo. Los templos externos son medios para que cada uno se vuelva dentro de sí mismo en la búsqueda del único templo donde se puede reverenciar al verdadero Dios, que es vuestro templo interno, formado por vuestros cuerpos densos y sutiles.
El verdadero Dios está dentro de cada uno, prisionero de la forma, de los egos humanos que han puesto en acción múltiples causas y quieren obligar al alma (aquella que puede entrar en contacto con Dios) a reaccionar a los efectos deformados y muchas veces egoístas de sus acciones.
Toda la humanidad ha invertido estos valores, por lo que ahora corresponde al alma poner en acción las causas y los egos humanos recibir los efectos originarios del alma que tiene siempre el objetivo de conducir a la unión en la Luz.
Sí, todos necesitan alcanzar su unión interna para después comenzar a construir la unidad externa; sin ella, nadie logrará alcanzar el verdadero amor universal. Es este amor que, a través de la entrega absoluta del alma al Dios Padre-Creador y del servicio a los demás sus compañeros, llevará a la unidad en la Luz Mayor.
Nadie alcanzará la liberación e iluminación espiritual sin fundirse en La Luz.
Sólo cuando el alma se funde con la personalidad y ambos son uno solo, hay un reencuentro con Dios en los santuarios internos y un contacto consciente con Él, sin intermediarios porque todos son sus hijos espirituales.
La verdadera esencia divina está dentro de cada uno. Muchos ya lo saben, otros buscan llegar al verdadero Dios que está en lo más sagrado de los santuarios internos, en los corazones místicos, y en los santuarios de la mente y del fuego sagrado de la kundalini.
Sin embargo, pocos se despojaron de las amarras humanas, de los vicios que esta civilización creó, de los dogmas, tabúes y prejuicios para entregarse de cuerpo, mente y alma a la búsqueda del verdadero Dios olvidado dentro de sí mismos.
No conquistaréis el camino que os lleva al encuentro y fusión con el Dios interno mientras sigan preservando los valores humanos para la satisfacción de las ambiciones, de los orgullos, de los ideales moribundos que no os conducen a lo alto de la montaña mística de la Luz Mayor, sino, al contrario, hacia los abismos de vuestra propia esclavitud, basada en personalidades que, muy mal desarrolladas y educadas, pasaron a servirse de lo que es sagrado dentro de cada uno.
Según vuestra propia Biblia, todos fueron “hechos a imagen y semejanza del Gran Creador” y “Él insufló dentro del hombre el soplo de la vida, el alma, para que pueda vivir también eternamente”. De este modo, todos fueron creados con los mismos atributos divinos, pero os habéis olvidado de vuestro Creador, de ese Dios olvidado que se encuentra dormido y prisionero dentro de vosotros.
No basta creer en Dios. No basta con orar a Dios. No basta externamente hacerse el bueno, si dentro no ha cambiado. Es necesaria una gran transformación, una auténtica revolución de la conciencia, con nuevas actitudes, nuevas intenciones de vivir más orientadas hacia una verdadera vida espiritual. Ser espiritualista es vivir en espíritu y verdad, es tener la vida dirigida por el espíritu; este, a través de su alma, es que debe dirigir la vida; él, la chispa divina en cada uno, es el objetivo de la vida.
Sólo por medio de una auténtica vida espiritual, vivida y experimentada internamente, respetando a todas las jerarquías y tónicas espirituales existentes, se puede llegar nuevamente al altar interno.
Gradualmente, el Dios olvidado está de vuelta. Muchos verdaderos y auténticos “Obreros de la Luz” están liberando y despertando al Dios olvidado, y Su Fuerza divina ya se hace sentir en el mundo – y por los obreros queremos referirnos a aquellos que donaron sus existencias a las causas superiores de la expansión de la luz y la liberación del Dios olvidado dentro de cada uno, a aquellos que colocan estos ideales superiores por encima de sus existencias humanas, de sus familias, de sus bienes materiales.
Por eso, muchas áreas del planeta están siendo impregnadas con la Luz del verdadero Dios olvidado, aquel Señor que es el gran administrador de la vida en este planeta. Vastas áreas, donde las fuerzas negras estaban, se están diluyendo; muchas de esas fuerzas están huyendo y concentrándose en la región del Armagedón de los profetas, donde están minando, a través del fanatismo religioso, los corazones y mentes de miles de seres humanos que, ciegos, caminan hacia un auténtico abismo de destrucción.
Todos aquellos que en sus almas ya vibran en sintonía perfecta con la luz divina están trabajando para que la última batalla no sea consumada a través de la guerra, sino a través de la dilución de las fuerzas negras, a fin de que éstas sean definitivamente erradicadas del planeta Tierra. Pero todo depende de las intenciones de los seres humanos, las intenciones que dirigen la acción. Esperamos que esta acción tenga el objetivo de reconstrucción y no de destrucción.
Cada planeta tiene un Dios, cada sistema solar tiene un Dios mayor, y es hora de buscar al Dios olvidado del planeta que está dentro de cada uno, dentro de cada átomo, en cada flor, en cada piedra, en cada animal, en cada uno, en el pájaro, en el agua, en el viento, en la tierra, en el aire, en el fuego y, consecuentemente, también en el corazón del planeta.
Este verdadero Dios olvidado está de vuelta para separar “la paja del trigo” y sembrar nuevos principios de vida, de paz, amor, armonía, equilibrio, felicidad y de fraternidad universal dentro de cada uno, para luego exteriorizarse a su alrededor.
En ese momento, cada uno que pase la gran prueba podrá también decir cómo Jesús dijo: “Yo y el Padre somos uno.”
Este es el momento de cada uno reflexionar sobre el verdadero significado de la vida, de la naturaleza, de la evolución universal y de buscar la unión con el Dios olvidado dentro de sí mismo.
Perdió la noción de sus verdaderos orígenes. Los valores más preciosos e internos, los espirituales, fueron relegados a planes tan secundarios que sólo una pequeña parte tiene la noción exacta de lo que estos valores espirituales representan en una evolución. Esta inversión de intención y dirección de la vida sólo ha traído sufrimientos, amarguras, desilusiones, hambre, odio, guerras e injusticias. Las grandes civilizaciones pasadas tenían una noción más exacta de estos valores espirituales, cada una a su manera, pero al menos el direccionamiento de la vida estaba arraigado en los valores más íntimos, más profundos, o sea, los del alma y del espíritu.
Muchas de esas civilizaciones tenían una correspondencia divina en el Sol y en el Fuego, dos símbolos que se interrelacionan y que también están representados dentro del ser humano: el sol crístico en el corazón y el fuego sagrado en el kundalini y en la mente de cada ser humano.
Pero las conveniencias religiosas, políticas y después científicas, nunca estuvieron interesadas en enseñar a la humanidad que el verdadero Dios está dentro de cada uno y que su forma más perfecta, simbólicamente, está representada en el Sol y en el Fuego, porque ambos son vida, transformación y la energía que permiten al hombre evolucionar hacia el Absoluto Ser Omnipotente y Omnipresente en cada átomo, ya que todo es energía (en los más variados estados), conciencia y evolución.
El verdadero Dios no tiene forma.
Él está más allá de la forma; podéis sentir Su presencia a través de vuestra sensibilidad y de vuestro sentimiento (chakra del corazón). Podéis tener una conciencia más amplia de Él, pero no podéis verlo, una vez que Él está más allá de cualquier forma.
Desterraron al verdadero Dios cuando se comenzaron la búsqueda de Él muy lejos, cuando lo buscaron en los templos hechos por los hombres, como si alguna religión o creencia tuviera el poder de aprisionarlo dentro de un templo. Los templos externos son medios para que cada uno se vuelva dentro de sí mismo en la búsqueda del único templo donde se puede reverenciar al verdadero Dios, que es vuestro templo interno, formado por vuestros cuerpos densos y sutiles.
El verdadero Dios está dentro de cada uno, prisionero de la forma, de los egos humanos que han puesto en acción múltiples causas y quieren obligar al alma (aquella que puede entrar en contacto con Dios) a reaccionar a los efectos deformados y muchas veces egoístas de sus acciones.
Toda la humanidad ha invertido estos valores, por lo que ahora corresponde al alma poner en acción las causas y los egos humanos recibir los efectos originarios del alma que tiene siempre el objetivo de conducir a la unión en la Luz.
Sí, todos necesitan alcanzar su unión interna para después comenzar a construir la unidad externa; sin ella, nadie logrará alcanzar el verdadero amor universal. Es este amor que, a través de la entrega absoluta del alma al Dios Padre-Creador y del servicio a los demás sus compañeros, llevará a la unidad en la Luz Mayor.
Nadie alcanzará la liberación e iluminación espiritual sin fundirse en La Luz.
Sólo cuando el alma se funde con la personalidad y ambos son uno solo, hay un reencuentro con Dios en los santuarios internos y un contacto consciente con Él, sin intermediarios porque todos son sus hijos espirituales.
La verdadera esencia divina está dentro de cada uno. Muchos ya lo saben, otros buscan llegar al verdadero Dios que está en lo más sagrado de los santuarios internos, en los corazones místicos, y en los santuarios de la mente y del fuego sagrado de la kundalini.
Sin embargo, pocos se despojaron de las amarras humanas, de los vicios que esta civilización creó, de los dogmas, tabúes y prejuicios para entregarse de cuerpo, mente y alma a la búsqueda del verdadero Dios olvidado dentro de sí mismos.
No conquistaréis el camino que os lleva al encuentro y fusión con el Dios interno mientras sigan preservando los valores humanos para la satisfacción de las ambiciones, de los orgullos, de los ideales moribundos que no os conducen a lo alto de la montaña mística de la Luz Mayor, sino, al contrario, hacia los abismos de vuestra propia esclavitud, basada en personalidades que, muy mal desarrolladas y educadas, pasaron a servirse de lo que es sagrado dentro de cada uno.
Según vuestra propia Biblia, todos fueron “hechos a imagen y semejanza del Gran Creador” y “Él insufló dentro del hombre el soplo de la vida, el alma, para que pueda vivir también eternamente”. De este modo, todos fueron creados con los mismos atributos divinos, pero os habéis olvidado de vuestro Creador, de ese Dios olvidado que se encuentra dormido y prisionero dentro de vosotros.
No basta creer en Dios. No basta con orar a Dios. No basta externamente hacerse el bueno, si dentro no ha cambiado. Es necesaria una gran transformación, una auténtica revolución de la conciencia, con nuevas actitudes, nuevas intenciones de vivir más orientadas hacia una verdadera vida espiritual. Ser espiritualista es vivir en espíritu y verdad, es tener la vida dirigida por el espíritu; este, a través de su alma, es que debe dirigir la vida; él, la chispa divina en cada uno, es el objetivo de la vida.
Sólo por medio de una auténtica vida espiritual, vivida y experimentada internamente, respetando a todas las jerarquías y tónicas espirituales existentes, se puede llegar nuevamente al altar interno.
Gradualmente, el Dios olvidado está de vuelta. Muchos verdaderos y auténticos “Obreros de la Luz” están liberando y despertando al Dios olvidado, y Su Fuerza divina ya se hace sentir en el mundo – y por los obreros queremos referirnos a aquellos que donaron sus existencias a las causas superiores de la expansión de la luz y la liberación del Dios olvidado dentro de cada uno, a aquellos que colocan estos ideales superiores por encima de sus existencias humanas, de sus familias, de sus bienes materiales.
Por eso, muchas áreas del planeta están siendo impregnadas con la Luz del verdadero Dios olvidado, aquel Señor que es el gran administrador de la vida en este planeta. Vastas áreas, donde las fuerzas negras estaban, se están diluyendo; muchas de esas fuerzas están huyendo y concentrándose en la región del Armagedón de los profetas, donde están minando, a través del fanatismo religioso, los corazones y mentes de miles de seres humanos que, ciegos, caminan hacia un auténtico abismo de destrucción.
Todos aquellos que en sus almas ya vibran en sintonía perfecta con la luz divina están trabajando para que la última batalla no sea consumada a través de la guerra, sino a través de la dilución de las fuerzas negras, a fin de que éstas sean definitivamente erradicadas del planeta Tierra. Pero todo depende de las intenciones de los seres humanos, las intenciones que dirigen la acción. Esperamos que esta acción tenga el objetivo de reconstrucción y no de destrucción.
Cada planeta tiene un Dios, cada sistema solar tiene un Dios mayor, y es hora de buscar al Dios olvidado del planeta que está dentro de cada uno, dentro de cada átomo, en cada flor, en cada piedra, en cada animal, en cada uno, en el pájaro, en el agua, en el viento, en la tierra, en el aire, en el fuego y, consecuentemente, también en el corazón del planeta.
Este verdadero Dios olvidado está de vuelta para separar “la paja del trigo” y sembrar nuevos principios de vida, de paz, amor, armonía, equilibrio, felicidad y de fraternidad universal dentro de cada uno, para luego exteriorizarse a su alrededor.
En ese momento, cada uno que pase la gran prueba podrá también decir cómo Jesús dijo: “Yo y el Padre somos uno.”
Este es el momento de cada uno reflexionar sobre el verdadero significado de la vida, de la naturaleza, de la evolución universal y de buscar la unión con el Dios olvidado dentro de sí mismo.