PITAGORAS.
Honra ante todo a los dioses inmortales según establece la ley. Respeta la palabra dada.
Honra luego a los héroes glorificados, y consagra por fin a los genios terrestres, rindiéndoles también debido culto. Honra a tu padre, a tu madre y a tus próximos parientes.
Escoge por amigo al más destacado en virtud, atiende sus dulces advertencias, y aprende de sus ejemplos.
Discúlpale sus faltas mientras puedas, evitando todo juicio severo; ya que lo posible se halla cerca de lo necesario. Sé razonable.
Acepta las cosas como son. Acostúmbrate a vencerte.
Sé sobrio en el comer, activo y casto.
Nunca cometas actos deshonestos de los que puedas luego avergonzarte ni en privado ni en público.
Ante todo, respétate a ti mismo. Observa la justicia en acciones y palabras. Nunca te comportes sin regla ni razón.
Piensa que el Hado ordena a todo morir, y que los fáciles honores y bienes de fortuna son inciertos; que las pruebas de la vida vienen por voluntad divina.
Sea adversa o favorable, alégrate siempre de tu suerte, mas trata con noble tesón de mejorarla.
Piensa que el destino es más benévolo para los buenos que comprenden y a sus designios se ajustan.
Mucho se habla y mucho se enjuicia sobre diversos temas. No los acojas con admiración ni tampoco los rechaces. Más si advirtieres que el error triunfa, ármate de paciencia y de dulzura.
Observa estas razones en toda circunstancia: Que nadie te induzca con palabras o actos a decir o a hacer lo que no te corresponda.
De insensatos es hablar y obrar sin premeditación. Consulta, delibera, y elige la más noble conducta.
Trata de edificar sobre el presente lo que ha de ser realidad futura.
No alardees de lo que no entiendas, pero aprende siempre y en toda circunstancia, y la satisfacción será su resultado.
Jamás descuides la salud del cuerpo. Dale con mesura comida, bebida, ejercicio y descanso, ya que armonía es todo aquello que no perjudica.
Habitúate a vivir sencilla y pulcramente. Evita siempre provocar la envidia. No realices dispendios excesivos como aquellos que ignoran la medida de lo bello. No seas avaro ni mezquino, y elige en todo un justo medio razonable.
No te empeñes en hacer lo que pueda perjudicarte. Reflexiona bien antes de obrar.
No permitas que cierre el dulce sueño tus párpados sin analizar las acciones del día. ¿Qué hice? ¿En qué falté? ¿Qué dejé de hacer que debiera haber hecho? Y si en el examen hallas falta, trata de enmendarte; Mas si has obrado bien, regocíjate de ello.
Trata de practicar estos preceptos. Medítalos y ámalos, que ellos te conducirán por la senda de la virtud divina. Lo juro por Aquel que ha transmitido a nuestra alma la Tetrada Sagrada, inmenso y puro símbolo, fuente de la naturaleza, de curso eterno.
No inicies obra alguna sin antes rogar a los dioses que en ella colaboren. Y cuando te hayas familiarizado con estas costumbres, sondearás la esencia de hombres y conocerás, de todo, el principio y el fin.
Sabrás también oportunamente la unidad de la naturaleza en todas sus formas. Nunca entonces esperarás lo inesperable, y nada te será ocultado.
Sabrás también que los males que aquejan a los hombres han sido por ellos mismos generados. En su pequeñez, no saben ver ni entienden que tienen muy cerca los mayores bienes. Pocos conocen el secreto de la felicidad, y ruedan como objetos de acá para allá, abrumados de múltiples pesares.
La aflictiva discordia innata en ellos limita su existencia sin que se den cuenta. No conviene provocarla, sino vencerla, a menudo, cediendo.
O Zeus inmenso, padre de los hombres! Tú puedes liberar a todos de los males que les agobian si les muestras el genio que les sirve. Mas ten valor, que la raza humana es divina.
La sagrada naturaleza te irá revelando a su hora, sus más ocultos misterios. Si te hace partícipe de ellos, facilmente lograrás la perfección.
Y sanada tu alma, te verás libre de todos los males. Ahora abstente de carnes, que hemos prohibido en las purificaciones. Libera poco a poco tu alma, discierne lo justo, y aprende el significado de las cosas. Deja que te conduzca siempre la inteligencia soberana, y cuando emancipado de la materia seas recibido en el éter puro y libre, venceras como un dios a la muerte con la inmortalidad.
Honra ante todo a los dioses inmortales según establece la ley. Respeta la palabra dada.
Honra luego a los héroes glorificados, y consagra por fin a los genios terrestres, rindiéndoles también debido culto. Honra a tu padre, a tu madre y a tus próximos parientes.
Escoge por amigo al más destacado en virtud, atiende sus dulces advertencias, y aprende de sus ejemplos.
Discúlpale sus faltas mientras puedas, evitando todo juicio severo; ya que lo posible se halla cerca de lo necesario. Sé razonable.
Acepta las cosas como son. Acostúmbrate a vencerte.
Sé sobrio en el comer, activo y casto.
Nunca cometas actos deshonestos de los que puedas luego avergonzarte ni en privado ni en público.
Ante todo, respétate a ti mismo. Observa la justicia en acciones y palabras. Nunca te comportes sin regla ni razón.
Piensa que el Hado ordena a todo morir, y que los fáciles honores y bienes de fortuna son inciertos; que las pruebas de la vida vienen por voluntad divina.
Sea adversa o favorable, alégrate siempre de tu suerte, mas trata con noble tesón de mejorarla.
Piensa que el destino es más benévolo para los buenos que comprenden y a sus designios se ajustan.
Mucho se habla y mucho se enjuicia sobre diversos temas. No los acojas con admiración ni tampoco los rechaces. Más si advirtieres que el error triunfa, ármate de paciencia y de dulzura.
Observa estas razones en toda circunstancia: Que nadie te induzca con palabras o actos a decir o a hacer lo que no te corresponda.
De insensatos es hablar y obrar sin premeditación. Consulta, delibera, y elige la más noble conducta.
Trata de edificar sobre el presente lo que ha de ser realidad futura.
No alardees de lo que no entiendas, pero aprende siempre y en toda circunstancia, y la satisfacción será su resultado.
Jamás descuides la salud del cuerpo. Dale con mesura comida, bebida, ejercicio y descanso, ya que armonía es todo aquello que no perjudica.
Habitúate a vivir sencilla y pulcramente. Evita siempre provocar la envidia. No realices dispendios excesivos como aquellos que ignoran la medida de lo bello. No seas avaro ni mezquino, y elige en todo un justo medio razonable.
No te empeñes en hacer lo que pueda perjudicarte. Reflexiona bien antes de obrar.
No permitas que cierre el dulce sueño tus párpados sin analizar las acciones del día. ¿Qué hice? ¿En qué falté? ¿Qué dejé de hacer que debiera haber hecho? Y si en el examen hallas falta, trata de enmendarte; Mas si has obrado bien, regocíjate de ello.
Trata de practicar estos preceptos. Medítalos y ámalos, que ellos te conducirán por la senda de la virtud divina. Lo juro por Aquel que ha transmitido a nuestra alma la Tetrada Sagrada, inmenso y puro símbolo, fuente de la naturaleza, de curso eterno.
No inicies obra alguna sin antes rogar a los dioses que en ella colaboren. Y cuando te hayas familiarizado con estas costumbres, sondearás la esencia de hombres y conocerás, de todo, el principio y el fin.
Sabrás también oportunamente la unidad de la naturaleza en todas sus formas. Nunca entonces esperarás lo inesperable, y nada te será ocultado.
Sabrás también que los males que aquejan a los hombres han sido por ellos mismos generados. En su pequeñez, no saben ver ni entienden que tienen muy cerca los mayores bienes. Pocos conocen el secreto de la felicidad, y ruedan como objetos de acá para allá, abrumados de múltiples pesares.
La aflictiva discordia innata en ellos limita su existencia sin que se den cuenta. No conviene provocarla, sino vencerla, a menudo, cediendo.
O Zeus inmenso, padre de los hombres! Tú puedes liberar a todos de los males que les agobian si les muestras el genio que les sirve. Mas ten valor, que la raza humana es divina.
La sagrada naturaleza te irá revelando a su hora, sus más ocultos misterios. Si te hace partícipe de ellos, facilmente lograrás la perfección.
Y sanada tu alma, te verás libre de todos los males. Ahora abstente de carnes, que hemos prohibido en las purificaciones. Libera poco a poco tu alma, discierne lo justo, y aprende el significado de las cosas. Deja que te conduzca siempre la inteligencia soberana, y cuando emancipado de la materia seas recibido en el éter puro y libre, venceras como un dios a la muerte con la inmortalidad.
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