¡Hola mis queridos y amados hijos!
Hoy quiero hablarles sobre cómo pueden librarse del miedo a que sus seres queridos mueran. Sé que para muchos de ustedes este miedo es mucho más fuerte que el miedo a la propia muerte, y especialmente cuando se trata de sus personas más queridas.
Muchas personas, tras la muerte de sus seres queridos, especialmente hijos, no pueden desprenderse del dolor de su pérdida hasta el final de sus días, condenándose así a un sufrimiento continuo que les priva de la alegría de vivir. Estas personas literalmente “se entierran vivas”, ya que ya no viven una vida plena, sino que viven sus últimos días, tratando de reunirse lo antes posible con su ser querido fallecido.
¿Por qué ocurre esto y a qué conduce?
Veamos este fenómeno en tres aspectos: mental, emocional y energético.
Sus componentes mentales y emocionales se basan en la percepción de la partida de un ser querido como una traición de su parte, ya que “obliga” a los sobrevivientes a sufrir y extrañarlo. Esto es especialmente doloroso cuando una familia pierde a su sustentador, que le proporcionaba todo, desde apoyo financiero hasta problemas prácticos de la vida cotidiana.
En realidad nada sucede por casualidad.
La mayoría de las veces, las familias están formadas por aquellas almas que han elegido pasar por una experiencia conjunta de vida en el mundo tridimensional, a veces feliz y a veces trágica, dependiendo de lo que ellos mismos hayan planeado antes de su encarnación.
E incluso la muerte repentina de una persona, no por alguna enfermedad, sino como resultado de un accidente, nunca es accidental.
Esto se aplica también a los niños no nacidos o a su muerte a una edad muy temprana. Tales almas eligen permanecer en el mundo físico por tan poco tiempo, sólo brevemente en el vientre de la madre o apenas tocando el plano físico, sólo porque esta alma nunca ha tenido tal experiencia antes.
Lo mismo ocurre con los padres que han experimentado la muerte de su hijo. Sus almas carecían precisamente de esta experiencia emocional que solo puede experimentarse en el mundo tridimensional.
Si las personas fueran plenamente conscientes de esto y aceptaran todo lo que sucede en sus vidas como “juegos de rol” de sus almas, razón por la cual encarnan en la Tierra, tendrían una actitud completamente diferente ante la partida de todos sus familiares y amigos del plano terrenal.
Como resultado de tal incomprensión, no sólo sufren los que se quedan, sino también los que se van, ya que las conexiones energéticas entre personas cercanas son tan fuertes que no se rompen con el tránsito de uno de ellos al plano sutil de la Tierra.
El alma del difunto sufre no menos que la que se queda, al ver el estado deplorable de la persona cercana a ella, pero al no tener ya la oportunidad de consolarla, abrazarla, besarla, animarla con una palabra amable. Y en lugar de regresar a Casa y disfrutar de paz, esta Alma permanece en la capa astral de la Tierra, incapaz de romper esta estrecha conexión energética. Como resultado, se altera el ciclo de renacimiento de dicha Alma: la duración de su estancia en el plano sutil y la calidad de su evolución fuera del cuerpo. En lugar de revisar y analizar con calma y lentitud su experiencia terrena, esta Alma continúa entre dos mundos, incapaz de dejar a sus parientes “desconsolados”.
A veces, una Alma así decide encarnar casi inmediatamente de nuevo en la misma familia para consolar a sus seres queridos y tocarlos físicamente nuevamente. Y muchas personas sienten cuando sus parientes fallecidos se encarnan en sus hijos o nietos, lo que sin duda les proporciona un consuelo considerable.
Ahí es donde nos detendremos hoy.
El Padre Absoluto, que te ama inconmensurablemente, te habló.
𝐏𝐀𝐃𝐑𝐄 𝐀𝐁𝐒𝐎𝐋𝐔𝐓𝐎 por Marta. Post de Martha en 𝑮𝑬𝑺𝑨𝑹𝑨 𝑨𝑺𝑪𝑬𝑵𝑺𝑰𝑶𝑵
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