sábado, 5 de julio de 2025

NUNCA ENCAJÉ , Y AHORA ENTIENDO POR QUÉ …

 Nunca encajé,


No fue por rebeldía. No fue por orgullo. Simplemente, nunca me sentí capaz de dar por hecho lo que la mayoría aceptaba sin pensarlo dos veces.


Desde siempre dudé de todo. Dudé de las palabras, de las creencias, de las explicaciones que parecían cerradas y definitivas. Dudé incluso de lo que sentía, porque entendí que sentir también podía ser una construcción, una consecuencia de lo que me habían enseñado a creer.


Aprendí que el ser humano escribe desde su mente, y que todo lo que sale de ahí está filtrado por su historia, sus emociones, su cultura, su tiempo. Por eso, nunca tomé nada como absoluto. Porque lo que llamamos “verdad” no es más que un acuerdo momentáneo entre mentes que vibran en la misma frecuencia, o que temen cuestionar lo que les da seguridad.


Y como no quise seguir al rebaño, tampoco tuve el calor de pertenecer a él. No encajé.


Pero hoy veo que ese no encajar fue una forma de protegerme. Una manera de mantenerme fiel a eso que no tiene forma ni explicación. A eso que no necesita pruebas, ni etiquetas, ni aplausos.


Descubrí que todo lo que creemos saber ya ha sido inventado. Incluso el lenguaje con el que tratamos de nombrar lo inefable fue construido por otros antes que nosotros. Nacimos dentro de un sistema de símbolos que no elegimos, y a través de esos símbolos nos enseñaron a ver el mundo, a pensarlo, a juzgarlo. Pero ese mundo no es real. Es una ilusión sostenida por acuerdos mentales que se transmiten de generación en generación. Y, como toda ilusión, cambia, se transforma, se desmorona con el tiempo.


La verdadera libertad no vino de encontrar respuestas, sino de dejar de buscarlas en donde siempre me dijeron que estaban.


No encajo porque no necesito encajar. Y ahora entiendo que nadie debería hacerlo. Que cada uno vive esta experiencia humana a través del filtro de sus propias creencias, cultura, lenguaje, miedos e historias.


Y que debajo de todo eso, más allá de las capas, no hay forma ni concepto ni doctrina. Solo hay presencia. Un ser que es, sin explicación.


Quizás eso es lo que siempre intuí. Que no hay verdad escrita, ni camino trazado, ni sentido universal. Que cada uno es un universo inventándose a sí mismo, instante a instante. Y que lo único real es lo que late detrás del pensamiento, justo antes del juicio, justo después del silencio.


Por eso, ya no quiero entenderlo todo. No quiero pertenecer a lo que no soy. No quiero tener razón. Solo quiero recordar, a mi manera, eso que siempre estuvo ahí, esperando que dejara de buscar.


Y si no encajo, está bien. Porque vine a ser, no a obedecer. Vine a vivir desde lo que siento, no desde lo que me dijeron que debía sentir. No necesito encajar en un mundo que se repite.


Prefiero ser el espacio donde algo nuevo pueda nacer. Sin mapa. Sin permiso. Sin forma. Solo verdad, aunque nadie la entienda. Solo presencia, aunque nadie la vea.

Solo esto…Esto que soy.


-Susana Ariadna (Autora) 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario