"La Humildad es la ausencia de soberbia, de pensar que lo que yo veo es la única realidad que existe, de creer que lo que yo puedo observar o medir es lo único que cuenta.
La Humildad es lo que me da la capacidad de escuchar para entender la manera en la que otros valoran las cosas.
La Humildad es lo que nos permite encontrar un maestro en la persona más sencilla y el mejor regalo envuelto en un simple papel de periódico.
La Humildad es lo opuesto a esa búsqueda compulsiva por destacar, por competir, por demostrar que se es el más brillante, el más válido, el mejor.
De la Humildad surge la capacidad de admitir un error, de pedir ayuda y de solicitar el perdón.
La Humildad es lo que nos lleva al reconocimiento de todo lo que se ignora y de todo lo que queda por descubrir.
La Humildad evita que defendamos con rigidez y agresividad una idea y nos ayuda a abrirnos a explorar nuevas formas de ver la realidad.
La Humildad también evita que nos enfoquemos solo en nosotros, para así poder enfocarnos también en los otros.
La Humildad nos lleva a mantener ese mismo espíritu de curiosidad y fascinación que tiene un niño.
La Humildad nos invita a doblar la cabeza y a caer de rodillas ante aquello que en su grandeza claramente nos supera.
La Humildad nos inspira a pedir consejo y guía al propio maestro interior.
La Humildad es lo que se necesita para ver la belleza en los demás.
La Humildad es la capacidad de aceptar lo que la vida nos manda y de confiar en que eso que nos manda es para nuestro crecimiento y aprendizaje, aunque no seamos capaces de entenderlo.
Por eso, quien es en su corazón humilde fluye con la vida y se deja mecer y guiar por ella."
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