MADRE DIVINA.
Hijos míos, una cosa más que tengo que decir a ustedes, cuídense de la duda.
La duda es como una pequeña grieta que se abre en la madera del instrumento, inicialmente casi imperceptible para los ojos, pero va progresivamente comprometiendo el sonido del instrumento; también es como una pequeña mancha en la superficie de una fruta hermosa y saludable, cuando menos se esperan, he aquí, que la mitad de la fruta se pudrió.
No teman la duda y no la rechacen, encárenla, recíbanla y resuélvanla. Sus dudas no deben ser puestas debajo de la alfombra de su subconsciente, tampoco deben ser levantados como estandartes de guerra y de conflicto. Sus dudas deben ser tratadas serenamente, pero seriamente, como alguien que se empeña en desatar un nudo: ojos, mente y dedos deben estar puestos en esta tarea.
Y así debe ser su posición ante la duda, porque de todas las fuerzas ciegas, la duda es la puerta para todas las demás, precisamente por su carácter aparentemente inofensivo; después de todo, dudar es humano, cuestionar es humano.
En verdad esto es así, y la duda es una necesidad saludable para el estado en el que ustedes se encuentran, pero pónganle término y no transformen la duda en un huerto al que cuidan con gran celo. La duda es la materia orgánica que alimenta el fuego de su fe, ella debe ser depositada allí, para que a través de su muerte, o su sacrificio, o su transmutación, ella fortalezca la aspiración interior.
Y esto no tiene nada que ver con los elementos externos, no son las dudas de algo o alguien, no es por algo o alguien. La duda debe abordarse con serenidad y seriedad, ya que puede comprometer la fe en sí mismo, la fe en la Presencia Divina que anima el hombre, por lo tanto, debe ser depositada como fertilizante después de ser diseccionada y deshecha en pedazos como alimento para el fuego de la llama de su aspiración.
Mis palabras no van en el sentido de crear en ustedes tensión o temor con relación a la duda, si no de promover una posición saludable y un discernimiento claro y preciso con esta fuerza, porque ella es tal, que circunda sus cuerpos como la corriente eléctrica viaja a través de los cables que ustedes instalarían en sus hogares.
Atiendan, vean la llama que arde en su interior. Reconozcan la presencia de la Madre Divina que es el centro y el resplandor de esta llama y en este amor.
Desbordantes de este amor, ustedes se transforman en un vaso desbordante. Porque, por mas cliché que esta frase puede sonar a sus oídos, el amor es aun la única solución de curación para las heridas de este mundo y las propias, es de este amor a temporal, no maculado por las proyecciones y las necesidades imaginarias, es de este amor que les hablo y es este amor que yo comparto de corazón a corazón.
Los bendigo, y reafirmo mi presencia en medio de ustedes. Sean la Paz!
Mensaje canalizado por Selen
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