La Luz atraviesa con
gran velocidad el cosmos, a través de la ilusión del espacio y el tiempo,
para llegar hasta los rincones más oscuros del Universo a los que, tarde o
temprano, también habrá de llegar en todo su esplendor, algún día.
La fe es una de las
grandes luces que iluminan el Universo. Y el Amor ES en sí; ES la vida misma
que todo lo llena y une.
Y en la encrucijada
entre la oscuridad y la fe se encuentra esta Humanidad. Los menos evolucionados
optan por la comodidad, el estancamiento, la rigidez, y por lo tanto, la
oscuridad. No se trata tan sólo de ser bueno, o incluso de llegar a ser “santo
mártir”, sino de tener la flexibilidad y la conciencia necesarias para saber
adaptarse al Servicio y al esfuerzo específico de cada momento.
No hay reglas fijas,
no hay normas generales; ni siquiera hay planes “seguros” a largo plazo, ni en
materia, ni en espíritu. El Universo palpita, cambia constantemente, porque
eso es precisamente la evolución. Es muy importante no quedarse atascado en un
momento dado, porque esto puede hacer perder el camino evolutivo de una o de
varias encarnaciones.
Estos tiempos, más
que nunca, son tiempos de cambio, de flexibilidad, de disponibilidad, de
transformación. En la evolución no existe el descanso, no existe la tregua,
ni las “vacaciones”. Estas son dos cuestiones a tener en cuenta. La Luz Divina
no se detiene tampoco, nunca se estanca; evoluciona y prosigue su camino
iluminando y desarrollando seres y mundos.
Es importante tener
en cuenta todo esto para no aferrarse a nada e incluso a nadie. Todo es
efímero, es relativo, es pasajero en la forma tridimensional. Las ataduras,
como ya sabéis, sólo producen error y dolor. Así pues, cuanto mayor sea la
falta de libertad, cuanto mayores sean las ataduras, mayor será el dolor de la
ruptura o la liberación. En cambio, en la libertad, no hay dolor; hay
alegría, hay armonía y paz.
Es difícil
abstraerse de las ataduras de la materia, pero no imposible. Esto se logra con
mucho Amor, con mucha paciencia, y con el anhelo supremo y espiritual por
excelencia: EL ANHELO DE LIBERACIÓN.
El ser lucha por
liberarse y la paradoja de esto es que, precisamente, cuando deja de luchar,
cuando reconoce la inutilidad de tratar de alcanzar algo que ya se tiene, QUE
YA SE ES, justamente es en ese momento y no en ningún otro, que la liberación
se produce.
Todos debemos
recordar que tenemos un compromiso personal e individual con nuestro espíritu
para liberarnos, y esa liberación pasa por el Servicio en las distintas
expresiones y Rayos. Esa deberá ser nuestra prioridad, y nuestros actos
deberán ir siempre en armonía con este Servicio.
Recordad lo
esencial, lo primordial, recordad el propósito que os llevó a la tercera
dimensión. Lo demás son formas, son sombras sobre las que hay que discernir
muy bien para no caer en sus trampas.
No os aflijáis por
nada. Sed felices, actuad con fe y misericordia y recordad que vuestro camino
es el de la Luz. Las tinieblas no deberán tener cabida en vuestro entorno,
para que todo esté en armonía y no haya puntos “sucios” que pudieran llegar a
oscurecer la Luz de la que sois portadores.
No podéis
lamentaros de la oscuridad, ni de la intensa actividad, porque es un dispendio
de energías. Vosotros escogisteis este camino; vuestro espíritu lo hizo, y es
preciso llevar adelante su propósito. Vosotros ponéis las formas y el Cielo
pone los medios y el propósito esencial.
Así es la vida, y
así es la evolución.
Os dejamos con la
Luz del Todopoderoso. Que ella os guíe y os enseñe la fe y el Amor.
Paz y Amor
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