martes, 12 de mayo de 2015

EL SER

Imagínate la nada. Imagínate el todo. Uno no puede imaginarse completamente ni lo uno ni lo otro. Imagínate, entonces, una bola, una esfera de pura luz, de perfecta armonía, de energía pura. Imagina que eso es todo lo que existe. Es al mismo tiempo todo y nada. Debido a que es todo, no puede existir ninguna otra cosa.

En la nada no existe el tiempo, ni la forma, ni el espacio, ni la distancia. Sólo existe el Ser.

En el Ser no existe la experiencia, ni siquiera de sí mismo. Es decir que el Ser no puede experimentarse a sí mismo porque es todo lo que existe, y porque no hay nada que lo pueda reflejar, nada que lo pueda describir.

El Ser, Dios si así desean llamarlo se dividió en millones y miles de millones de partes de sí mismo, para experimentarse. Cada una de esas partes puede imaginarse como una chispa, un holograma de la totalidad, que todo lo refleja y, sin embargo, se halla separada.

Y en la separación el Ser puede experimentarse a sí mismo. Puede conocerse. Puede jugar un juego. El juego que concibió incluye a la Tierra. Comprende miríadas de otras realidades físicas y millones de miríadas de realidades no físicas (que según algunas doctrinas, con frecuencia se llaman Bardos), otros campos de conciencia, áreas de la creación que están más allá de los términos físicos normales.

Cada parte del Ser, cada una de estas chispas, eligió caminos y juegos para conocerse a sí misma. La Tierra es una manifestación. Es, en sí, una chispa. Tiene su propia conciencia y su propia forma. Esto sucede con todos los planetas y con todas las realidades físicas. Esto sucede con Todo, ya que en última instancia, no existe nada más que el Ser.

Algunas de las chispas se manifestaron como almas humanas. Las almas humanas están ligadas al planeta Tierra. Tú, que estas leyendo, te decidiste a manifestar tu propio ser como ser humano, como una forma humana que existe sobre el planeta Tierra. Elegiste venir aquí. Este es el lugar que elegiste para manifestarte y darte forma a través de tu propio juego. Tú generas esta realidad ahora. En esta realidad hay muchos, muchos niveles de conciencia.

En el juego que eligieron los seres humanos, en su tiempo hubo un lugar que se llamó Tierra. El tiempo, la distancia y la forma surgen y se relacionan todos con la experiencia humana sobre el planeta Tierra. Cada uno de los tres son vividos, experimentados o vivenciados de manera única y particular por cada uno de los seres humanos.

Es decir, que tu percepción de la realidad no puede jamás ser igual, o manifestarse de la misma manera que la de otro ser. Esa es la alegría de las miríadas y miles de millones de chispas. Cada chispa refleja y complementa a las demás. Entonces, mientras tú puedes descubrir partes o aspectos de tu propia chispa de tu propio Ser en todas las demás manifestaciones físicas y quizás también en las no físicas, aquellas chispas, que tú defines como "no yo", en realidad son partes tuyas, que reflejan aspectos tuyos, que no podrías ver de ninguna otra manera salvo a través de sus reflejos. Los reflejos (como los del espejo) completan tu conocimiento acerca de quién eres, y si los incorporas, eso implica una ampliación y un ensanchamiento de tu ser, y así puedes manifestar más íntegramente y más completamente las miríadas de posibilidades multidimensionales a las que tienes derecho.

En ese juego que los seres humanos están jugando sobre la Tierra, hay una nube, una nube de sufrimiento, una nube de dolor, una nube de miedo, que rodea la experiencia humana. Ese sufrimiento, ese dolor y ese miedo han alcanzado un punto crítico. Un punto en que se hace necesario un cambio. Este cambio se describe a veces como salto de los polos:

Es decir, como un desplazamiento de la polaridad, de la polaridad entre el mal y el bien. De acuerdo con las bases del juego de la dualidad, que fue concebido por el pensamiento humano, pareció necesario que para poder conocer el bien, había que concebir su opuesto, o dicho de otra manera, dentro del sistema de pensamiento humano se creyó que para poder conocer a Dios o lo bueno, era necesario concebir el mal.
Era necesario para transitar o atravesar la vida. Se demostró varias veces que lo malo es la lectura inversa de vivir, y esto constituye una inversión del verdadero sentido de la vida, lo que trajo el mal a la experiencia humana sobre el planeta Tierra.

El verdadero sentido de la vida, de la forma, del espacio, de la conciencia individual es alegrarse, festejar y regocijarse de todo lo que es posible en todas las dimensiones.

En el pensamiento humano se concibió la necesidad de la dualidad bueno-malo. El miedo, el sufrimiento y el dolor se alinean todos bajo el polo que llamamos malo. No es necesario experimentar el mal para conocer el bien. El desplazamiento del eje polar que le fuera predicho a la Tierra hace ya mucho tiempo, se trata en realidad de un desplazamiento en la polaridad, es decir, un alejarse de la polaridad, un desprenderse de la aparente necesidad de experimentar el mal y por lo tanto, de hecho, manifestarlo, como lo han hecho los seres humanos, para poder conocer el bien, o a Dios. Este desplazamiento se está acercando muy, muy rápidamente.

Si se eleva la conciencia del planeta y el potencial para ello está dado y se está haciendo evidente sobre el planeta de muchísimas formas y bajo muchísimos sistemas cuando este desplazamiento ocurra y las personas dejen de reclamar y buscar el mal (en una mal entendida esperanza de así poder conocer el bien), entonces no habrá ninguna destrucción, ninguna catástrofe, ningún aniquilamiento masivo, ningún Armagedón, ninguna ruptura. Sin embargo, es una elección que cada una de las chispas debe hacer por sí misma. Es muy cierto que si una gran cantidad de chispas, o almas, o conciencias sobre este planeta deciden alejarse o separarse del polo descrito como malo, la destrucción puede evitarse.

Parte del juego, que ustedes como seres humanos han concebido, es el de vencer el sufrimiento, el dolor y el miedo. Estas experiencias sobre el planeta eran parte de las lecciones que eligieron aprender. Estas experiencias se hallan unidas a la regla de juego que ustedes eligieron jugar. Ya no son necesarias. La Tierra grita, gime, aúlla. La Tierra misma ya ha tenido más que suficiente de estas experiencias, y desea ahora cambiar su polaridad, desplazar el eje, retirarse de la dualidad de bueno-malo.

No te asustes. El desplazamiento tendrá lugar en la conciencia o como manifestación física. El desplazamiento en sí mismo es inevitable. De qué manera se manifieste, depende de ti y de tus hermanos y hermanas, de las demás chispas de luz aquí, que se manifiestan en forma física.

Existen algunos entre ustedes que han venido a este planeta sólo para cooperar en el desplazamiento. Tú has venido (o fuiste enviado) para estar disponible para el desplazamiento de la conciencia. Tu estadía sobre este planeta comenzó hace muchos, muchos millones de años.
El plan para el planeta Tierra ha sido concebido muy cuidadosamente. Recién ahora recibes una idea de tu rol en este plan. Aquellos de ustedes que se hallan aquí para cooperar en el desplazamiento de la conciencia perciben, al leer esto un tono muy familiar. Este conocimiento les estuvo vedado en su total extensión hasta ahora. Esto también forma parte del plan, parte del juego que ustedes y nosotros inventamos en el comienzo del tiempo.

Al dividirse, al separarse del todo, cada chispa vivió, sintió, experimentó su propio aislamiento. En ese aislamiento yacía la experiencia del dolor, de la separación (ya que el dolor y la separación van de la mano). Cuando uno se experimenta como separado del todo, en ese aislamiento uno experimenta el dolor y el sufrimiento. La ilusión del dolor es la ilusión de la separación.


La fuente de todo sufrimiento es estar separado de Dios. Los seres humanos se separaron ellos mismos de Dios en su interior. Le corresponde a este tiempo el abrir totalmente vuestra conciencia para experimentar la esencia de vuestro propio ser. Esta esencia es Dios. Ninguna dualidad, ninguna experiencia del mal es necesaria para poder llegar a conocer la Verdad acerca de lo que ustedes son. Son una chispa de Dios, un holograma que comprende todo, que existe en todos lados, que refleja todo. Ustedes son conciencia, energía pura, luz.

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