Mi ser
interior es el verdadero «yo». Es bastante diferente de mi aspecto corporal, mi
estado de salud, del dinero que tengo o de los papeles que desempeño en este
momento de mi vida. Mi ser interior es mi alma o espíritu. No es físico, sino
una forma de luz y energía. Mi ser interior se manifiesta a través de mis
pensamientos y sentimientos, y emite vibraciones que se corresponden con esos
pensamientos y sentimientos. El ser interior o alma también se refleja
externamente y puede percibirse y sentirse a través de los ojos y el rostro.
Sin embargo, si
equívocamente defino «quién soy» según mi trabajo, papel, salud o según mis
atributos físicos o capacidades, entonces me coloco en una situación por la
que todos los fracasos percibidos en estas áreas me harán experimentar
sentimientos de fracaso. Por ejemplo, «He perdido mi empleo o mi salud y por lo
tanto no soy bueno». En la cultura occidental las normas de competitividad y
éxito estimulan este proceso porque, a menudo, las personas se comparan a sí
mismas con los logros y atributos externos de los demás y pueden llegar a la
conclusión de que no dan la talla.
La manera en que
pienso, sea positiva o negativa, es un auténtico reflejo de la condición o
estado de salud de mi ser interior. Si mis pensamientos sobre mí mismo o
acerca de otros son sobre todo negativos, críticos o capciosos, entonces mi
ser interior estará desequilibrado o indispuesto, provocando experiencias de
amargura, tormento, confusión, estrés, etc... Eso hará que me perciba a mí
mismo como un inepto, un fracasado o incapaz de controlar mi propia vida.
En cambio, si mis
pensamientos son claros, tranquilos, armoniosos y positivos, entonces en mi ser
interior experimentaré paz, satisfacción, amor... En consecuencia, me
percibiré seguro de mí mismo, lleno de autoaceptación y controlando mi
propia experiencia de vida.
De hecho, el estado
natural del ser interior es del todo positivo.
En la naturaleza,
una planta sana, sin mácula, tiene un aspecto hermoso. De igual manera, cuando
el ser interior se encuentra en su estado verdadero y natural, también es
hermoso y sin mácula.
El alma en su estado
puro original expresa sus cualidades positivas naturales: paz, gozo, amor y
serenidad. Al igual que el cuerpo físico enferma al ser atrapado por los
gérmenes, el ser interior también es atrapado por los gérmenes de la
negatividad y enferma.
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