¿ qué es el libre
albedrío exactamente?
Es la capacidad que
posee el espíritu para decidir por sí mismo lo que quiere hacer. Respetar el
libre albedrío es muy importante porque es una ley espiritual fundamental en
la cual se sustenta el progreso evolutivo del espíritu.
La ley del libre
albedrío es una ley espiritual que dice que el espíritu posee la libertad de
elegir por sí mismo su propio destino.
La progresión
espiritual sólo es real cuando es elegida e interiorizada por libre voluntad,
es decir, por elección libre del espíritu, sin ningún tipo de coacción o
imposición. Esto es así porque si el
progreso fuera forzoso, una vez desapareciera la forma de coacción o
imposición, el espíritu volvería a ser conforme es en realidad y no conforme
las circunstancias le han obligado a ser.
Las leyes
espirituales están escritas en la esencia de cada espíritu. Hay una fuerza
que impulsa al espíritu a buscar siempre la felicidad, y a través de esa
búsqueda el espíritu evoluciona. Igual que no es posible ser feliz sin amor,
no hay espíritu que pueda llegar a ser verdaderamente feliz espiritualmente
sin ser libre, porque está en su esencia el serlo. Si Dios hubiera querido que los espíritus no
fueran libres, hubiera programado en su naturaleza el ser felices siendo
esclavos. Pero ya que ocurre totalmente lo contrario, es decir, que el
espíritu es desgraciado en la esclavitud, sea esta del tipo que sea, habremos
de concluir que el espíritu ha sido creado para ser libre, y así es en la
Tierra como en el resto del Universo.
Se
producen constantes vulneraciones de esta ley debido a la escasa evolución de
la mayoría de las personas, que
todavía no la conocen o no la quieren respetar, ya que para respetar el libre
albedrío deberían renunciar al egoísmo. De ahí que uno de los objetivos del
aprendizaje espiritual sea aprender a respetar el libre albedrío de los
demás, pero también a exigir que se respete el libre albedrío propio.
Resultados
prácticos si aplicamos la ley del libre
albedrío en la Tierra al igual que
ocurre en otros mundos serían:
La desaparición de
cualquier forma de esclavitud, de coacción, de opresión, de manipulación, de
daño de unos seres humanos hacia otros.
Un ser avanzado
jamás violaría el derecho a la vida de otros seres. Por lo tanto,
desaparecerían las guerras, la pena de muerte, el asesinato y el aborto porque
con esas prácticas se está vulnerando el derecho a la vida de otros seres.
Desaparecería
cualquier forma de maltrato o abuso sexual contra niños y adultos. Por lo
tanto, desaparecerían la pederastia, las violaciones, la prostitución, y
cualquier otra forma de práctica sexual en la que se fuerza o coacciona la voluntad de otros seres
humanos, especialmente cuando se trata de los seres más débiles e indefensos.
Desaparecería
cualquier fórmula que coacciona la libre expresión del pensamiento y del
sentimiento. No existirían, por tanto, la censura, la manipulación, el
engaño, la represión ni el secuestro.
Desaparecería
cualquier religión, filosofía o doctrina egoísta que justificara la
opresión, la agresión, el control y/o la violencia contra otros seres humanos
por diferencias raciales, religiosas, culturales, económicas, políticas o de
cualquier otra índole. Por tanto, desaparecerían el racismo, el
totalitarismo, el fascismo, el fanatismo religioso, el militarismo, el
imperialismo o el capitalismo, porque son ideologías que basan el bienestar de
unos cuantos en el sufrimiento de otros seres humanos. Cualquiera que sea la
forma de esclavitud, sea esta material o mental, que se intente imponer al ser
espiritual fracasará, porque el espíritu se revelará internamente contra
aquello que le esclaviza, y tarde o temprano luchará con todas sus fuerzas
para liberarse. Esta es la razón por la que cualquier doctrina, religión,
ideología, sistema político o económico que no respete la ley del libre
albedrío del espíritu será inestable y efímero, mientras que los basados en
las leyes espirituales son estables y duraderos.
Desaparecería
cualquier forma de esclavitud, maltrato físico o psicológico, dentro y fuera
de los lazos familiares, de los padres contra los hijos, de los hijos contra
los padres, de marido contra mujer o de mujer contra marido, de jefes contra
empleados, de fuertes contra débiles.
Desaparecería
cualquier práctica, afición o diversión basada en generar sufrimiento y
destrucción a otros seres vivos, sobre todo a aquellos evolutivamente más
cercanos, como los mamíferos superiores, que no obedecen a motivos de estricta
supervivencia, como la tauromaquia, la caza, la pesca y la ganadería en los
países desarrollados.
¿Cómo es posible
enseñar algo a gente que no tiene interés en aprender sin obligarles de
alguna forma?
Cumplir la ley del
libre albedrío es respetar la voluntad del espíritu de decidir libremente,
por muy espiritual que sea, la misma naturaleza de la ley impide imponerla,
pues al hacerlo estaríamos vulnerando la misma ley. En otras palabras, el fin
no justifica los medios, y menos si en los medios estamos incumpliendo el fin
que perseguimos. Obligar no es la forma y
lo que se obtiene por la imposición o la coacción se pierde cuando
desaparece la fuerza coartadora. El espíritu volvería a ser conforme es en
realidad y no conforme las circunstancias le han obligado a ser. Precisamente,
la reencarnación y el olvido de las vidas anteriores están pensados para que
el espíritu experimente el libre albedrío y evolucione por propios méritos,
sin ningún tipo de coacción. Es el propio espíritu el que elige libremente
si quiere o no avanzar, y el tipo de pruebas a las que quiere enfrentarse para
avanzar.
La forma correcta de
que la gente conozca las leyes espirituales es predicar con el ejemplo, y es lo
que han hecho los espíritus avanzados que encarnaron en la Tierra. Estoy
hablando de Jesús, Buda, Krishna, Zoroastro, Antulio y otros avatares o seres avanzados,
que encarnaron en la Tierra para enseñar la ley del amor, la del libre
albedrío y las otras leyes espirituales. Hicieron de su vida un ejemplo de
aplicación personal y de vida en armonía con las leyes espirituales sin
obligar a nadie a hacer lo mismo.
La ley del libre
albedrío no les ha quedado muy clara a los supuestos seguidores de Jesús, ya
que han acabado imponiendo a los demás sus creencias por la fuerza, mediante
el uso de la violencia, la coacción y el miedo. Me refiero a la Iglesia
Católica, con la Inquisición y las Cruzadas.
Entonces son los
seguidores los que no están a la altura del mensaje que dicen llevar. Pero
esto no es culpa de Jesús o los avatares, sino del egoísmo y la falta de
evolución imperante en este mundo, que ha llevado a cierta gente a apropiarse
de unas ideas que eran verdaderas y a deformarlas para controlar y manipular a
los demás.
Las religiones o
creencias que imponen u obligan no conseguirán que el espíritu evolucione, ni
se pueden considerar verdaderas ni en armonía con Dios y la espiritualidad
superior, ya que nadie que vulnere la ley del libre albedrío se puede
considerar como intermediario de Dios o que cumple los designios de Dios, y
desparecerán irremediablemente de la Tierra con el tiempo.
A pesar esta
intervención las cosas han mejorado mucho en el mundo, algo así:
En épocas pasadas
se criaba a humanos como si fueran ganado, para comerlos, y esto ahora os
parecería una abominación. El canibalismo está prácticamente extinguido de
la Tierra.
Hace menos de 200
años todavía existía la esclavitud de forma legal y existía el comercio de
esclavos en todo el mundo. Aunque ahora exista la esclavitud en otras formas,
por lo menos la esclavitud formal es perseguida y penada por las leyes de todos
los países, y se practica de espaldas a la legalidad.
Las persecuciones
religiosas, aunque todavía existen en algunas partes del mundo, han disminuido
en intensidad y en crueldad y existe legislación en muchos países que protege
el derecho de libre creencia, impensable en Europa antes de la reforma protestante.
La pena de muerte
como forma de castigo se ha abolido en muchos países. La redacción y
aprobación por un organismo internacional como la ONU de la carta de
declaración de los derechos humanos, aunque en la práctica no se esté
cumpliendo, es un ejemplo claro de que existen espíritus en nuestro planeta
suficientemente avanzados para reconocer que existen derechos fundamentales que
no deben ser vulnerados. En ella se especifican perfectamente los derechos que
garantizan la ejecución del libre albedrío y exigen el cumplimiento a las
naciones de acciones que impidan que se vulnere el libre albedrío de otros
seres humanos. Por tanto, esta carta puede considerase un desarrollo muy
acertado de la ley del libre albedrío.
En
los diez mandamientos encontramos también algunas pinceladas de respeto al libre albedrío, como los mandamientos “no matarás” y
“no robarás”. Aunque quede mucho por hacer, todo esto son avances respecto a
la situación de épocas pasadas.
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