lunes, 25 de mayo de 2015

LEY DE LIBRE ALBEDRÍO

¿ qué es el libre albedrío exactamente?
Es la capacidad que posee el espíritu para decidir por sí mismo lo que quiere hacer. Respetar el libre albedrío es muy importante porque es una ley espiritual fundamental en la cual se sustenta el progreso evolutivo del espíritu.

La ley del libre albedrío es una ley espiritual que dice que el espíritu posee la libertad de elegir por sí mismo su propio destino.

La progresión espiritual sólo es real cuando es elegida e interiorizada por libre voluntad, es decir, por elección libre del espíritu, sin ningún tipo de coacción o imposición.  Esto es así porque si el progreso fuera forzoso, una vez desapareciera la forma de coacción o imposición, el espíritu volvería a ser conforme es en realidad y no conforme las circunstancias le han obligado a ser.

Las leyes espirituales están escritas en la esencia de cada espíritu. Hay una fuerza que impulsa al espíritu a buscar siempre la felicidad, y a través de esa búsqueda el espíritu evoluciona. Igual que no es posible ser feliz sin amor, no hay espíritu que pueda llegar a ser verdaderamente feliz espiritualmente sin ser libre, porque está en su esencia el serlo.  Si Dios hubiera querido que los espíritus no fueran libres, hubiera programado en su naturaleza el ser felices siendo esclavos. Pero ya que ocurre totalmente lo contrario, es decir, que el espíritu es desgraciado en la esclavitud, sea esta del tipo que sea, habremos de concluir que el espíritu ha sido creado para ser libre, y así es en la Tierra como en el resto del Universo.

Se producen constantes vulneraciones de esta ley debido a la escasa evolución de la mayoría de las personas,  que todavía no la conocen o no la quieren respetar, ya que para respetar el libre albedrío deberían renunciar al egoísmo. De ahí que uno de los objetivos del aprendizaje espiritual sea aprender a respetar el libre albedrío de los demás, pero también a exigir que se respete el libre albedrío propio.

Resultados prácticos si aplicamos  la ley del libre albedrío en la Tierra  al igual que ocurre en otros mundos serían:

La desaparición de cualquier forma de esclavitud, de coacción, de opresión, de manipulación, de daño de unos seres humanos hacia otros.

Un ser avanzado jamás violaría el derecho a la vida de otros seres. Por lo tanto, desaparecerían las guerras, la pena de muerte, el asesinato y el aborto porque con esas prácticas se está vulnerando el derecho a la vida de otros seres.

Desaparecería cualquier forma de maltrato o abuso sexual contra niños y adultos. Por lo tanto, desaparecerían la pederastia, las violaciones, la prostitución, y cualquier otra forma de práctica sexual en la que se  fuerza o coacciona la voluntad de otros seres humanos, especialmente cuando se trata de los seres más débiles e indefensos.

Desaparecería cualquier fórmula que coacciona la libre expresión del pensamiento y del sentimiento. No existirían, por tanto, la censura, la manipulación, el engaño, la represión ni el secuestro.

Desaparecería cualquier religión, filosofía o doctrina egoísta que justificara la opresión, la agresión, el control y/o la violencia contra otros seres humanos por diferencias raciales, religiosas, culturales, económicas, políticas o de cualquier otra índole. Por tanto, desaparecerían el racismo, el totalitarismo, el fascismo, el fanatismo religioso, el militarismo, el imperialismo o el capitalismo, porque son ideologías que basan el bienestar de unos cuantos en el sufrimiento de otros seres humanos. Cualquiera que sea la forma de esclavitud, sea esta material o mental, que se intente imponer al ser espiritual fracasará, porque el espíritu se revelará internamente contra aquello que le esclaviza, y tarde o temprano luchará con todas sus fuerzas para liberarse. Esta es la razón por la que cualquier doctrina, religión, ideología, sistema político o económico que no respete la ley del libre albedrío del espíritu será inestable y efímero, mientras que los basados en las leyes espirituales son estables y duraderos.

Desaparecería cualquier forma de esclavitud, maltrato físico o psicológico, dentro y fuera de los lazos familiares, de los padres contra los hijos, de los hijos contra los padres, de marido contra mujer o de mujer contra marido, de jefes contra empleados, de fuertes contra débiles.

Desaparecería cualquier práctica, afición o diversión basada en generar sufrimiento y destrucción a otros seres vivos, sobre todo a aquellos evolutivamente más cercanos, como los mamíferos superiores, que no obedecen a motivos de estricta supervivencia, como la tauromaquia, la caza, la pesca y la ganadería en los países desarrollados.

¿Cómo es posible enseñar algo a gente que no tiene interés en aprender sin obligarles de alguna forma?

Cumplir la ley del libre albedrío es respetar la voluntad del espíritu de decidir libremente, por muy espiritual que sea, la misma naturaleza de la ley impide imponerla, pues al hacerlo estaríamos vulnerando la misma ley. En otras palabras, el fin no justifica los medios, y menos si en los medios estamos incumpliendo el fin que perseguimos. Obligar no es la forma y  lo que se obtiene por la imposición o la coacción se pierde cuando desaparece la fuerza coartadora. El espíritu volvería a ser conforme es en realidad y no conforme las circunstancias le han obligado a ser. Precisamente, la reencarnación y el olvido de las vidas anteriores están pensados para que el espíritu experimente el libre albedrío y evolucione por propios méritos, sin ningún tipo de coacción. Es el propio espíritu el que elige libremente si quiere o no avanzar, y el tipo de pruebas a las que quiere enfrentarse para avanzar.

La forma correcta de que la gente conozca las leyes espirituales es predicar con el ejemplo, y es lo que han hecho los espíritus avanzados que encarnaron en la Tierra. Estoy hablando de Jesús, Buda, Krishna, Zoroastro, Antulio y otros avatares o seres avanzados, que encarnaron en la Tierra para enseñar la ley del amor, la del libre albedrío y las otras leyes espirituales. Hicieron de su vida un ejemplo de aplicación personal y de vida en armonía con las leyes espirituales sin obligar a nadie a hacer lo mismo.

La ley del libre albedrío no les ha quedado muy clara a los supuestos seguidores de Jesús, ya que han acabado imponiendo a los demás sus creencias por la fuerza, mediante el uso de la violencia, la coacción y el miedo. Me refiero a la Iglesia Católica, con la Inquisición y las Cruzadas.

Entonces son los seguidores los que no están a la altura del mensaje que dicen llevar. Pero esto no es culpa de Jesús o los avatares, sino del egoísmo y la falta de evolución imperante en este mundo, que ha llevado a cierta gente a apropiarse de unas ideas que eran verdaderas y a deformarlas para controlar y manipular a los demás.

Las religiones o creencias que imponen u obligan no conseguirán que el espíritu evolucione, ni se pueden considerar verdaderas ni en armonía con Dios y la espiritualidad superior, ya que nadie que vulnere la ley del libre albedrío se puede considerar como intermediario de Dios o que cumple los designios de Dios, y desparecerán irremediablemente de la Tierra con el tiempo.

A pesar esta intervención las cosas han mejorado mucho en el mundo, algo así:

En épocas pasadas se criaba a humanos como si fueran ganado, para comerlos, y esto ahora os parecería una abominación. El canibalismo está prácticamente extinguido de la Tierra.

Hace menos de 200 años todavía existía la esclavitud de forma legal y existía el comercio de esclavos en todo el mundo. Aunque ahora exista la esclavitud en otras formas, por lo menos la esclavitud formal es perseguida y penada por las leyes de todos los países, y se practica de espaldas a la legalidad.

Las persecuciones religiosas, aunque todavía existen en algunas partes del mundo, han disminuido en intensidad y en crueldad y existe legislación en muchos países que protege el derecho de libre creencia, impensable en Europa antes de la reforma protestante.

La pena de muerte como forma de castigo se ha abolido en muchos países. La redacción y aprobación por un organismo internacional como la ONU de la carta de declaración de los derechos humanos, aunque en la práctica no se esté cumpliendo, es un ejemplo claro de que existen espíritus en nuestro planeta suficientemente avanzados para reconocer que existen derechos fundamentales que no deben ser vulnerados. En ella se especifican perfectamente los derechos que garantizan la ejecución del libre albedrío y exigen el cumplimiento a las naciones de acciones que impidan que se vulnere el libre albedrío de otros seres humanos. Por tanto, esta carta puede considerase un desarrollo muy acertado de la ley del libre albedrío.

En los diez mandamientos encontramos también algunas pinceladas de respeto al libre albedrío, como los mandamientos “no matarás” y “no robarás”. Aunque quede mucho por hacer, todo esto son avances respecto a la situación de épocas pasadas.



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