La creencia de que
lo que estamos buscando existe fuera de nuestra propia Consciencia, de nosotros
mismos es precisamente la única barrera que nos separa de nuestra armonía.
La oración verdadera no se dirige nunca a un ser externo a nosotros
mismos, al igual que nunca esperes nada que proceda fuera de nuestro Ser. “El Reino de los Cielos está
en vosotros...” y todo lo
que deseemos lo tenemos que buscar ahí.
Al
reconocer que Dios es nuestra realidad total sabemos igualmente que todo lo
bueno es inherente en ese Ser, su Ser y el Mío. Dios es la esencia de nuestro
Ser, por lo cual somos eternos y armoniosos. Dios es Vida y esa Vida se
sostiene a sí misma. Es nuestra Alma y somos puros e inmortales. Dios es la
Consciencia individual y como tal la
inteligencia que
cada uno es.
Para decirlo
correctamente no hay Dios y Usted, Dios se manifiesta eternamente como usted y
esa es la Unicidad que nos asegura la Infinitud del bien. Dios es vida, mente,
cuerpo y esencia individual y por esto nada puede agregarse a lo que ya es
individualmente y la verdadera oración es entonces el reconocimiento constante
de esta verdad.
El conocimiento consciente de
nuestro verdadero ser, de su naturaleza y carácter único, la Infinitud es
también verdadera oración. En esta Consciencia, en vez de pedir y esperar la
respuesta dirigimos el pensamiento a nuestro interior y estamos atentos a “La suave y reposada voz
interior” que nos asegura
que antes de que hayamos pedido el Padre ya sabía y había satisfecho lo
anhelado.
Este es el gran secreto de la Oración: Dios es todo y se manifiesta
eternamente. No existe bien o Dios, que no esté ya manifestado. Lo que estamos
buscando está siempre presente en nosotros, y lo único que necesitamos es ser
conscientes de esta verdad. El bien es realidad
total manifestándose
eternamente. El conocimiento de esta verdad es la respuesta a nuestra oración.
Por eso nuestra salud, riqueza, trabajo, hogar y nuestra armonía no
dependen de un Dios lejano ni de un medio, persona o lugar porque siempre
están presentes, son Omnipresentes en nuestra Consciencia y este conocimiento
es la contestación a nuestra oración. “Yo y mi Padre somos Uno” explica la naturaleza absoluta del individuo.
La expresión correcta de la Verdad es que no hay Dios y Usted. Por
eso, es imposible orar correctamente, a menos que seamos conscientes de esta verdad; que conozcamos nuestra
verdadera relación con la Divinidad, de lo contrario, la oración no deja de
ser más que la expresión de una fe ciega o creencia antes que comprensión.
Nuestro conocimiento, el estar conscientes de
la Unicidad de nuestro Ser, de la Vida, la Verdad, el Amor es la respuesta de
la oración. Gracias a nuestro reconocimiento constante de que nuestra Vida,
nuestra Mente, nuestra sustancia y actividades son manifestación de Dios,
somos capaces de conocernos a nosotros mismos como realización Divina, como la totalidad y
la perfección del Ser inmortal y divino, que todo lo contiene.
La respuesta eterna
a nuestra oración es el conocimiento de nuestra divinidad individual, que
abarca la totalidad de Dios. La esencia de la verdadera oración es la
corrección de la creencia de que estamos separados de nuestro bien.
Yo Soy aquello que busco. El bien del cual he creído estar separado hace parte de mí ser. Yo abarco, encarno y
abrazo en mi mismo, en mi Consciencia,
la realidad de Dios, la Infinitud expresada en salud, riqueza y armonía. Ser consciente de esta verdad
es oración.
Para una gran
mayoría, la oración es una súplica y un pedido a un Dios que se encuentra en
un lugar llamado cielo. Que este tipo de oración haya resultado un fracaso
universal al no obtener lo que se pide, es prueba de que esto no es orar y que
el Dios al cual se reza no está allí escuchando. El pensamiento humano
finalmente se dará cuenta de que no hay respuestas a estas oraciones, e
iniciará la búsqueda del Dios verdadero y de la forma de orar correctamente.
Esto conducirá a la revelación de la Verdad tal como la enseñaron y
practicaron Cristo Jesús y muchos más antes que El.
Si hemos aprendido que “El Reino de Dios está dentro de Vosotros” entonces tenemos que saber que la
oración debe estar dirigida al punto de
Consciencia en nuestro interior, en el cual la Vida Universal, Dios, se individualiza, como usted o como yo.
Aprendimos que Dios creó
(evolucionó) al mundo y “Este es bueno y muy bueno” desde el comienzo. Al ser bueno el Universo inevitablemente debe ser
completo, armonioso y perfecto por lo cual en vez de estar pidiendo que lo
bueno se dé, nuestra oración debe ser la realización de la Omnipresencia
Divina, lo bueno y ese concepto tan elevado de la oración es la afirmación de
que todo es bueno y niega la existencia del error.
La oración que se realiza con conocimiento de la Verdad, la Unidad
en Dios tiene como efecto la armonía, la Paz, la felicidad y el triunfo. Estas
son aquellas palabras, “...y lo demás vendrá por añadidura.” No es que el Espíritu corrige a la materia
o al mundo físico, es que nosotros nos elevamos en Consciencia a donde no hay
materia y por ende hay armonía, salud, abundancia y Paz.
Comunión en Dios es orar verdaderamente. Es la realización en la
Consciencia Individual de la presencia y el poder, que hace que usted “sea el todo en cada ápice.”
La comunión en Dios es en verdad escuchar interiormente “la voz suave y reposada”.
En esta
comunión u oración no hay palabras suyas hacia Dios, solo se realiza en la
Consciencia la presencia de Dios como Verdad y Amor, que proceden de la
Divinidad interior suya. Es el estado de santidad hecho realidad y nunca
desaparece.
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