martes, 27 de septiembre de 2016

ORAR SIN SABER QUIEN ERES, NO ES ORACIÓN.

La creencia de que lo que estamos buscando existe fuera de nuestra propia Consciencia, de nosotros mismos es precisamente la única barrera que nos separa de nuestra armonía.

La oración verdadera no se dirige nunca a un ser externo a nosotros mismos, al igual que nunca esperes nada que proceda fuera de nuestro Ser. “El Reino de los Cielos está en vosotros...” y todo lo que deseemos lo tenemos que buscar ahí.

Al reconocer que Dios es nuestra realidad total sabemos igualmente que todo lo bueno es inherente en ese Ser, su Ser y el Mío. Dios es la esencia de nuestro Ser, por lo cual somos eternos y armoniosos. Dios es Vida y esa Vida se sostiene a sí misma. Es nuestra Alma y somos puros e inmortales. Dios es la Consciencia individual y como tal la
inteligencia que cada uno es.

Para decirlo correctamente no hay Dios y Usted, Dios se manifiesta eternamente como usted y esa es la Unicidad que nos asegura la Infinitud del bien. Dios es vida, mente, cuerpo y esencia individual y por esto nada puede agregarse a lo que ya es individualmente y la verdadera oración es entonces el reconocimiento constante de esta verdad.

El conocimiento consciente de nuestro verdadero ser, de su naturaleza y carácter único, la Infinitud es también verdadera oración. En esta Consciencia, en vez de pedir y esperar la respuesta dirigimos el pensamiento a nuestro interior y estamos atentos a “La suave y reposada voz interior” que nos asegura que antes de que hayamos pedido el Padre ya sabía y había satisfecho lo anhelado.

Este es el gran secreto de la Oración: Dios es todo y se manifiesta eternamente. No existe bien o Dios, que no esté ya manifestado. Lo que estamos buscando está siempre presente en nosotros, y lo único que necesitamos es ser conscientes de esta verdad. El bien es realidad total manifestándose eternamente. El conocimiento de esta verdad es la respuesta a nuestra oración.

Por eso nuestra salud, riqueza, trabajo, hogar y nuestra armonía no dependen de un Dios lejano ni de un medio, persona o lugar porque siempre están presentes, son Omnipresentes en nuestra Consciencia y este conocimiento es la contestación a nuestra oración. “Yo y mi Padre somos Uno” explica la naturaleza absoluta del individuo.

La expresión correcta de la Verdad es que no hay Dios y Usted. Por eso, es imposible orar correctamente, a menos que seamos conscientes de esta verdad; que conozcamos nuestra verdadera relación con la Divinidad, de lo contrario, la oración no deja de ser más que la expresión de una fe ciega o creencia antes que comprensión.

Nuestro conocimiento, el estar conscientes de la Unicidad de nuestro Ser, de la Vida, la Verdad, el Amor es la respuesta de la oración. Gracias a nuestro reconocimiento constante de que nuestra Vida, nuestra Mente, nuestra sustancia y actividades son manifestación de Dios, somos capaces de conocernos a nosotros mismos como realización Divina, como la totalidad y la perfección del Ser inmortal y divino, que todo lo contiene.

La respuesta eterna a nuestra oración es el conocimiento de nuestra divinidad individual, que abarca la totalidad de Dios. La esencia de la verdadera oración es la corrección de la creencia de que estamos separados de nuestro bien.

Yo Soy aquello que busco. El bien del cual he creído estar separado hace parte de mí ser. Yo abarco, encarno y abrazo  en mi mismo, en mi Consciencia, la realidad de Dios, la Infinitud expresada en salud, riqueza y armonía. Ser consciente de esta verdad
es oración.

Para una gran mayoría, la oración es una súplica y un pedido a un Dios que se encuentra en un lugar llamado cielo. Que este tipo de oración haya resultado un fracaso universal al no obtener lo que se pide, es prueba de que esto no es orar y que el Dios al cual se reza no está allí escuchando. El pensamiento humano finalmente se dará cuenta de que no hay respuestas a estas oraciones, e iniciará la búsqueda del Dios verdadero y de la forma de orar correctamente. Esto conducirá a la revelación de la Verdad tal como la enseñaron y practicaron Cristo Jesús y muchos más antes que El.

Si hemos aprendido que “El Reino de Dios está dentro de Vosotros” entonces tenemos que saber que la oración debe estar dirigida al punto de Consciencia en nuestro interior, en el cual la Vida  Universal, Dios, se individualiza, como usted o como yo.

 Aprendimos que Dios creó (evolucionó) al mundo y “Este es bueno y muy bueno” desde el comienzo. Al ser bueno el Universo inevitablemente debe ser completo, armonioso y perfecto por lo cual en vez de estar pidiendo que lo bueno se dé, nuestra oración debe ser la realización de la Omnipresencia Divina, lo bueno y ese concepto tan elevado de la oración es la afirmación de que todo es bueno y niega la existencia del error.

La oración que se realiza con conocimiento de la Verdad, la Unidad en Dios tiene como efecto la armonía, la Paz, la felicidad y el triunfo. Estas son aquellas palabras, “...y lo demás vendrá por añadidura.”   No es que el Espíritu corrige a la materia o al mundo físico, es que nosotros nos elevamos en Consciencia a donde no hay materia y por ende hay armonía, salud, abundancia y Paz.

Comunión en Dios es orar verdaderamente. Es la realización en la Consciencia Individual de la presencia y el poder, que hace que usted “sea el todo en cada ápice.”
La comunión en Dios es en verdad escuchar interiormente “la voz suave y reposada”.

En esta comunión u oración no hay palabras suyas hacia Dios, solo se realiza en la Consciencia la presencia de Dios como Verdad y Amor, que proceden de la Divinidad interior suya. Es el estado de santidad hecho realidad y nunca desaparece.



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