martes, 22 de noviembre de 2016

LA CAIDA

Muchos conservamos en nuestras memorias el recuerdo de la "caída", o separación, como un recuerdo desagradable, como algo 'malo' que ocurrió en algún momento de nuestras vidas.

Este recuerdo nos hace sentir culpables y con la desagradable sensación de haber hecho algo que no estaba bien, como si todo hubiera sido un error y ahora no hubiera manera de restaurarlo ni de volver atrás en el "tiempo". Esto altera nuestro sistema nervioso a niveles muy sutiles y nos genera 'estrés emocional'.

En algún punto del "tiempo", olvidamos nuestra divinidad, para dejarnos llevar por las aguas emocionales del placer y del dolor, la risa y el llanto, del repetir sin cesar las situaciones que creábamos para recordarnos a nosotros mismos que hay muchos caminos y un solo camino. ¿Tiene esto algún sentido? En mi interior resuena: "Sí, todo esto ha tenido-tiene algún sentido".

Olvidamos que somos seres espirituales viviendo una experiencia terrena, nos quedamos sólo con la experiencia terrena, y encima con sentimiento de culpabilidad por ello, por lo que no llegamos a disfrutar ni de nuestra sabiduría espiritual ni de nuestra parte "terrena": nuestro cuerpo, nuestras emociones auténticas y genuinas, el amor por nuestros padres o por nuestros hijos, el sexo con amor o sin amor, la madre Naturaleza siempre generosa y abundante.

Olvidamos que todo esto lo hemos elegido nosotros, para poder experimentarnos con todos los matices que nos ofrece la experiencia de la dualidad. Olvidamos por tanto que podemos, en cualquier momento, decidir volver a la Unidad, que para nuestro ser interno nunca desapareció.  Podemos mirar adentro, y comprobaremos cómo esto es así.

El dolor que nos provocan las experiencias y relaciones mal ubicadas, no es más que una sombra de éste dolor antiguo, primigenio, de separación de nuestro creador padre-madre.

Olvidamos que estamos donde estamos porque tenemos libre albedrío. No tenemos porqué sufrir más. Podemos aceptar que el dolor que sentimos no nos lo ha provocado nadie, sino que es una memoria que sale a la Luz para ser transformada; un recuerdo mal ubicado, una sombra que llama para ser iluminada con vivos colores, con la Luz divina de nuestro corazón.

Así nos hacemos responsables de lo que pensamos y de lo que sentimos, aceptando que el libre albedrío es un don divino, una oportunidad que nos hemos dado a nosotros mismos desde nuestra parte más elevada y desde fuera del tiempo, para aprender a sentir como "humanos", como hombres, con todos los matices, con todos los cambios y expresiones que nos proporciona ésta experiencia única de dualidad. Así recuperamos nuestro poder, el que fuimos dejando aquí y allá, responsabilizando a los demás de nuestra aflicción y de nuestro dolor.

Nuestro, sólo nuestro, vivido para conocer algo más de nosotros mismos, para aprender de nuevo el camino de vuelta a casa, a nuestro lugar en el Universo como seres de Luz.

Apagamos nuestra luz para jugar a encontrar de nuevo el interruptor, y en un momento podemos encontrarlo y saber de qué va esto, ya que llevamos tanto tiempo experimentando ésta 'separación/ oscuridad', y ahora sabemos que comienza nuestra etapa de "retorno" a la Luz .

Muchos hemos sentido en nuestro fuero interno el grito de 'ya estoy harta, se acabó, me voy a cuidar, no puedo más'. Es el comienzo del retorno a nuestro hogar espiritual, a nuestro templo interno del corazón, donde la verdad y la unidad se experimentan dulce y serenamente, y la alegría de éste 'recuerdo' puede ser vivida y compartida sin culpa, sin dolor, de una manera 'muy agradable y vivible' para nuestra alma.

Estamos empezando a "Recordar" quienes somos, y el tiempo se acelera entonces, y nos pone en nuestro camino a las personas que acelerarán ése recuerdo porque también sus memorias estás siendo transmutadas y revitalizadas. Sólo tenemos que flotar y dejarnos llevar por éste momento cósmico en que la Tierra , con todos los habitantes que por libre albedrío así lo decidan, acerca más su corazón al corazón de nuestro creador Padre-madre y nuestro Sol central.

Y entonces viene el perdón, porque me doy cuenta de que todo ha sido parte de un plan divino y de que nada de esto fue orquestado sin mi permiso, ¡todo lo contrario! La ilusión por vivir el amor en todas sus formas y la experiencia de elegir , nos enterneció y nos hizo llegar hasta aquí con todo lo que hemos vivido hasta ahora, lo 'bueno', y lo 'malo'. Pronto realizaremos que nada fue 'bueno' ni 'malo', nos daremos cuenta de que todo es, de que todo fluye en el mar del amor divino y que todos somos Uno.

Muchos 'allá afuera', están esperando para dar el paso que nosotros dimos hace tanto tiempo, porque desde donde ellos están, saben que es una experiencia fascinante y que no hay en el cosmos otra 'escuela' como la Tierra. Conocen cómo termina todo esto, y los que vengan, luego lo van a olvidar, como hicimos nosotros, a quienes ahora toca RECORDAR.

Podemos empezar ahora a vivir desde el perdón y el amor incondicional. Aceptando que todos los caminos han sido válidos para llegar a donde estamos ahora que es éste momento mismo. Abrazando tanto nuestra Luz como nuestra oscuridad, amando a nuestra sombra y todo lo que hemos aprendiendo desde ella. Viviendo solamente en el presente, aceptando y abrazando al 'pasado' sin sentimientos de culpabilidad, empezamos a recordar quienes somos: seres de Luz viviendo una experiencia terrena.

NORAYA KALAN.
El Arcangel.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario