jueves, 19 de marzo de 2015

GAIA (la tierra) UN SER VIVO COMO NOSOTROS

En este AHORA es importante que todos recordéis que Gaia es un Ser planetario vivo. Éste recuerdo cierra el círculo de la encarnación. Cuando muchos de vosotros tomasteis por primera vez una encarnación en Gaia en uno de los que ahora llamáis “pueblos indígenas”, sabíais que Gaia era un Ser vivo. También sabíais que estabais en profunda unidad con todos los miembros de vuestra tribu.

Es el olvido de la consciencia de unidad con vuestro “pueblo” y con vuestro “Planeta” lo que ha desviado a la Humanidad de su meta original.

Consecuentemente, es la remembranza de la Unidad con TODA la vida la que os liberará de la matriz de la rueda tridimensional de vida y muerte.

Sin embargo, cuando decimos “vosotros”, queremos decir vuestras expresiones personales y planetarias del YO.

Ahora te recordaremos TU expresión planetaria de tu YO. Tu expresión personal es el vehículo terrenal, el cual es la envoltura para tu consciencia multidimensional.

Este vehículo terrenal está hecho de los elementos del Planeta. De aquí que esté profundamente entrelazado con el Planeta. Al pensar que vuestra forma Humana era más importante que vuestra forma planetaria, fue cuando vuestra senda hacia la Ascensión dio un giro equivocado.

Pensaste que tomando una forma Humana podrías ayudar a la Humanidad, pues los Humanos sois la principal razón por la cual Gaia no ha completado su Ascensión.

Todas tus expresiones multidimensionales se han dado cuenta de ese hecho. Consecuentemente, enviaste tu Esencia no solamente a los elementales de un Ser Humano, sino también a los elementos del Ser planetario de Gaia.

Consecuentemente, no solamente estás EN el Planeta; también eres DEL Planeta. Tu vehículo terrenal humanoide es de la misma tierra, del mismo aire, del mismo fuego y de la misma agua que vuestro vehículo planetario terrenal. ¿Puedes dedicar un momento a permitirte SENTIR cómo es SER realmente un componente del Planeta?

Tal como imaginas que el suelo, las rocas, el agua, los territorios, las plantas, los animales, son miembros del Planeta; igualmente lo eres TÚ.

Permite que el concepto de SER un miembro real del Planeta reemplace a tu vieja imagen de estar en el Planeta. Tú estabas EN el Planeta, pero no eras DEL Planeta. Consecuentemente, podrías destruir al Planeta sin destruirte. Al menos eso era lo que pensaba la Humanidad antes de que hubiera tantos de vosotros encarnados al “mismo tiempo”.

Hay muchos Humanos que actúan como si fueran niños que rompen su juguete y quieren que sus padres les compren uno nuevo. Un niño no considera que es su responsabilidad cuidar bien al juguete y guardarlo; de lo contrario no lo rompería.

¿Cuándo olvidaron los Humanos que Gaia es un SER planetario vivo? Fue cuando la fuerza del poder sobre otros los separó de su tribu y del territorio. Ya no necesitaban vivir como tribu, sino que buscaban convertirse en individuos.

Sí, la búsqueda de la individualidad fue una de las metas que os pusisteis cuando decidisteis uniros a la evolución de la Tierra. Sin embargo, al buscar la individualidad, rechazasteis la unidad.

Si Gaia no hubiera elegido desarrollar los extremos de la polaridad, si Gaia no hubiera elegido ser un Planeta de Libre Albedrío, los problemas que hoy encaráis no se habrían presentado. Sin embargo, Gaia es un Ser excepcionalmente valiente y atrevido; y quería ser un Planeta enormemente diverso, tal como es.

Puesto que en vuestro sector del tiempo/espacio pocos planetas tienen el grado de diversidad de la Tierra, Ella no era consciente de los desafíos que serían revelados por su elección. Gaia no sabía que sus Seres se volverían unos contra otros; que en los reinos vegetal y animal se alimentarían de otros seres y/o plantas, pero lo hicieron para sobrevivir.

Por otra parte, los Humanos aprendieron a “alimentarse” de otros al poder controlarlos. Parte del problema fue que muchos seres renegados de otros planetas, sistemas solares e incluso galaxias, quisieron experimentar esta realidad enormemente diversa. Algunos de ellos habían evolucionado hasta estados superiores de consciencia, así que sabían que toda la vida era UNA.

Sin embargo, cuando algunos de los primeros visitantes llegaron a la Tierra, aún estaban en la condición de poder-sobre-otros. Así como muchos de los primeros humanoides evolucionados y los Seres Superiores permanecieron en la Tierra, igualmente permanecieron algunos de los otros visitantes no-evolucionados y en condición de poder-sobre-otros.

Durante muchos milenios, estos dos grupos permanecieron distantes y no interactuaron. Consecuentemente, no hubo guerras, pero puesto que permanecieron tan separados, comenzó a crecer entre ellos la sospecha.

Incontables generaciones después, comenzó la lucha.
Algunas civilizaciones fueron literalmente “borradas de la faz de la Tierra”. Algunas, como Lemuria, entraron en el núcleo de la Tierra.

Desafortunadamente, grupos divergentes que habían elegido no mezclarse, tomaron decisiones diferentes. Entonces, por estar tan separados, no aprendieron los unos de los otros.

Puesto que lo desconocido es la mayor Fuente de temor, mucho miedo comenzó a llenar los pueblos, las auras, el agua y la tierra del Planeta de Gaia.

Gaia, que es una madre amable y amorosa, trataba de encontrar una manera de que su gente pudiera estar junta en Unidad de Consciencia. Ella quería que llegaran a la unidad, porque Ella les ofrecía bellos océanos con abundante alimento, lluvia que regaba sus cosechas y fuego que los mantenía calientes.

Pero los pueblos no se unían por la alegría y el aprecio de su maravillosa vida. Cada grupo individual podía hacerlo, pero los grupos permanecían separados entre sí. La extrema separación de las tribus creó temor, enjuiciamiento, ira, guerra, tristeza y dolor en las emociones y los pensamientos de los pueblos.

Estos pensamientos y emociones entraron en los elementos del cuerpo Humano: Respiración, pulmones, sinapsis neurológicas y fluidos corporales. Luego exhalaban estos distorsionados elementos hacia los elementos del Planeta de Gaia.

Los territorios de la Tierra de Gaia fueron contaminados y sobre-explotados. La sangre, proveniente de las guerras humanas y la masacre de animales, se derramó en el suelo para mezclarse con las lágrimas de pérdida y aflicción.

El aire de la atmósfera de Gaia se llenó de emociones basadas en el temor; y el agua se tiñó con el veneno del miedo y la ira. La única manera como Gaia podía liberar estas toxinas era teniendo lo que los Humanos llamaron “tormentas”.

Los vientos de tormenta limpiaban el aire, el agua limpiaba a las plantas, a los animales y a los Humanos; y el fuego liberaba aquello que había llegado a su compleción. También se movían grandes cuerpos de tierra, como un componente natural de los cambios del paisaje de Gaia.

Estas respuestas naturales de Gaia para limpiar Su Planeta fueron interpretados como “grandes castigos” impuestos a los pueblos. Inclusive se ofrecían en sacrificio vírgenes, para apaciguar al furioso Planeta. Pero Gaia no era un Planeta enojado, solamente estaba tratando de limpiar el enredo que habían hecho sus Humanos.

¿Acaso los Humanos dijeron: “Gracias Gaia por limpiar nuestro enredo”? No, temblaron de miedo al Planeta; y pensaron que era una “cosa” de la cual no formaban parte.

En cada era hubo algunos Humanos que entendían que Gaia era un Ser vivo. La amaban, pero frecuentemente le ofrecían sacrificios. Gaia no quería sacrificios, sino que un poquito de gratitud hubiera estado bien.

Durante eones, la misma historia se repitió una y otra vez. “¿Alguna vez evolucionará lo suficiente la Humanidad para recordar que también es parte de mi cuerpo?”, se preguntaba Gaia.

Entonces, finalmente, ciertos Humanos comenzaron a despertar a sus propias expresiones superiores del YO. Una vez que comenzaron a fusionarse con sus propias frecuencias superiores de su YO, comenzaron a percibir a la Tierra de una manera muy diferente.

Algunos, no fueron muchos durante un larguísimo tiempo, comenzaron a recordar lo que sabían antes de nacer en la pequeña y densa forma de un Humano tridimensional. Su memoria les recordaba que eran mucho más que el pequeño vehículo que estaban usando. Luego algunos de ellos se dieron cuenta de que si ellos tenían un “Alma”, entonces toda la vida debía tener un Alma.

Por supuesto que el concepto de que “toda la vida” tuviera un Alma, un Espíritu, una emanación superior, no era una idea popular; y quienes la tenían frecuentemente eran asesinados y/o torturados. Eón tras eón, los valientes Humanos despiertos retornaban; y muchos de ellos murieron tratando de contarles a otros Humanos lo que ellos habían aprendido.

Entonces comenzó una Era Dorada en el tiempo/espacio de Gaia. El Mundo aún era muy hostil, pero algunos más evolucionados y de dimensiones más altas pudieron tomar una forma Humana con la intención de ayudar a Gaia. Finalmente había llegado el AHORA en el cual Gaia podría obtener asistencia de los muchos Humanos que habían creado semejante caos en Su Planeta.

Aún había muchos Humanos perdidos en los viejos caminos del temor, la dominación, la guerra, la desesperación, etcétera, etcétera. Sin embargo, había una nueva frecuencia de Luz que estaba entrando en el cuerpo de Gaia y en los cuerpos de todas sus plantas, animales; e incluso Humanos. Muchos Humanos temían a la Luz, o querían usarla con intenciones egoístas. Otros Humanos trataban de ocultar a otros el conocimiento de la Luz.

Pero hubo algunos Humanos que comenzaron a recordar quiénes eran en las frecuencias superiores de su consciencia. Al comienzo este recuerdo flotaba en su corazón como un cálido rayo de Luz, o como una brillante sonrisa de un Ser Querido. El sentimiento era único; y asustaba a muchos de ellos que le volvían la espalda con temor y sospecha.

Otros, los mismos que habían tomado cuerpos una y otra vez a lo largo de muchas eras, reconocieron esta Luz. Al comienzo, ellos no podían “poner el dedo” en lo que les recordaba, pero se sentía tan bien, que aceptaron la Luz. Cuanto más Luz aceptaban, se sentían cada vez mejor; y cuanto mejor se sentían, más Luz podían aceptar.

Gradualmente, precisamente a medida que se habían permitido ser parte del Planeta, también se convirtieron en una parte de la Luz. ¡¡Oh!! Se sentían tan bien siendo parte de la Luz, que cada vez se unificaron más con la Luz. Luego comenzó a ocurrir una cosa interesante: Quienes habían aceptado la Luz y se habían unificado con ella, comenzaron a aceptarse y unificarse unos con otros.

Personas de toda la Tierra, de diferentes áreas, religiones, culturas, géneros, edades, intereses, comenzaron a comunicarse entre sí. Comenzaron a aceptarse mutuamente exactamente por quienes eran.

Después de todo, la Luz los había aceptado incondicionalmente. Y puesto que ellos se habían convertido en Luz y la Luz se había convertido en ellos, se podían aceptar.

Aún más maravilloso, comenzaron a aceptar abiertamente a otros. Al comienzo solamente aceptaban a quienes también habían aceptado la Luz, luego, gradualmente, la Luz los transmutó de tal manera que no podían ver que las personas fueran diferentes; solamente podían percibir que las personas eran iguales.

Cuando miraban el rostro de otro a través de su propia Luz, la Luz parecía unificarlos de alguna manera extraña. Aún cuando ellos no sabían cómo la Luz había causado esta profunda aceptación y la resultante unidad, se sentía muy glorioso, sumamente seguro; y sumamente parecido a lo que llamaban “Hogar”.

Luego cada vez más personas comenzaron a pensar en un lugar llamado Hogar. ¿Dónde estaba ese lugar? ¿Estaba lejos, muy lejos en otro Mundo? “NO”, decía la Luz interna cuando hacían la pregunta. “YO SOY tu Hogar. YO SOY TÚ y YO SOY Gaia”. Siempre estuvisteis en el hogar, pero no teníais la Luz para creerlo.

“YO SOY todos vosotros en el UNO del AHORA”, susurraba la Luz en los corazones y mentes de los Humanos. El susurro era muy suave y solamente podía ser oído cuando los Humanos se enfocaban en su propia Luz interna. Pero cuando lo hacían, cuando se enfocaban en su propia Luz interna, recordaban.

Recordaban el “pensamiento” de unidad con toda la vida. Recordaban la “emoción” de amar a toda la vida. Luego, uno por uno, luego dos por dos, luego de a cuatro, luego de a ocho…

Un recuerdo comenzó a inundar los cuerpos de los Humanos y el cuerpo de Gaia. Este recuerdo les decía:

“YO SOY el Hogar en el AHORA… Y así es cada UNO”.


LOS ARTURIANOS

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