En este AHORA es
importante que todos recordéis que Gaia es un Ser planetario vivo. Éste
recuerdo cierra el círculo de la encarnación. Cuando muchos de vosotros
tomasteis por primera vez una encarnación en Gaia en uno de los que ahora
llamáis “pueblos indígenas”, sabíais que Gaia era un Ser vivo. También sabíais
que estabais en profunda unidad con todos los miembros de vuestra tribu.
Es el olvido de la
consciencia de unidad con vuestro “pueblo” y con vuestro “Planeta” lo que ha
desviado a la Humanidad de su meta original.
Consecuentemente, es
la remembranza de la Unidad con TODA la vida la que os liberará de la matriz de
la rueda tridimensional de vida y muerte.
Sin embargo, cuando
decimos “vosotros”, queremos decir vuestras expresiones personales y
planetarias del YO.
Ahora te
recordaremos TU expresión planetaria de tu YO. Tu expresión personal es el
vehículo terrenal, el cual es la envoltura para tu consciencia
multidimensional.
Este vehículo
terrenal está hecho de los elementos del Planeta. De aquí que esté
profundamente entrelazado con el Planeta. Al pensar que vuestra forma Humana
era más importante que vuestra forma planetaria, fue cuando vuestra senda hacia
la Ascensión dio un giro equivocado.
Pensaste que tomando
una forma Humana podrías ayudar a la Humanidad, pues los Humanos sois la
principal razón por la cual Gaia no ha completado su Ascensión.
Todas tus
expresiones multidimensionales se han dado cuenta de ese hecho.
Consecuentemente, enviaste tu Esencia no solamente a los elementales de un Ser
Humano, sino también a los elementos del Ser planetario de Gaia.
Consecuentemente, no
solamente estás EN el Planeta; también eres DEL Planeta. Tu vehículo terrenal
humanoide es de la misma tierra, del mismo aire, del mismo fuego y de la misma
agua que vuestro vehículo planetario terrenal. ¿Puedes dedicar un momento a permitirte
SENTIR cómo es SER realmente un componente del Planeta?
Tal como imaginas
que el suelo, las rocas, el agua, los territorios, las plantas, los animales,
son miembros del Planeta; igualmente lo eres TÚ.
Permite que el
concepto de SER un miembro real del Planeta reemplace a tu vieja imagen de
estar en el Planeta. Tú estabas EN el Planeta, pero no eras DEL Planeta.
Consecuentemente, podrías destruir al Planeta sin destruirte. Al menos eso era
lo que pensaba la Humanidad antes de que hubiera tantos de vosotros encarnados
al “mismo tiempo”.
Hay muchos Humanos
que actúan como si fueran niños que rompen su juguete y quieren que sus padres
les compren uno nuevo. Un niño no considera que es su responsabilidad cuidar
bien al juguete y guardarlo; de lo contrario no lo rompería.
¿Cuándo olvidaron
los Humanos que Gaia es un SER planetario vivo? Fue cuando la fuerza del poder
sobre otros los separó de su tribu y del territorio. Ya no necesitaban vivir
como tribu, sino que buscaban convertirse en individuos.
Sí, la búsqueda de
la individualidad fue una de las metas que os pusisteis cuando decidisteis
uniros a la evolución de la Tierra. Sin embargo, al buscar la individualidad,
rechazasteis la unidad.
Si Gaia no hubiera
elegido desarrollar los extremos de la polaridad, si Gaia no hubiera elegido
ser un Planeta de Libre Albedrío, los problemas que hoy encaráis no se habrían
presentado. Sin embargo, Gaia es un Ser excepcionalmente valiente y atrevido; y
quería ser un Planeta enormemente diverso, tal como es.
Puesto que en
vuestro sector del tiempo/espacio pocos planetas tienen el grado de diversidad
de la Tierra, Ella no era consciente de los desafíos que serían revelados por
su elección. Gaia no sabía que sus Seres se volverían unos contra otros; que en
los reinos vegetal y animal se alimentarían de otros seres y/o plantas, pero lo
hicieron para sobrevivir.
Por otra parte, los
Humanos aprendieron a “alimentarse” de otros al poder controlarlos. Parte del
problema fue que muchos seres renegados de otros planetas, sistemas solares e
incluso galaxias, quisieron experimentar esta realidad enormemente diversa. Algunos
de ellos habían evolucionado hasta estados superiores de consciencia, así que
sabían que toda la vida era UNA.
Sin embargo, cuando
algunos de los primeros visitantes llegaron a la Tierra, aún estaban en la
condición de poder-sobre-otros. Así como muchos de los primeros humanoides
evolucionados y los Seres Superiores permanecieron en la Tierra, igualmente
permanecieron algunos de los otros visitantes no-evolucionados y en condición
de poder-sobre-otros.
Durante muchos
milenios, estos dos grupos permanecieron distantes y no interactuaron.
Consecuentemente, no hubo guerras, pero puesto que permanecieron tan separados,
comenzó a crecer entre ellos la sospecha.
Incontables
generaciones después, comenzó la lucha.
Algunas
civilizaciones fueron literalmente “borradas de la faz de la Tierra”. Algunas,
como Lemuria, entraron en el núcleo de la Tierra.
Desafortunadamente,
grupos divergentes que habían elegido no mezclarse, tomaron decisiones
diferentes. Entonces, por estar tan separados, no aprendieron los unos de los
otros.
Puesto que lo
desconocido es la mayor Fuente de temor, mucho miedo comenzó a llenar los
pueblos, las auras, el agua y la tierra del Planeta de Gaia.
Gaia, que es una
madre amable y amorosa, trataba de encontrar una manera de que su gente pudiera
estar junta en Unidad de Consciencia. Ella quería que llegaran a la unidad,
porque Ella les ofrecía bellos océanos con abundante alimento, lluvia que
regaba sus cosechas y fuego que los mantenía calientes.
Pero los pueblos no
se unían por la alegría y el aprecio de su maravillosa vida. Cada grupo
individual podía hacerlo, pero los grupos permanecían separados entre sí. La
extrema separación de las tribus creó temor, enjuiciamiento, ira, guerra,
tristeza y dolor en las emociones y los pensamientos de los pueblos.
Estos pensamientos y
emociones entraron en los elementos del cuerpo Humano: Respiración, pulmones,
sinapsis neurológicas y fluidos corporales. Luego exhalaban estos
distorsionados elementos hacia los elementos del Planeta de Gaia.
Los territorios de
la Tierra de Gaia fueron contaminados y sobre-explotados. La sangre,
proveniente de las guerras humanas y la masacre de animales, se derramó en el
suelo para mezclarse con las lágrimas de pérdida y aflicción.
El aire de la
atmósfera de Gaia se llenó de emociones basadas en el temor; y el agua se tiñó
con el veneno del miedo y la ira. La única manera como Gaia podía liberar estas
toxinas era teniendo lo que los Humanos llamaron “tormentas”.
Los vientos de
tormenta limpiaban el aire, el agua limpiaba a las plantas, a los animales y a
los Humanos; y el fuego liberaba aquello que había llegado a su compleción.
También se movían grandes cuerpos de tierra, como un componente natural de los
cambios del paisaje de Gaia.
Estas respuestas
naturales de Gaia para limpiar Su Planeta fueron interpretados como “grandes
castigos” impuestos a los pueblos. Inclusive se ofrecían en sacrificio
vírgenes, para apaciguar al furioso Planeta. Pero Gaia no era un Planeta
enojado, solamente estaba tratando de limpiar el enredo que habían hecho sus
Humanos.
¿Acaso los Humanos
dijeron: “Gracias Gaia por limpiar nuestro enredo”? No, temblaron de miedo al
Planeta; y pensaron que era una “cosa” de la cual no formaban parte.
En cada era hubo
algunos Humanos que entendían que Gaia era un Ser vivo. La amaban, pero
frecuentemente le ofrecían sacrificios. Gaia no quería sacrificios, sino que un
poquito de gratitud hubiera estado bien.
Durante eones, la
misma historia se repitió una y otra vez. “¿Alguna vez evolucionará lo
suficiente la Humanidad para recordar que también es parte de mi cuerpo?”, se
preguntaba Gaia.
Entonces,
finalmente, ciertos Humanos comenzaron a despertar a sus propias expresiones
superiores del YO. Una vez que comenzaron a fusionarse con sus propias
frecuencias superiores de su YO, comenzaron a percibir a la Tierra de una
manera muy diferente.
Algunos, no fueron
muchos durante un larguísimo tiempo, comenzaron a recordar lo que sabían antes
de nacer en la pequeña y densa forma de un Humano tridimensional. Su memoria
les recordaba que eran mucho más que el pequeño vehículo que estaban usando. Luego
algunos de ellos se dieron cuenta de que si ellos tenían un “Alma”, entonces
toda la vida debía tener un Alma.
Por supuesto que el
concepto de que “toda la vida” tuviera un Alma, un Espíritu, una emanación
superior, no era una idea popular; y quienes la tenían frecuentemente eran
asesinados y/o torturados. Eón tras eón, los valientes Humanos despiertos
retornaban; y muchos de ellos murieron tratando de contarles a otros Humanos lo
que ellos habían aprendido.
Entonces comenzó una
Era Dorada en el tiempo/espacio de Gaia. El Mundo aún era muy hostil, pero
algunos más evolucionados y de dimensiones más altas pudieron tomar una forma
Humana con la intención de ayudar a Gaia. Finalmente había llegado el AHORA en
el cual Gaia podría obtener asistencia de los muchos Humanos que habían creado
semejante caos en Su Planeta.
Aún había muchos
Humanos perdidos en los viejos caminos del temor, la dominación, la guerra, la
desesperación, etcétera, etcétera. Sin embargo, había una nueva frecuencia de
Luz que estaba entrando en el cuerpo de Gaia y en los cuerpos de todas sus
plantas, animales; e incluso Humanos. Muchos Humanos temían a la Luz, o querían
usarla con intenciones egoístas. Otros Humanos trataban de ocultar a otros el
conocimiento de la Luz.
Pero hubo algunos
Humanos que comenzaron a recordar quiénes eran en las frecuencias superiores de
su consciencia. Al comienzo este recuerdo flotaba en su corazón como un cálido
rayo de Luz, o como una brillante sonrisa de un Ser Querido. El sentimiento era
único; y asustaba a muchos de ellos que le volvían la espalda con temor y
sospecha.
Otros, los mismos
que habían tomado cuerpos una y otra vez a lo largo de muchas eras,
reconocieron esta Luz. Al comienzo, ellos no podían “poner el dedo” en lo que
les recordaba, pero se sentía tan bien, que aceptaron la Luz. Cuanto más Luz
aceptaban, se sentían cada vez mejor; y cuanto mejor se sentían, más Luz podían
aceptar.
Gradualmente,
precisamente a medida que se habían permitido ser parte del Planeta, también se
convirtieron en una parte de la Luz. ¡¡Oh!! Se sentían tan bien siendo parte de
la Luz, que cada vez se unificaron más con la Luz. Luego comenzó a ocurrir una
cosa interesante: Quienes habían aceptado la Luz y se habían unificado con
ella, comenzaron a aceptarse y unificarse unos con otros.
Personas de toda la
Tierra, de diferentes áreas, religiones, culturas, géneros, edades, intereses,
comenzaron a comunicarse entre sí. Comenzaron a aceptarse mutuamente
exactamente por quienes eran.
Después de todo, la
Luz los había aceptado incondicionalmente. Y puesto que ellos se habían
convertido en Luz y la Luz se había convertido en ellos, se podían aceptar.
Aún más maravilloso,
comenzaron a aceptar abiertamente a otros. Al comienzo solamente aceptaban a
quienes también habían aceptado la Luz, luego, gradualmente, la Luz los
transmutó de tal manera que no podían ver que las personas fueran diferentes;
solamente podían percibir que las personas eran iguales.
Cuando miraban el
rostro de otro a través de su propia Luz, la Luz parecía unificarlos de alguna
manera extraña. Aún cuando ellos no sabían cómo la Luz había causado esta
profunda aceptación y la resultante unidad, se sentía muy glorioso, sumamente
seguro; y sumamente parecido a lo que llamaban “Hogar”.
Luego cada vez más
personas comenzaron a pensar en un lugar llamado Hogar. ¿Dónde estaba ese
lugar? ¿Estaba lejos, muy lejos en otro Mundo? “NO”, decía la Luz interna
cuando hacían la pregunta. “YO SOY tu Hogar. YO SOY TÚ y YO SOY Gaia”. Siempre
estuvisteis en el hogar, pero no teníais la Luz para creerlo.
“YO SOY todos
vosotros en el UNO del AHORA”, susurraba la Luz en los corazones y mentes de
los Humanos. El susurro era muy suave y solamente podía ser oído cuando los
Humanos se enfocaban en su propia Luz interna. Pero cuando lo hacían, cuando se
enfocaban en su propia Luz interna, recordaban.
Recordaban el
“pensamiento” de unidad con toda la vida. Recordaban la “emoción” de amar a
toda la vida. Luego, uno por uno, luego dos por dos, luego de a cuatro, luego
de a ocho…
Un recuerdo comenzó
a inundar los cuerpos de los Humanos y el cuerpo de Gaia. Este recuerdo les
decía:
“YO SOY el Hogar en
el AHORA… Y así es cada UNO”.
LOS ARTURIANOS
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