A decir verdad, y siendo honestos, si definimos la palabra enemigo
diríamos que es alguien que no es tu amigo o tu compañero, es decir, alguien en
quien no puedes confiar, compartir lo que te gusta y que te puede hacer la vida
no grata, difícil y hasta conflictiva, así que cualquier persona a nuestro
alrededor podría ser nuestro enemigo, lo cual no suena tan lindo, sobre todo
cuando se trata de personas con las que convivimos diariamente o resultan ser
parte de nuestra familia.
Si en verdad estás dispuesto a transformar a tu enemigo, el primer paso sería empezar a
ver que realmente, cuando hay guerra, es que hay dos que participan. No puede
haber una guerra sin oponente, así que si tienes enemigos es que de alguna
forma tu también has aceptado y admitido jugar este juego. Muchas veces
pensamos que el otro es el “malo”, el incomprensible, el grosero, etc. Pero
cada vez que admitimos que el otro es el que “nos hace”, por otro lado estamos
admitiendo que …¡somos víctimas del otro! Y entre más
juguemos el papel de víctima, mas alimentamos a nuestros enemigos. Así que
tendríamos que empezar a observar cuanto poder le hemos dado a nuestro enemigo
admitiendo que el tiene el poder sobre nosotros.
Nosotros somos responsables de nuestras alegrías, tristezas,
enojos, miedos, etc. En realidad, las otras personas no pueden hacernos sentir
ni mal ni bien: uno ya se siente mal, inseguro, intolerante, etc., y entonces
lo único que puede hacer el otro es movernos nuestras inseguridades o nuestra
falta de amor o aprecio por lo que somos.
Un enemigo tiene poder en nosotros sólo cuando lo
consideramos responsable de nuestra alegría o de nuestra paz. Si tú admites que
el otro es responsable de tu alergia y tu paz, y que puede quitarte esto con
una mirada, una palabra o una acción, entonces tu mismo le das fuerza.
Así que lo primero que debes entender es que tu felicidad
y paz dependen de ti, de cuanto te conozcas y
hayas aprendido a quererte, respetarte, amarte, etc.
5 pasos para desarmar poco a poco a tu enemigo
- No contestes la agresión: si cada vez que alguien te hace un agravio, te ve o te contesta “mal”, etc., tu contestas, entonces lo único que provocas es alimentar el juego.
Si en un juego de futbol tu no respondes la “pelota”, el juego no
tiene sentido y el otro tendrá que dejar de jugar. Así pues, no
respondas. No creas que por esto el otro pensara que eres débil o que “te
dejas”. A decir verdad, nos tiene que dejar de importar lo que el otro piense,
lo que importa es lo que tu deseas lograr en tu vida, y si quieres una vida más
en paz y grandiosa, tendrás que dejar de jugar juegos pobres que no tienen
sentido y no te llevan a ninguna parte.
- Si te sientes muy enfadado por lo que alguien te hace, dice o piensa de ti, se vale enojarte.
Es importante que no evadas lo que sientes y que reconozcas tus emociones mas sinceras. Así que, aunque no le contestes, permítete sentir ira o furia, si
guardas estos sentimientos o los niegas o controlas o finges que “no te
importa” o “No vale la pena”, no estarás retroalimentándote y llegara un
momento en que se llene el vaso de tu paciencia y te desesperes o saques de
quicio con alguna leve provocación. Desahoga estos sentimientos en tu cuarto o
en algún lado donde puedas expresarte a solas.
- Aprende a dirigir tu atención a las cosas que si quieres, recordando que nadie realmente puede hacerte feliz sino tu mismo, y que si no te empeñas en poner atención a lo que te hace feliz y a tener fuerte voluntad por manifestar tus sueños, entonces siempre habrá quien te mueva el tapete con juegos pobres y tengas que invertir tu energía en crear problemas sin sentido.
- Una de las formas más eficaces para romper el juego del “enemigo” es que lo veas como alguien que te quiere enseñar algo de ti en lugar de verlo como alguien que te trata mal.
Si cuando te hace o dice algo, tu te observas a ti mismo, entonces
podrás reconocer si lo que dice es cierto o no, y a partir de ahí aprender a
observarte. Por ejemplo, si te dice tu oponente que eres un “imbécil”, entonces
obsérvate y ve si en verdad eres lo que se te dice.
Si sientes que has cometido un error o que
actuaste de forma impulsiva o agresiva, entonces quizá puedas poco a poco ir
teniendo la humildad de reconocer tu actitud y de cambiarla. Y quizá
entonces puedas decirle a tu enemigo “Gracias por mostrarme esto de mi”. Y
entonces, dejaras a tu oponente desarmado y sin más, incluso podrás apenarlo un
poco si es que te ha dicho esto como un agravio.
Por otro lado, si vez que tu oponente no tiene razón en lo que
dice, entonces no tienes porque enfadarte, pues solo nos puede enfadar lo que
consideramos una verdad en nosotros.
- Trata de darle a tu oponente lo que más quieras que te den a ti.
Si quieres que el sea amable, lindo o que te
respete, trata de hacerlo tú mismo para con él o ella. Veras cuán difícil es
dar algo cuando no lo sentimos. ¿Y sabes por qué no lo sientes? Porque tendrás
que empezarlo a dar a ti mismo primero, porque si ya lo tuvieras no lo tendrías
que ir a pedir a tu oponente.
No generes altas expectativas con las personas, recuerda que cada quien hace lo que puede, si te estas
relacionando con alguien que te agrede es porque quiza tambien tu necesitas
desarrollar mas amor, compasión y comprensión por los emás.
Sigue estos 5 pasos y veras que poco a poco, a
medida que tu te transformas y aprendes de tu enemigo, este simplemente o,
desaparece de tu vida, o se vuelve una persona más afable.
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