martes, 21 de abril de 2015

ENTENDIENDO EL MUNDO ESPIRITUAL

Describir el mundo espiritual en todo su detalle a alguien encarnado que no puede en ese estado apreciarlo en toda su extensión es algo muy difícil.

Es como intentar explicar lo que es el color a un ciego de nacimiento.

 Lo primero, he de decirte que el mundo espiritual no es un lugar difuso o vacío donde no existen formas y donde los espíritus vagan ociosos sin saber adónde ir.

Es un mundo real, palpable, que ha existido y existirá siempre, y que es el auténtico hogar del espíritu, ya que, a diferencia de los mundos físicos, que tienen un principio y un final, nunca puede ser destruido.

Ya si es tan real ¿por qué no podemos verlo?
El hecho de que no sea visible  no significa que no exista.

Cuando estamos  encarnados, nuestras percepciones están limitadas a lo que son capaces de captar nuestros sentidos físicos.  
Por ejemplo, definimos la luz como un conjunto de ondas que vibran en diferentes frecuencias. El espectro de luz visible que podemos ver está limitado a los siete colores del arco iris, aumentando desde el rojo hasta el violeta la frecuencia vibratoria de la luz. Sin embargo, existe luz por encima y por debajo de esa gama de frecuencias que  no podemos ver, pero que igualmente existe y que han sido posible de detectar mediante aparatos. Por encima de la frecuencia del color violeta, está la luz ultravioleta, los rayos X y los rayos gamma. Por debajo de la frecuencia del rojo, están los rayos infrarrojos, las microondas y las ondas de radio y televisión.

Algo semejante ocurre con la percepción respecto al mundo espiritual. Siguiendo con la analogía de las ondas luminosas, podría decirse que el mundo espiritual se mueve en un rango de frecuencias que vuestros sentidos no pueden captar, y que dentro de ese rango existen frecuencias de mayor y de menor vibración.

La naturaleza de este mundo es complicado de explicar pero a través de  algunas pistas se pueda entender, por  la Física Cuántica, sabéis que la materia no es más que una forma de energía condensada, que los átomos se pueden descomponer en partículas más simples y que de esta descomposición una parte de la materia se transforma en luz.

Por lo tanto, aunque la luz y la materia tienen propiedades tan distintas, hasta el punto de que parecen cosas independientes, la diferencia entre la luz y la materia no es su esencia, sino su estructura y grado de condensación.

Si te cuesta de entender, imaginad lo que ocurre con el agua, que muestra propiedades tan diferentes en estado sólido (hielo), líquido y gaseoso (vapor), aunque su composición sigue siendo siempre la misma, sólo porque varía la movilidad o estado vibracional de sus moléculas.
Estas están más estáticas en el hielo, menos en el agua líquida y todavía menos en el vapor.

Si tomamos este ejemplo como modelo, podemos decir que el universo físico es la forma más condensada que existe de la esencia vital, y en ese estado manifiesta una serie de propiedades y sigue una serie de leyes que la Física intenta conocer.
Pero existen niveles de condensación intermedios entre el universo puramente espiritual y el universo físico, que se pueden agrupar, desde el más sutil hasta el más denso, en espiritual, mental, astral (o energético) y material (o físico), cada uno de ellos con unas propiedades y leyes particulares. Estos mundos no están separados unos de otros, sino que están perfectamente interrelacionados, de modo que no pueden existir las formas más condensadas al margen de las más sutiles.



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