« Los suicidas que esperando locamente escapar de la vida con asombro
descubren que se hallan aún vivos a nivel sutil, y tienen suficiente sufrimiento en reserva
para ellos proveniente de esa misma vida. Su castigo está en la intensidad de
esta última [la reserva de sufrimiento que siguen experimentando en el Más
allá]. » Kuthumi.
O sea que el suicida que cree que va a liberarse de su tortura
quitándose la vida, descubre con estupefacción y horror que sólo aniquiló su
envoltura física, pero que sigue “vivo”, y sigue consciente del sufrimiento que
lo impulsó a suicidarse.
Para colmo esa tortura la va a vivir más intensamente porque el
cuerpo físico es como una esponja que absorbía mucho del sufrimiento. (Es por
eso que la gente que tiene grandes penas o enojos termina seguido con algún
órgano dañado, porque la mayoría de esa vibración negativa la absorbe el
cuerpo). Por lo tanto sin el cuerpo físico que atenué su sufrimiento, el
suicida va a sufrir mucho más intensamente, quedando esclavizado de su tormento
hasta que termine lo que habría sido la duración natural de su vida.
Luego, cuando por fin llegue la hora de la liberación y comience
su estado de gestación, esa tortura mental le habrá hecho perder gran parte del
recuerdo de lo que experimentó en la Tierra mientras que estuvo activo en el
plano físico.
No teniendo el suicida gran cosa que llevar a su cielo, su
estancia es efímera y rápidamente vuelven a reencarnar.
Para colmo, en su nueva vida tendrá que volver a pasar una prueba
parecida a la que tuvo en su reencarnación anterior ya que no la superó.
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