La Tierra está pasando por periodos muy difíciles, cargando de
aflicciones los corazones humanos, pero recordemos el
sabio dicho popular: “La hora más oscura de la noche es aquella que antecede
al amanecer”.
Estamos en
esa hora oscura de la noche planetaria, pero si tenemos fe y confiamos
en la justicia y bondad del Padre Celestial, podemos comenzar a entrever las claridades de la aurora... Aurora
de un nuevo día para nuestra humanidad.
La Tierra
está para cambiar de grado; dejara de ser un mundo de expiación para ser de
regeneración. ¿Pero cómo, si los que mandan, dominan, gobiernan, son en su
inmensa mayoría ambiciosos, corruptos, orgullosos e insensibles al sufrimiento
del prójimo?
Los malos,
ambiciosos y anti fraternos, así como todos esos que hacen de nuestro planeta
un verdadero infierno, serán expulsados para mundos inferiores, primitivos.
Esa
expulsión deberá ocurrir en el plano espiritual, después que esos opresores
vayan muriendo, llegada la hora de cada uno. Y con la Tierra libre, en fin, de
esa carga perniciosa, será posible iniciarse la construcción de la nueva
civilización, una nueva era para la humanidad.
Por eso,
en los momentos de aflicción y da falta de esperanza, cuando vemos la
violencia y la injusticia alcanzado a tanta gente inocente, es bueno pensar que
todo esto comenzara a cambiar. Sera un cambio lento pero continuado, con lo
cual todos podremos colaborar, haciendo nuestra parte.
Recordemos
las palabras de Jesús, cuando dijo que los malos serán expulsados para las
tinieblas exteriores, en cuanto los buenos heredaran la tierra. Pero, para
heredar la tierra de la nueva civilización, tendremos que trabajar para
merecerla y ese trabajo comienza por nuestra reforma interior, por el despertar
de las cualidades divinas que duermen en el interior de nuestra alma.
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