Si alguien ya cree en un Ser Supremo Creador omnipotente, diría que al ser omnipotente, el Creador Supremo puede hacer lo que a Ello le plazca?
Culturalmente tú asocias “Ello” con algo en cierto modo inferior a Él o Ella. El Creador Supremo no tiene género. Está muy, muy lejos de tales insignificancias. Es ambos, ninguno y mucho más allá de un género. Entonces hasta que exista una mejor palabra que signifique “Él, Ella, Ello y cualquier otro género que pueda existir en toda la creación, todos estos y ninguno de ellos”, seguiré usando el pronombre neutro “Ello”. Esto es más bien lo opuesto a ser despectivo. ¿qué hay respecto a denominarlo “Dios”? ¿no implica eso una perspectiva religiosa? ¿No deberíamos tal vez llamarlo “Fuente” o... algo menos limitante?
Cualquier nombre o identificación que quieras usar nunca será suficiente. Poner nombre a algo es, por naturaleza, reduccionista. Excluye todo lo que no es eso. No hay denominación que pueda describir a Dios porque Dios es todo e incluso más. Dios está más allá de cualquier comprensión y descripción completa. Entonces ¿deberíamos elegir quedarnos en silencio total respecto a Dios, porque cualquier cosa que puedas decir es una reducción de la verdad? ¿Evitar nombres, descripciones e intentos de comprender? Eso sería absurdo. Ciertamente deberíamos por lo menos tratar de concebir a Dios con los medios que tenemos. Empezar y seguir mejorando nuestra comprensión, a medida que nuestra capacidad de hacerlo también se acreciente. Y dado que en vuestro planeta Tierra usan el lenguaje para comunicarse y desarrollar vuestros pensamientos, debemos hallar alguna palabra para Dios. Si descartamos todas las palabras no podremos hablar de Ello. Y si inventamos un término descriptivo es aún peor, porque es más restrictivo.
Si tu forma de concebir a Dios es que Ello está separado de nosotros, aquí te estoy diciendo cuál es mi percepción de Dios, y es que Ello es UNO con nosotros y con Todo Lo Que Es. Así es que usaré el nombre “Dios” y con el tiempo vas a llegar a entender lo que significa para mí ese nombre. Si ustedes prefieren otro nombre, humildemente los dejo en libertad respecto a esto.
Sí Dios es omnipotente, entonces puede hacer lo que quiera y crear lo que sea Su voluntad, ¿correcto? Por tanto, si ese Ser quisiera experimentar el mundo desde tu perspectiva, podría. De hecho, Ello podría, si quisiera, experimentar el mundo desde la perspectiva de cada ser viviente al mismo tiempo, ¿o no?
Entonces la única pregunta sería si Dios desearía esto. ¿Desearía Dios ver las cosas exactamente como tú las ves (y como todos los demás), o desearía ver la Creación desde “arriba” o desde una posición “separada”? Responderé esa pregunta de esta manera: ¿Cuál es la perspectiva más amorosa que Dios puede asumir? ¿Cuál sería la forma que le daría a Dios el mayor amor y compasión por ti? Claramente, para que Dios realmente te entienda, necesita estar dispuesto a experimentar la vida como si fuera tú. De otro modo estaría fuera de ti, miraría todas tus pequeñas flaquezas y errores, y sólo te vería con defectos y quebrantado. Pero si Dios experimenta el mundo a través de ti, como si fuera tú, ciertamente sólo podrá tener amor y compasión por ti.
Entonces, te propongo que elijas: ¿Crees que Dios es amoroso o no? Yo afirmaría enfáticamente que Dios es amor. Y también planteo una simple verdad: que la elección más amorosa para Dios es no verse a Sí mismo separado de ti. Pero si Dios decide ver las cosas a través de tus ojos, y aún así continúa sabiendo que es Dios, esa no sería tu perspectiva, que es exactamente la forma en que tú ves. Lo que digo es que para Dios la cosa más amorosa es tener precisamente tu misma perspectiva. Por tanto, Dios experimenta el mundo a través tuyo, como si fuera tú! Aunque tú no sepas de Su existencia o no creas en Dios, o lo que sea. Aun así, Dios está en ti. Y en cada posible manera distinta de ver. Así es que Dios no se involucra únicamente en ciertas condiciones piadosas o “divinas”, en individuos que se “portan bien”. No. Se trata de amor incondicional. Y yo estoy declarando que Dios es amor incondicional.
Dios es omnipresente y omnisciente.
Omnipresente significa presente en todo lugar. No existe sitio alguno donde Dios no esté. Incluyendo, obviamente, donde tú estás. Ahora, si amplías tu concepto de localización comprenderás que no estás solo geográficamente en tu sitio actual, también estás espiritualmente en esa posición. Espiritualmente, estás donde estás como resultado de las creencias e ideas que tienes sobre ti mismo, la vida y Dios. Bueno, Dios es omnipresente. Eso significa que Dios también está en esa exacta ubicación contigo y en todas partes, en cada posible lugar, con cada ser y con cada cosa en Todo Lo Que Es.
Y omnisciente significa que “lo sabe todo”.
A fin de saber verdaderamente cómo es ser alguien, en realidad tienes que ser ese alguien. De otro modo, tú sólo sabes algo sobre ese ser. Y es lo mismo con Dios. Si Dios es genuinamente omnisciente, entonces no puede sólo conocer sobre ti. Si Dios te observara desde fuera, nunca va a saber realmente cómo es ser tú. En cambio, Dios hace esto: Dios es tú.
¿Crees que es una postura ridículamente egotista sentirse ser Dios? Piensas que Dios es tan grande y no puedes ser como El? No puede ser egotista declarar algo en relación a ti, si además lo estás afirmando para cualquier otra persona. De hecho, yo estoy diciendo esto mismo para cada animal, planta, insecto, piedra, molécula, átomo... ¿entiendes?
Desde esta perspectiva, digo que eres tan grande como el universo, y a la vez, tan grande como una ameba. ¿Suena eso a egotismo? Esta postura no te hace más grande ni más pequeño que cualquier otro ser en Todo Lo Que Es. Pero sí hace a Dios mucho más grande.
Obviamente un Dios de infinitas perspectivas, que está en todas partes, sabe todo y tiene infinito poder y habilidad, es más grande que un Dios que sólo admite ciertas formas de ver, y sólo puede vivir fuera de ti hasta que tú hagas ciertas cosas “buenas y santas”.
Entonces, te planteo un interrogante. Si Dios es omnipotente y si Dios es amor, parecería que Dios debe ser uno contigo. Y si Dios es omnisciente, entonces debe ser uno contigo. Y si Dios es omnipresente, Dios debe ser uno contigo.
Ahora, la elección es tuya. ¿Quieres abandonar tu creencia en estos atributos de Dios? ¿Prefieres creer que Dios es menos que estas cosas? ¿Quieres decir que Dios no es omnipotente, no es amor, no es omnisciente y no es omnipresente? ¿O deseas aceptar la inevitable verdad de que Dios es uno con todo... y con todos, por supuesto?
También hay otros argumentos. Siempre hay otros planteamientos, porque siempre hay espacio para dudar o crear otra forma de ver. Es tu libre albedrío en acción. Y si esa es la dirección en la que tu corazón te está llevando, entonces, por supuesto debes seguir tu propia verdad. Yo no estoy aquí para decirte cuál debe ser tu verdad. Estoy aquí para decirte cuál es mi verdad. Yo ya expuse mi argumento y lo avalé. Ya puedes decidir.
Dios es tú, experimentando tu vida exactamente como tú la experimentas, o la experiencia que tiene Dios de tu vida es distinta de la tuya. No puede ser de ambas formas. No importa lo pequeña que pueda ser la diferencia, cualquier tipo de separación rompería las reglas de la omnisciencia y la omnipresencia.
Puedes estar pensando: “¿por qué Dios está haciendo esto? Parece algo terriblemente elaborado... crear todo este universo y llenarlo con quién sabe cuántos trillones de partículas de Ti mismo, ninguna de las cuales sabe que es Tú. ¿Para qué todo ese esfuerzo? ¿Para qué es todo esto?”
Dios está dedicado a un interminable proceso de autocreación y autodescubrimiento.
“¿Cómo sería si yo fuera así?” es la pregunta que crea a un nuevo ser... o todo un nuevo universo. El viaje hacia el olvido, que ocurre aquí en esta realidad, es uno de los posibles medios de autodescubrimiento.
“¿Cómo sería si yo no supiera quién o qué soy realmente?” conduce a un número ilimitado de realidades. Ésta es una de ellas. La realidad es la pregunta. Tú y cada uno de ustedes son una posible respuesta.
“Yo soy lo que le sucede a Dios bajo estas condiciones” es la respuesta a lo que te preocupa.
Si quieres descubrir a Dios, el mejor lugar donde empezar es descubriéndote a ti mismo.
Podrás preguntarte: ¿no habrá personas que catalogarán eso como una blasfemia?
Seguramente! Pero visto así, hay algunos que encontrarán que incluso este texto es una blasfemia. Mira suficientemente bien y vas a hallar a alguien que dice que hasta ser feliz lo es. Entonces, no me puedo preocupar de lo que otros elegirán pensar o creer. A mí me parece que el concepto de blasfemia no tiene sentido. Es ridículo pensar que eres capaz de ofender a Dios o herir Sus sentimientos. Sin embargo, tú efectivamente puedes tener creencias y opiniones que te dañen a ti. Por ejemplo, tener pensamientos de odio respecto a Dios, te van a provocar eso. Pero, con el tiempo y una pequeña guía amorosa, todos los seres van a terminar decidiendo que no se quieren herir a sí mismos y lo dejarán de hacer, eligiendo en cambio algo más constructivo. Algo que les traiga paz, amor y gozo. Y amar a Dios ciertamente hace eso. Dios sabe esto. Dios te ve como eres de verdad. Tú no puedes hacer o decir una pequeña cosa momentánea que pudiera ofender a Dios. En realidad es totalmente imposible porque Dios al ser infinito, es literalmente más grande que eso.
Entonces, ¿qué es la blasfemia? La noción de blasfemia es una ficción usada por algunos para controlar a otros a través del miedo. Data de tiempos antiquísimos, cuando los chamanes y hechiceros le decían a la tribu que debía comportarse de determinada forma o en caso contrario, los dioses estarían disconformes y por tanto tendrían una mala cosecha... o algo parecido. Es exactamente lo mismo que las autoridades religiosas hacen con ustedes en vuestra sociedad, al exigirles que piensen, crean y actúen de determinada manera y sólo digan ciertas cosas que ellos aprueban. Si alguien se sale de los límites que ellos dispusieron, le dirán que va a disgustar a Dios, quien hará su vida difícil o incluso lo puede castigar con la peste y se va a morir. Y por supuesto hará que permanezca en tormento y agonía por toda la eternidad. Es la misma historia de manipulación y control que se repite.
La única diferencia es que las religiones más nuevas son tal vez un poco más crueles y violentas en los supuestos castigos para quienes no obedecen sus requerimientos.
Pero no importa. Todo es igualmente erróneo. Dios no crea reglas restrictivas que has de seguir. En vez de eso, Dios te da libre albedrío. Dios no es un niño malhumorado que hace una pataleta cuando aceptas la oferta del libre albedrío. No es un sádico vengativo y cruel que te hiera porque cometes errores de juicio, que son muy humanos y normales; tú te hieres a ti mismo debido a estos errores. Pero finalmente y de manera absolutamente garantizada, vas a aprender de ellos y con el tiempo tomarás mejores decisiones. Entonces, ¿qué sentido tendría castigarte? El castigo no te enseña nada. Dejar que tú obtengas exactamente lo que has creado es lo que te enseña. Dios evidentemente no es poco observador, ignorante o falto de inteligencia. Dios no va a hacer algo que no funciona.
Toda la idea de blasfemia y castigo divino no tiene valor alguno y además se contradice directamente con lo que Dios es y con el modo en que se comportaría. Dios es uno contigo y está más allá de odiarSe o castigarSe a Sí mismo.
Te recordaré uno de mis viejos dichos favoritos: ¿no se dice que estás hecho a la imagen de Dios? ¿No es eso otra forma de decir, “Si quieres ver una imagen de Dios... mírate a ti mismo.”?
Yo no estoy hablando sólo de tu cuerpo físico, me refiero a aquello que tú eres realmente. Tu esencia más auténtica y profunda. Y si esto es así, quiere decir que dedicarse a comprender a fondo y genuinamente dicha esencia es esforzarse en conocer a Dios.
Todos somos Dios. Es decir, todo lo que es. Puedes empezar a descubrir a Dios mirando a otra persona, a la naturaleza o a algo a tu alrededor. Puedes intentarlo. Y te va a funcionar en la medida en que observar lo que te rodea te sirva para comprenderte mejor a ti mismo. Verás, no puedes entender algo en otro si no lo has visto primero en ti, sólo te va a confundir.
Entonces, el autodescubrimiento es la clave. Y el amor a sí mismo es la puerta. Y la auto-aceptación es cómo pasas a través de esa puerta. Este es el viaje para el cual fuiste creado. Digamos, Dios no sólo está mirando el mundo a través de tus ojos sino que está mirando hacia dentro desde tu perspectiva, Dios se está viendo a Sí mismo. Y así ocurre que le regalas a Dios una nueva visión de Sí mismo, cada vez que descubres algo más sobre ti.
Sí! Somos Dios descubriéndose a Sí mismo.
Estamos todos juntos involucrados en esa misma gran tarea. Incluso los aspectos de Dios que están haciendo las que parecen ser las peores cosas, las más oscuras. Ellos también están creando una oportunidad de autodescubrimiento. Lo hacen directamente a través de sus experiencias, a medida que crecen y se descubren a sí mismos, y también indirectamente al ofrecer a quienes se orientan hacia la luz la posibilidad de definirse y descubrirse a sí mismos en oposición a la oscuridad. Si no hubiera un enemigo grande y poderoso, nunca tendrías la ocasión de apreciar que eres valiente, que te mantienes de pie y haces lo correcto a pesar de las adversidades. Si nadie hiciera las cosas equivocadamente, ¿cómo podrías decidir hacer lo correcto? Etcétera. Los siniestros son tan valiosos para el proceso global como los luminosos. Y si estás en el lado oscuro del juego, el gozo que vas a experimentar al cambiar de rumbo y volver a la luz, es sublime.
Claramente, no hay tal cosa como los “siniestros” o los “luminosos”. No realmente. Todos ustedes contienen esos dos tipos de estados dentro de sí. Todos ustedes han hecho a lo largo de su historia de encarnaciones e incluso durante esta vida, cosas muy opuestas al amor y han estado en el lado “oscuro”. Y todos, no importa cuán “oscuros” hayan sido, en algún punto se dirigirán en sentido contrario y retornarán a La Luz.
Si no en esta vida, en el futuro. Yo te lo digo, todo es uno. Y todos estamos enfrascados, cada uno a su manera, en el proceso de descubrir quién somos en realidad. Al hacerlo, estamos en un proceso de constante creación. Y este es nuestro servicio a Dios.