Amados, amigos:
¡Estoy muy feliz de encontrarme con vosotros! Sé quiénes sois y sois muy amados por mí. Mi viaje es vuestro viaje y conozco vuestros pesares y dolores desde dentro. Por eso me gustaría compartir algunas de mis perspicacias sobre este largo viaje en el que vosotros, como almas, os habéis embarcado.
Me gustaría llevaros al comienzo de este viaje, el camino de regreso al principio cuando nacisteis como almas en una realidad que os era nueva y desconocida. Me gustaría llevaros al momento mismo en que comenzasteis vuestro viaje a través del tiempo y el espacio, a través de la realidad material. Este evento se encuentra muy lejos en el pasado, pero las emociones que lo acompañan, el dolor de ser separados de vuestro Hogar, todavía están muy presentes en todos vosotros. Ese dolor del parto cósmico, como yo lo llamo, se encuentra detrás de muchos de vuestras emociones y comportamientos cotidianos.
Muchos de vosotros os enfrentáis constantemente a una inquietud o malestar interno, la molesta sensación de que estáis “buscando algo”. Hay una tensión interna que proviene de no estar completamente en paz con vosotros mismos. No os sentís cómodos ni en casa con vuestro propio ser, con vuestra propia esencia.
A partir de esa tensión básica, surge la tendencia de buscar validación externa en forma de reconocimiento por parte de los demás, como son las posesiones materiales o cualquier cosa que os haga sentir que sois amados y cuidados. Constantemente necesitáis algo ajeno a vosotros para tranquilizaros, algo que alivie la tensión y os diga que “estáis bien”. Observad cuántas veces anheláis esa validación y así sabréis cuán tensos estáis realmente, cuánto dolor hay dentro de vosotros.
Por eso, me gustaría hablar sobre el origen de ese dolor y la consiguiente adicción a la validación externa.
La causa real es como el centro de una cebolla que tiene muchas capas a su alrededor. Las capas exteriores están formadas por ciertos eventos en vuestra vida que os han hecho sentir heridos, inquietos, fuera de lugar con vosotros mismos. En las capas más profundas, más cerca del núcleo de la cebolla, hay eventos de otras vidas que han sido emocionalmente traumáticos. Aún así, desde la perspectiva que estoy tomando ahora, estos son solo puntos de activación. Si peláis todas las capas y llegáis al núcleo, descubriréis un dolor original, una nostalgia esencial que está relacionada con el mismo inicio de vuestro viaje.
Imaginaos como parte de un océano de amor, sintiéndoos seguros y completamente libres de preocupaciones y ansiedades. Imaginaos siendo abrazados por esa Conciencia Amorosa Omnipresente y sin que hayáis conocido nada más al margen de ella. Esa es la energía de vuestro Hogar, la energía de la que nacisteis. Para entender los tonos emocionales de ese estado antiguo, pensad en la conciencia que tenéis cuando os sumergís en el sueño, cuando vuestra mente libera el control y vuestra conciencia es muy receptiva. También conocéis este estado en la vida terrenal cuando sois embriones en el útero materno. Cuando la conciencia está en ese letargo suave y bienaventurado, no hay una distinción clara entre lo interno y lo externo, no hay sentido del “yo” frente al “tú”. En el estado de conciencia embrionario y soñador, hay una sensación infinita de unidad y seguridad.
En aquellos tiempos antiguos, vosotros como almas os sentíais seguros y sin límites dentro de un inmenso útero cósmico. Sin embargo, en determinado momento, algo cambió. Experimentasteis una especie de separación. Fue como si las contracciones del parto se propagaran a través de vuestra conciencia oceánica y os despertaran de vuestro sueño. Aquel fue el comienzo de vuestro nacimiento como almas individuales. Fue cuando os liberasteis de la Unidad Omnipresente que os envolvía y experimentasteis por primera vez vuestra individualidad. Hubo un sentido rudimentario del “yo” que se inició en aquel mismo momento.
La experiencia de ser desgarrados, de ser separados del útero cósmico, os dejó desconcertados y desorientados. No estabais en un estado de conocimiento cuando eso sucedió; estabais puramente en un estado de experiencia. Comenzasteis a buscar a ciegas algo a lo que aferraros, una forma de regresar a la seguridad que conocíais. Os sentisteis perdidos. Os sentisteis excluidos. Fue un momento de oscuridad.
No obstante, el momento en que os separasteis de la Fuente Primordial y abandonasteis vuestro Hogar, fue al mismo tiempo un momento de inmensa creatividad. Fue el comienzo de un gran viaje de experiencia, de vida. Imaginaos un espacio vacío y oscuro, extraño, vasto y sin nombre, extendiéndose ante vosotros. Entrasteis en ese espacio como pequeñas plántulas. Era un espacio lleno de potencialidad, lleno de probables experiencias que aún eran desconocidas. Había oscuridad, pero también había espacio para algo nuevo.
Muchas de las emociones con las que tuvisteis que lidiar al comienzo de vuestro viaje cósmico son comparables a las emociones de un niño perdido del que hablé la última vez. Son las emociones de un recién nacido que tiene que acostumbrarse a una realidad extraña y desconocida que es completamente diferente al estado de sopor semiconsciente en el que estaba antes. La imagen del niño perdido, llorando y desconcertado, pone de manifiesto las heridas internas con las que emprendisteis vuestro viaje.
Durante este viaje, habéis experimentado mucho. Habéis asumido muchas formas, habitado diferentes cuerpos y, eventualmente, habéis llegado aquí, al planeta Tierra. La Tierra es un lugar de gran creatividad y muchas posibilidades. Sin embargo y a pesar de las posibilidades disponibles para vosotros y la riqueza y profundidad de vuestra experiencia, seguís sintiéndoos sin hogar. Hay una sensación de carencia en lo más profundo, como si faltara algo que no sabéis qué es, pero que es esencial para sentiros bien. Y lo que falta es el sentido básico de amor y seguridad emocional que una vez conocisteis en el Útero Cósmico. Esa sensación incondicional de pertenencia y seguridad es esencial para vuestro bienestar, para vuestra expresión y vuestra autoestima, y habéis estado buscándola desde que dejasteis vuestro Hogar. Habéis estado tratando de sanar vuestro dolor del parto cósmico durante muchísimo tiempo.
Lo que me gustaría preguntaros ahora es si podéis reconocer en lo más profundo de vosotros la herida original que se creó al dejar vuestro Hogar. ¿Podéis encontrar en vuestra propia psique ese sentimiento de separación de un Todo Original? Es un estado de integridad o unidad que no puede ser concebido por la mente, pero en vuestro corazón podéis recordar que formabais parte de ello.
Al dirigir vuestra atención al dolor original del nacimiento, al tomar conciencia de las profundas sensaciones que os evocó, la soledad y la nostalgia que habéis sentido hasta este momento, podéis comenzar el proceso de sanación. Podéis empezar a sanaros a vosotros mismos en el nivel más profundo posible, llegando al núcleo de vuestro dolor.
Quienes estáis leyendo o escuchando estas palabras, estáis creciendo hacia un nuevo nivel de conciencia. Estáis buscando establecer una base interna de seguridad y amor incondicional para vosotros mismos. Estáis recreando los tonos emocionales del Útero Cósmico por y para vosotros mismos. Esa es vuestra misión, vuestro objetivo espiritual.
Tan pronto como os deis cuenta de que vuestro Hogar está dentro de vosotros, que lleváis un pedazo de la unidad y seguridad divinas, podréis sentiros realmente en paz y relajados acerca de quiénes sois. Ya no necesitareis ninguna validación externa. Os sentiréis bien siendo apreciados y cuidados por los demás, pero ya no dependeréis de ello.
La llegada de la Nueva Era depende de individuos que reconozcan el núcleo de su dolor y se atrevan a enfrentarlo abiertamente. En esta etapa de vuestro desarrollo, ya es hora de no solo mirar las heridas y traumas que han surgido en vuestra vida actual y tal vez en las vidas anteriores, sino de ir más allá de todas ellas y abordar la herida original. En cuanto reconozcáis y recordéis conscientemente y de corazón ese dolor, estaréis listos para cuidarlo. Estaréis listos para tomar en vuestros brazos a ese niño cósmico recién nacido que todavía está clamando vuestra ayuda y que os llama a través de vuestras emociones de miedo, ira y desesperación.
Una forma de saber cómo estáis lidiando con el dolor del parto cósmico es observando el área de las relaciones en vuestra vida. A menudo, las personas buscan alivio para sus emociones más profundas de soledad y miedo en las relaciones íntimas. Lo que intentan hacer es llenar su vacío interno con la energía de otra persona. El reconocimiento, la atención y el cuidado de la otra persona alivia su dolor. En cierto sentido, están entregando a la pareja a su niño herido. Este es un juego muy peligroso porque, tarde o temprano, los compañeros se volverán emocionalmente dependientes el uno del otro. Sus sentimientos iniciales de amor y conexión cambiarán en un juego de poder sutil y no tan sutil. Siempre que dependáis de alguien más para sentiros amados y seguros, estaréis reclamando su energía para vosotros y, al final, eso siempre desencadenará luchas y conflictos y terminaréis sintiéndoos más solos que nunca.
¡Muchas gracias por tu atención!
JESHUA
Canalizado por Pamela Kribbe